El gobierno panameño y la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) celebraron el centenario de la inauguración de la vía acuática hace pocos días. Las elites conservadoras se reunieron en una ‘gala’ donde recordaron los ‘héroes’ norteamericanos y quienes fueron sus colaboradores en los tiempos de la «Patria boba». Se olvidaron de mencionar las luchas […]
El gobierno panameño y la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) celebraron el centenario de la inauguración de la vía acuática hace pocos días. Las elites conservadoras se reunieron en una ‘gala’ donde recordaron los ‘héroes’ norteamericanos y quienes fueron sus colaboradores en los tiempos de la «Patria boba». Se olvidaron de mencionar las luchas por recuperar la soberanía que vio correr la sangre de una juventud rebelde que sacrificó muchas vidas por la causa nacionalista.
El derroche y la corrupción se reflejaron en las celebraciones. El pueblo panameño rechazó el montaje y denunció a través de las redes virtuales el espectáculo mediático. La prensa y los demás medios de comunicación masiva se recogió y apenas publicó notas sobre los actos. Incluso, los programas de comentaristas radiales y televisivos pasaron por alto toda mención de la fiesta organizada por la elite gobernante.
El centenario merecía ser celebrado, pero en el contexto de un siglo de luchas y movilizaciones masivas para recuperar la soberanía sobre la posición geográfica del Istmo. La campaña iniciada desde la invasión militar de EEUU en 1989 de borrar la memoria histórica de los panameños continúa. A pesar de no tener un gobierno que refleja los intereses del país, el pueblo conserva su dignidad y rechaza los insultos de la elite gobernante.
Durante la construcción del Canal de Panamá, entre 1904 y 1914, la Compañía encargada de la obra del gobierno norteamericano contrató cerca de 100 mil trabajadores extranjeros. A su vez, a Panamá llegaron a buscar oportunidades de trabajo en las ciudades terminales, otra cantidad significativa de inmigrantes cuyo número no se ha calculado.
Cerca del 60 por ciento de los trabajadores que llegaron a las costas panameñas para integrarse a las labores del Canal eran originarios de las islas caribeñas en aquel entonces bajo mandatos francés, británico y holandés. Las autoridades norteamericanas también contrataron a cerca de 20 mil trabajadores de Europa (españoles, italianos y griegos).
En la década de 1930, EEUU desarrolló un enorme esfuerzo en torno al Canal de Panamá preparándose para intervenir en la guerra mundial que se avecinaba. Las huellas de esa inversión aún se aprecian en las bases militares que construyó entre 1936 y 1940 (Howard, Clayton, Sherman, Rodman y otras). Estas construcciones la realizaron en parte trabajadores que nuevamente fueron reclutados en las islas del Caribe. A diferencia de la construcción del Canal a principios del siglo XX, en esta ocasión fueron empleados decenas de miles de trabajadores panameños de las provincias del interior de la República.
La migración de trabajadores a Panamá para construir el Canal transformó el Istmo y, especialmente, sus ciudades terminales. La población se multiplicó varias veces en las primeras dos décadas del siglo pasado. La ciudad de Panamá que tenía un área de apenas dos kilómetros cuadrados en 1903, se expandió hacia el cerro Ancón y las sabanas, para ocupar un área de 40 kilómetros cuadrados: El Chorrillo, Calidonia, La Exposición y Bella Vista. La población de la ciudad pasó de 15 mil habitantes a 60 mil habitantes. En el caso de la ciudad de Colón, el impacto fue aún más impresionante.
EEUU ‘segregó’ un área para construir y operar la nueva vía que bautizó con el nombre de ‘Zona del Canal de Panamá’ (más de mil kilómetros cuadrados). En esa área, que se extendía de un extremo al otro del Istmo, vivían 60 mil personas en condiciones controladas estrictamente por las autoridades militares norteamericanas. La gran mayoría de los habitantes era norteamericana empleados por la Compañía del Canal. También había una población militar que fluctuaba según los compromisos bélicos de Washington.
EEUU veía las áreas de operación y residencial de la ‘Zona del Canal’ como un laboratorio para experimentar nuevas formas de vida en el trópico. En cambio los comerciantes y especuladores que gobernaban a Panamá desde 1903 buscaban afanosamente negocios para enriquecerse rápidamente. Como resultado de las políticas de segregación y de desarrollo urbano de EEUU, que contrastaban con la improvisación en las ciudades terminales, surgió una barrera social entre ambos sectores.
Por un lado, EEUU creó un sistema de remuneración para los trabajadores basado en los antecedentes étnicos. A los trabajadores norteamericanos (de ascendencia europea provenientes del sur de EEUU) se les proporcionaba salarios pagados en ‘oro’ y condiciones favorables de trabajo (que incluían vivienda e, incluso, clubes sociales). En cambio, a los trabajadores de ascendencia africana de las Antillas se les pagaba en ‘plata’ y no recibían beneficios laborales. Cuando se inauguró el Canal casi todos los antillanos vivían en las ciudades de Panamá y Colón en casonas construidas por los especuladores panameños (y extranjeros). Muy pocos trabajadores de Europa se quedaron en Panamá. Muchos regresaron a sus países de origen, otros siguieron camino hacia otros países de la región y unos pocos se quedaron en Panamá. Algunos prosperaron en el comercio local y otros, incluso, se trasladaron a las áreas rurales con el fin de emprender actividades agropecuarias.
En el caso de los antillanos, su contribución a los movimientos sociales a lo largo del siglo XX fue notable. Desde un dirigente como W.P. Stoute, un intelectual como G. Westerman o sindicalista como Luis Anderson. Debido a las políticas de segregación, muy pocos lograron escalar posiciones de influencia económica o social (política) en Panamá. Se pueden mencionar a Young y Alleyne. En el caso de los antillanos de origen europeo se destacan los Boyd y los Ford, asimismo los Motta, Del Valle y Toledano, entre otros. Entre los europeos, muchos llegaron a Panamá durante la construcción del Canal e hicieron fortuna posteriormente, como los Tagarópulos (griegos), Martinelli (italianos) y Varela (españoles).
Muchos intelectuales panameños de trayectoria destacada son descendientes también de aquellos hombres y mujeres que trabajaron en la obra y participaron, aunque marginalmente, de aquella inauguración en 1914 que incluyo una travesía por el Canal por el entonces presidente Belisario Porras.
La construcción del Canal de Panamá entre 1904 y 1914 remeció los fundamentos de la nación panameña en formación. Fue un factor clave en la constitución de la República y aún siguen vigentes los conflictos que caracterizan nuestras relaciones con EEUU. Muchos intelectuales panameños de trayectoria destacada son descendientes de quienes trabajaron en la obra. Un Ricord (de origen francés), un Laurenza (italiano), Korsi (griego), así como un Maloney y un Priestley (antillanos). Las luchas que marcaron los cien años desde la inauguración del Canal continuarán en el siglo XXI hasta que los panameños logremos darle el uso más colectivo a las riquezas que genera nuestra posición geográfica.
Marco A. Gandásegui, hijo, profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e investigador asociado del CELA