La interpretación de la crisis y la realidad actual del capitalismo en los países centrales, y ¿Qué piensan y escriben sobre este tema algunos economistas?, fueron los temas de los artículos anteriores (1), y en este último abordaremos la situación y perspectivas en los países emergentes que conservaron (o adoptaron) el «papel gestor» del Estado, […]
La interpretación de la crisis y la realidad actual del capitalismo en los países centrales, y ¿Qué piensan y escriben sobre este tema algunos economistas?, fueron los temas de los artículos anteriores (1), y en este último abordaremos la situación y perspectivas en los países emergentes que conservaron (o adoptaron) el «papel gestor» del Estado, y que mantuvieron su soberanía en los asuntos económicos, sociales y políticos, y donde las economías han capeado la crisis y siguen desarrollándose.
Primero un paseo por las noticias y la realidad.
En el terreno de la economía real el fin de enero fue marcado por la inesperada una baja (-0.1%) en el producto interior bruto (PIB) del cuarto trimestre del 2012 en Estados Unidos (EE.UU.), el estancamiento o baja en el PIB del 2012 en Gran Bretaña, y lo mismo o peor para la mayoría de países de la Unión Europea (UE), Japón y Australia. Las perspectivas para el 2013 no apuntan a una recuperación de las economías reales. Y a pesar de eso la UE aplicó su política de austeridad recortando su presupuesto para el periodo 2014-2020. La perspectiva parece ser la misma en EE.UU.
Sobre los países emergentes, según las estadísticas y las agencias de noticias, en el 2012 las principales economías de Asia han crecido por encima de los pronósticos. América latina y el Caribe, según la CEPAL, crecieron 3.1 por ciento en el 2012, porcentaje superior al vaticinado (+2.2 %) e inferior al de los años anteriores por la baja en la demanda europea y el consiguiente descenso de precios de los productos de exportación. El aumento de la demanda interna y regional, según la CEPAL, permitirá alcanzar el 3.8 % de crecimiento en el 2013.
¿Centro neoliberal y periferia mercantilista?
En un artículo titulado «El nuevo desafío mercantilista» (2) el economista y profesor Dani Rodrik, para explicar por qué el «centro» de la economía mundial no sale de la crisis ni logra crecer mientras que la «periferia» se desarrolla y crece, plantea la existencia de una lucha entre «dos escuelas de pensamiento», el «liberalismo» y el «mercantilismo». Y opina que el mercantilismo sigue vivo y goza de buena salud, y su continuo conflicto con el liberalismo probablemente será una importante fuerza que influirá sobre el futuro de la economía.
¿Mercantilismo? Reducir la diversidad de políticas de desarrollo económico en Asia y América latina a «prácticas mercantilistas» -como también lo ha hecho Paúl Krugman en el 2010-, aparte de no corresponder a la realidad es una equivocación (3), sobre todo cuando Rodrik define el neoliberalismo como un sistema que propone «una estricta separación entre el estado y las empresas privadas», y el mercantilismo como «una visión corporativista en la cual el Estado y las empresas privadas son aliados y cooperan en busca de objetivos comunes, como el crecimiento de la economía nacional o del poderío del país».
A esta altura del partido nadie puede ignorar, y menos un economista, que el neoliberalismo es un sistema que solo funciona cuando tiene a su servicio exclusivo, o sea al servicio de los monopolios y oligopolios industriales, comerciales y financieros, todos los poderes del Estado, de las instituciones nacionales, internacionales y supranacionales, lo que explica tanto su esencia totalitaria como que no deje intersticios donde pueda sobrevivir la libre competencia.
El turno de América latina y el Caribe
Con la puesta en marcha de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, la CELAC, el 2013 comenzó muy bien para nuestra región. La ausencia de EE.UU. y Canadá ayudará para bregar por la independencia necesaria que permita construir los consensos y adoptar políticas de cooperación y de solidaridad para la región, basadas en la independencia y soberanía de nuestros pueblos.
Entre los países que forman parte de la CELAC, como señala Hedelberto López Blanch (4), existen grandes asimetrías en materia económica y de desarrollo industrial, y diferencias en las políticas económicas y comerciales que aun cuando constituyen desafíos inmediatos para la organización no impiden «una concordancia en términos de visión del modelo económico y de inserción internacional hacia el interior de la región que los une». Y la unidad -agrega- debe provenir del desarrollo y aplicación de «una agenda de cooperación económica para el desarrollo de programas económicos y sociales que ayuden a disminuir la pobreza, las asimetrías y favorezcan la inclusión social y la seguridad alimentaría».
El Vicepresidente venezolano Nicolás Maduro también destacó las diferencias y dijo que «ahora América Latina y el Caribe, con la diversidad de modelos en general, estamos transitando un camino de fortalecimiento de nuestras economías, nuestra propia capacidad de inversión interna» y que «nuestro modelo tiene que ver con lo social, la economía para el ser humano, la economía para que nuestros pueblos tengan salud, educación, derecho a la alimentación, derecho a la vida. Para eso es la economía, la prosperidad, el desarrollo industrial, el desarrollo tecnológico es puesto al servicio del ser humano, de la sociedad, de la inclusión de la superación de la pobreza» (Agencia TELAM, 20-01-2013).
Como se desprende, la tarea de la CELAC es compleja y requiere tanto de diplomacia como de principios y firmeza, razón por la cual los países miembros acordaron dar a Cuba la primera presidencia pro témpore, que deberá sentar el rumbo independiente que se quiere proseguir.
Frente a la realidad de la pobreza y las deficiencias que marcan nuestra región, dijo el Presidente cubano Raúl Castro, hay obligación de «alcanzar progresos considerables en la educación como base del desarrollo económico y social. Nada de lo que nos proponemos, desde la disminución de la inequidad hasta la reducción de la brecha tecnología y digital, sería posible sin ello»
Desarrollo económico, soberanías nacionales e integración continental
Los objetivos de la CELAC son ambiciosos y portadores de nuevos principios para solucionar viejos problemas. Los principios de soberanía e integración regional en el mundo, en un marco de solidaridad y cooperación, permitirán presentar, discutir, articular y aplicar mediante el apoyo mutuo en los países que así lo decidan, las estrategias de desarrollo que respeten los objetivos políticos y económicos nacionales.
Por todo esto son y serán muy necesarios los debates y discusiones de ideas y propuestas entre las fuerzas progresistas y de la izquierda latinoamericana y caribeña, como el celebrado el 21 de enero pasado en San Pablo bajo los auspicios del Instituto Lula, y el que tendrá lugar a nivel académico en el Décimo Encuentro Internacional de Estudios Políticos y Sociales, en Cuba del 19 al 22 de marzo, para «ampliar el debate sobre los problemas políticos más acuciantes del siglo XXI y sus mayores retos».
El encuentro del 21 de enero en San Pablo no tuvo mayor trascendencia porque fue eclipsado por la Cumbre de la CELAC en Chile, como escribe Niko Schvarz (5) en la reseña y análisis que hace del documento «Las izquierdas en la hora de la integración sudamericana» del brasileño Marco Aurelio García, que contiene una necesaria recapitulación y elementos para la reflexión, así como también el texto que resume la conferencia en esa reunión del economista y diplomático argentino Aldo Ferrer (6).
Del documento de Marco Aurelio García, donde quizás falta -al menos en la versión de Schvarz-, el importante elemento que ha sido y es el surgimiento en la escena política y social de los movimientos indígenas, citaremos un párrafo que resume la situación actual: «los éxitos de las experiencias de gobiernos de izquierda y de centro-izquierda en América del Sur no pueden ocultar, no obstante, sus límites, cuyo examen es fundamental para la continuidad de esas experiencias y, sobre todo, para su profundización», y Schvarz añade que se alude, en un inventario de algunas tendencias conflictivas, a «confrontaciones exageradas o conciliaciones innecesarias, voluntarismo o pasividad burocrática, centralismo o basismo», y que «tampoco existe una exposición consistente de los procesos políticos en curso en nuestros países. A falta de ella las izquierdas corren el riesgo de renunciar a un análisis explicativo de su rica experiencia actual, cayendo en un peligroso empirismo. De diversas maneras se encubre la incapacidad de explicar la novedad de la experiencia que se está desarrollando y los problemas a afrontar».
Aldo Ferrer, por su parte, elaboró sobre los aspectos principales de las teorías del desarrollo económico, el contexto mundial y la integración de América latina y el Caribe, y la problemática del desarrollo en la región a partir de la situación actual en la cuestión social, la calidad de los liderazgos, las instituciones y las ideas.
En la cuestión social, en síntesis, la realidad histórica es que las grandes desigualdades que caracterizan nuestra historia son el principal problema y obstáculo al desarrollo, y la solución a este problema ya ocupa una prioridad en las políticas públicas de los gobiernos. Ferrer señala el nuevo contexto mundial -el descalabro provocado por el neoliberalismo-, y que «en China y otros países emergentes de Asia, el dinamismo de sus economías obedece, precisamente, a que no se han sometido al canon ni al Estado neoliberal. Prevalecen en estos países Estados nacionales, capaces de administrar la globalización e impulsar el desarrollo. Las turbulencias y asimetrías en el orden mundial contemporáneo reflejan la coexistencia de ‘Estados nacionales’ en los países emergentes y ‘Estados neoliberales’ en el antiguo centro hegemónico».
Ferrer constata que «han surgido nuevos liderazgos en nuestros países que privilegian la resolución de la cuestión social y, consecuentemente, asumen un comportamiento distinto respeto de la gestión de la economía y sus relaciones externas», y que la democracia se ha consolidado y esto confiere la estabilidad institucional necesaria para el desarrollo económico y social, y destaca que las nuevas tendencias implican la renovación de las ideas sobre el desarrollo económico y las relaciones internacionales.
La integración regional en vista por Ferrer como «un instrumento fundamental para impulsar el desarrollo nacional de nuestros países y fortalecer su posición conjunta en el orden mundial. La integración se despliega en tres planos: las políticas nacionales, las reglas del juego de la integración y la proyección conjunta hacia el resto del mundo», y debe evitar «la delegación de soberanía a órganos supranacionales comunitarios. La experiencia de la Unión Europea alcanza para demostrar cómo la cesión de soberanía termina subordinando a las partes más débiles al poder hegemónico de los más fuertes», lo que se agrava cuando «prevalece el paradigma neoliberal». La integración, para Aldo Ferrer, no debe radicar en «la cesión de la soberanía sino en la construcción solidaria de la soberanía que nos falta en la ciencia y la tecnología, el desarrollo industrial y la inclusión social»
Para el Vicepresidente boliviano Álvaro García Linera, una mayor capacidad de integración, con mayor capacidad de definición de políticas soberanas en torno a su horizonte económico, permitirá que los países y la región escojan «de mejor manera sus mercados» con vistas a alianzas con los países emergentes de Asia, China, Corea del Sur e India para generar «un bloque regional económicamente muy importante que va a influir en el conjunto de la economía mundial en las siguientes décadas» (7) Es el momento, según Linera, para que el continente reafirme la «base material de la soberanía de cada país, al tiempo que la integración regional () se convierte en una necesidad práctica para salvarse como región, para aprovechar lo mejor que se pueda de esa crisis, y para definir de mejor manera sus alianzas y sus relaciones internacionales para las siguientes décadas».
Del querer al poder
El desarrollo económico en el actual contexto de la región, en muchos países, está yendo o se propone que vaya en la dirección del desarrollo económico con vistas a la creación o el fortalecimiento de las pequeñas, medianas y grandes empresas en el sector industrial, y demás sectores de la economía, bajo un régimen de propiedad que no excluye la propiedad privada a secas (nacional o extranjera) o mixta (privada-estatal), o sea un escenario capitalista, aunque regulado.
Si la realidad impone esta dirección, por la correlación de fuerzas sociales y políticas, el bajo nivel de acumulación de capital, falta de tecnología y de personal calificado, o simplemente por la urgencia en desarrollar las fuerzas productivas para sustentar económicamente los compromisos de avanzar en la realización de los programas sociales, por ejemplo, es imprescindible que las estrategias de desarrollo económico que se adopten incluyan desde ya las reglas e instrumentos para poder rebasar el ya perimido marco capitalista.
En síntesis, las estrategias de desarrollo económico deben incluir y priorizar políticas para un escenario no-capitalista, acompañadas de inversiones que permitan desarrollar -bajo el dominio público y accesible a las clases más humildes-, todos los ciclos de educación e investigación científica y desarrollo tecnológico, los servicios de salud y el desarrollo de la infraestructura de utilidad pública, y contemplar un sostenido apoyo institucional y financiero para el desarrollo de empresas de propiedad colectiva y social, desde las cooperativas hasta las empresas de propiedad pública (comunales, provinciales, estatales o regionales) sometidas al control social.
Que Latinoamérica y el Caribe están en un momento histórico que presenta grandes oportunidades para avanzar es algo indiscutible. Las contradicciones y confrontaciones entre el «centro» y la «periferia» no solo son de orden económico, sino también político y social, o sea que afectan a la democracia representativa y sus instituciones. En los países «centrales» la simple noción de que se pueden cambiar las instituciones o las políticas, de que la democracia funciona, empieza a ser un recuerdo más de la pasada «edad de oro» del capitalismo industrial, como ya definitivamente lo son los trabajos estables con salarios decentes.
Las reformas constitucionales en Venezuela, Ecuador y Bolivia, por ejemplo, confirman que en nuestra región se ha ido consolidando la consciencia de que hay que ampliar y democratizar la heredada «democracia representativa», hacerla participativa e inclusiva, y liberarla de los instrumentos e instituciones que, como el Poder Judicial, siguen apoyándose en una «separación de poderes» inventada en 1748 y que desde hace mucho está siendo «utilizada para separar el pueblo del poder sobre toda su propia vida económica» (8), o sea para la defensa y protección de la propiedad privada, y que por eso mismo ha bien servido a las oligarquías, los monopolios y los grandes intereses económicos que, en muchos países y hasta ahora, controlan desde los jueces hasta los medios de comunicación y la información.
Es claro en muchos países, y particularmente en Argentina, que el Poder Judicial sigue poniendo trabas y anula cualquier progreso en la democratización de la información, pero lo mismo podemos decir cuando se trata de devolver a los pueblos indígenas las tierras que se les ha robado, o para que el propio Estado pueda recuperar los predios que por derecho le pertenecen, como en el caso de la Sociedad Rural Argentina. O citemos los casos de Honduras, donde la Corte Suprema dio la luz verde para el golpe de Estado contra el Presidente constitucional Manuel Zelaya, o el peligroso conflicto en El Salvador entre el Poder Ejecutivo y los demás poderes de gobierno para hacer efectivos los cambios de jueces que la Asamblea legislativa había decidido para la Corte Suprema.
¿Cómo responder a quienes se opondrán a cualquier política progresista decidida por la mayoría apoyándose en jueces corruptos o directamente al servicio del gran capital y el imperialismo? ¿No estamos viendo en la UE y EE.UU. que la mentada «separación de poderes» y algunos mecanismos institucionales sirven de justificativo para mantener las peores políticas neoliberales e impedir cualquier cambio? ¿Si seguimos impotentes para defendernos de los monopolios globales, como Monsanto o cualquier otra gran empresa farmacéutica, minera, industrial o informática, de qué estrategia de desarrollo y cambios estamos hablando?
¿Y que decir, como señala el documento de Marco Aurelio García, de la tendencia creciente en las fuerzas conservadoras – «cuando no golpistas»- en el continente, que de descalificar «las políticas económicas y sociales de las izquierdas (han pasado a) descalificar también las elecciones como proceso de constitución de gobiernos democráticos»?
Si en la actual correlación de fuerzas la abolición de la propiedad privada no figura en el horizonte político para defender la democracia, entonces habría que empezar por proponer la abolición de los criterios y principios -constitucionales o legales- que hacen de la defensa de la propiedad privada el único criterio a respetar, aunque vayan en contra de lo que quiere la mayoría popular y sus representantes legislativos.
Algunos países -Venezuela, Ecuador y Bolivia- han emprendido reformas constitucionales (9) para ir eliminando ese chaleco de fuerza que constituye el «contenido de clase» de las actuales instituciones del poder, que rápidamente se evidencia en los momentos en que se atacan los intereses de la burguesía y del gran capital nacional e internacional, y que hace que todo intento de cambio esté condenado a una confrontación potencialmente fatal para los intereses del pueblo.
Notas
1.- Ver http://alainet.org/active/6129
2.- Dani Rodrik, «The Return of Mercantilism?», Project Syndicate, y también «Is State Capitalism Winning?» de Daron Acemoglu y James A. Robinson, y «What Role for the State?» de Kemal Derviş.
3.- El economista Henry C. K. Liu refuta con argumentos económicos e históricos estas acusaciones: «Krugman blaming victim for the crime» http://www.atimes.com/atimes/C
«Surplus and capital formation» http://www.atimes.com/atimes/C
y sobre la orientación del proceso de introducción del capitalismo en China consultar la serie «CHINA’S REVOLUTION» http://www.atimes.com/atimes/C
4.- Hedelberto López Blanch, «Cuba en CELAC: El necesario impulso a la integración», Rebelión 31-01-2013.
5.- Niko Schvarz, «Las izquierdas en la hora de la integración sudamericana», http://alainet.org/active/6139
6.- Aldo Ferrer, «Transformaciones de América latina», http://www.pagina12.com.ar/dia
7.- Álvaro García Linera, entrevista con Le Monde Diplomatique, http://www.rebelion.org/notici
8.- Karl Polanyi, La Grande Transformation, Editions Gallimard, página 292.
9.- Ver la entrevista Fernando Cordero, colaborador del Presidente ecuatoriano Rafael Correa: «La supremacía del trabajo humano sobre el capital es innegociable»: http://www.pagina12.com.ar/dia
– Alberto Rabilotta es periodista argentino – canadiense.
Fuente original: http://www.alainet.org/active/