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Adiós a Europa

La crisis de la UE y el regreso del proyecto soberanista

Fuentes: Espacio público

A seis décadas de la firma del Tratado de Roma y a pocas semanas del primer aniversario del Brexit, la sensación de implosión de la UE se generaliza. Todo hace pensar que el proyecto actual de la UE deriva hacia una especie de Europa bajo hegemonía alemana, debilitada por la crisis del euro e incapaz […]

A seis décadas de la firma del Tratado de Roma y a pocas semanas del primer aniversario del Brexit, la sensación de implosión de la UE se generaliza.

Todo hace pensar que el proyecto actual de la UE deriva hacia una especie de Europa bajo hegemonía alemana, debilitada por la crisis del euro e incapaz de reformarse desde dentro, donde las demandas de soberanía de los Estados miembros crecen.

La hipótesis de la que parte el presente artículo se sitúa precisamente en el punto en el que la crisis de la UE parece irreversible, mientras el horizonte del regreso del soberanismo aparece como el más probable. Ante tal escenario cabría preguntarse ¿qué clase de soberanía y con qué objetivos?, respuesta que dibuja dos escenarios confrontados, que presumiblemente, marcarán el debate europeo en los próximos años, tal y como está ocurriendo en la campaña de las presidenciales francesas.

Para entender mejor la situación, es necesario hacer referencia a la dinámica histórica en la que nos encontramos. Desde esta perspectiva, se pueden distinguir cuatro etapas de construcción y posterior crisis del proyecto de construcción europea: 1ª Crisis. De la crisis de la primera globalización a la Gran Guerra (1914-1918). Nacionalismo e imperialismo: el primer proyecto europeo bajo el fascismo

La crisis de la primera globalización de finales del siglo XIX, es producto del hundimiento de las economías agrícolas como la alemana y la de los últimos imperios del Antiguo Régimen (el zarista, el austrohungaro y el Otomano) y los débiles países mediterráneos como Italia y España, ante los bajos precios del trigo proveniente de Argentina y Australia, países favorecidos por la revolución del transporte marítimo y del ferrocarril. Dicha crisis es sancionada con el nacimiento de los imperialismos que se dirimen en la primera guerra mundial. El coste para el capitalismo de este periodo es la Revolución socialista en Rusia y el Crack económico del 29, crisis que da lugar a la aparición del fascismo, proyecto bajo la que surge el primer proyecto continental europeo triunfante del siglo XX, una vez derrotada la expansión de la revolución soviética.

2ª Crisis. De 1945 hasta crisis de los 70´s. La creación de la CEE.

La crisis política y económica de los años de la posguerra supone el ascenso del fascismo, del nacionalsocialismo y los proyectos de imperialismo geográfico que conducen a la segunda guerra mundial. El coste que para el capitalismo europeo supuso este periodo, desemboca en el fin de los imperios coloniales incapaces de contener el proceso de descolonización, la irrupción de un campo socialista internacional con el centro de Europa y la URSS como eje y el ascenso del movimiento obrero en los países de la Europa occidental. La CEE que surge en 1957 aparece como la reconfiguración del proyecto liberal europeo y de contención de la URSS, bajo cuya hegemonía se construye el segundo proyecto de unidad continental dentro de la Europa occidental.

3º Crisis. Años 70-80 del siglo XX. El inicio de la globalización y el nacimiento de la UE

La crisis iniciada en la década de los 70 acaba con el proyecto europeo de los Estados de bienestar. El equilibrio de bloques impide acudir a la guerra como solución y encuentra en el neoliberalismo su expresión ideológica. La crisis económica es sancionada con el inicio de la globalización, que en su segunda versión histórica, aparece por primera vez como la configuración de un mundo estructurado en torno a un solo sistema: el capitalista. El proyecto europeo pasa a denominarse Comunidad Europea con la firma del Acta Única en 1987, que cinco años después pasa a llamarse Unión Europea (UE). Proyecto que tiene en la globalización el elemento rector de una nueva fase de la construcción europea, fase que supone el progresivo fin de las economías sustentadas en el gasto social y el mercado interno regulado. Dicho proceso se sustenta en una dinámica en la que se contienen los elementos que son el germen de la actual crisis.

4ª Crisis. De 2007 a la actualidad. La irrupción de una nueva gran transición geopolítica y el debate de la desglobalización

La globalización se sustentaba en la construcción de una nueva división internacional del trabajo basada en una dinámica global, sanciona en el siguiente proceso: desindustrialización y paro estructural en los países del centro capitalista e industrialización exportadora de la periferia. El resultado es la aparición de una nueva geografía económica que culmina con la aparición de Asia como nueva centralidad productiva y comercial a escala global, proceso en el que se sustenta la irrupción de los países de la semiperiferia del sistema mundo (como los BRICS) en torno a alianzas geopolíticas con los países de la periferia. Dicha dinámica se sanciona con el repliegue de los países del centro en torno a la reconstrucción del eje Euroatlántico (TTIP), frente a lo que sus élites consideran como «asalto» de la periferia industrializada o energéticamente independiente. La irrupción de la semiperiferia y la reconfiguración del occidente capitalista tiene como primeras manifestaciones de envergadura el Brexit y la victoria de Trump en las presidenciales de EE UU, mientras que los litigios y conflictos geopolíticos por el control de marítimo del Océano Pacifico e Índico entre China en EE UU y las guerras de Ucrania y Siria, aparecen como los puntos geográficos «calientes» de este nuevo escenario.

A diferencia del resto de fases, la presente crisis no se va a resolver en torno a un proyecto de mayor profundización del proyecto europeo, en concreto de la UE, sino al regreso del discurso soberanista, escenario en el que hay que situar el debate político futuro, el cuál se puede expresar con una pregunta: ¿de qué clase de soberanía hablamos?

Importantes sectores de la clase trabajadora, pero también de algunos sectores del empresariado nacional y del funcionariado público de diversos países, reaccionan ante la expansión de la globalización económica intentando recuperar las competencias del Estado, e incluso, la recuperación de identidades nacionales y en otras ocasiones locales bajo el discurso de la desglobalización. A escala europea se distingue una ruptura de dos proyectos, que en gran parte, quedan representados por un soberanismo de raíz nacionalista propio de los países del centro de Europa y de la periferia de los países del Este europeo, del que se diferencian proyectos soberanistas de carácter popular en los países de la periferia meridional europea.

En el primer caso, aparecen las expresiones de descontento popular articuladas, principalmente, por las clases dominantes de los países y zonas del centro capitalista pertenecientes al arco atlántico en crisis, catalizadas por UKIP en el caso del Brexit en Gran Bretaña, de la victoria de Trump en el conocido como cinturón del óxido (rust belt) de EE UU y el avance del FN en las zonas industriales en declive de Francia, que en el caso de los países del este, capitalizan los herederos de las viejas élites nacionalistas rurales reconvertidas en burguesías rentistas urbanas dependientes de Alemania y EE UU.

Estos sectores de las clases dominantes tradicionales defienden la necesidad del fortalecimiento de economías territoriales de base nacional, ante los procesos de deslocalizaciones y paro estructural que sufren las tradicionales zonas industriales de los países de Europa occidental y de EE UU. Se estaría ante los discursos defensores de la desglobalización, que en el caso de la derecha, pretenden articular una potente base popular con las que lograr triunfos electorales que les permitan acceder al control del Estado, y así reconstruir su capacidad económica y competidora frente a otras facciones de clase mejor insertadas en la globalización.

En el segundo caso, los países de la Europa meridional sufren la crisis de un modelo de inserción subalterna en la UE, que ha especializado sus economías en economías de servicios desindustrializadas, basadas en el sector del turismo y el logístico, que han asumido en la Europa del euro, una posición periférica dentro de la división del trabajo principalmente configurada por Alemania y demás potencias exportadoras Europas (Holanda y Suecia principalmente).

El artículo de Louçã explica de manera acertada, las consecuencias de un modelo de especialización productiva de los países de la Europa meridional dentro de la economía euro, que ha traído como resultado la conversión en países endeudados, debido al fuerte déficit exterior contraído con los países del centro europeo y de fuera de la UE. Este proceso entra dentro de la dinámica de endeudamiento general de los países de la periferia europea, provocada por la estrategia exportadora alemana, la cual ha impuesto una división espacial dentro de la UE entre países del centro exportadores y dotados de una fuerte estructura industrial y tecnológica, y países periféricos endeudados que han reproducido un modelo comercial dependiente. Dicho esquema ha definido el proyecto neoliberal europeo, que con la crisis del euro, ha erosionado los consensos sociales que existían en dichos países respecto a la UE y, que de manera especial en España, Grecia y Portugal, ha generado la irrupción de proyectos que se reclaman de proyectos soberanistas de carácter popular.

La expansión de la globalización económica ha resucitado no solo expresiones de identidades étnicas y locales, sino que ha resucitado al gran sujeto a través del cual se ha desarrollado la política a lo largo del siglo XX: el poder del Estado, lo que en palabras de John Agnew, convierte de nuevo al Estado nación «como la principal estructura de oportunidad para la mayoría de las formas de actividad política», escenario que condicionará, guste o no, el debate de la reconstrucción de la izquierda en Europa. 

Eddy Sánchez Iglesias es politólogo

Fuente: http://www.espacio-publico.com/se-abre-o-se-cierran-oportunidades-para-el-cambio-en-europa#comment-5881

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