Una radiografía básica del convulsionado mapa social del país presagiaría una reconfiguración del mapa político, en las próximas elecciones (2015), a favor de la izquierda política de Guatemala. Pero, esto no será necesariamente así. Por lo menos no con los actuales partidos de izquierda (URNG, WINAQ y ANN), cuyos dirigentes «revolucionarios» están derrotados moral e […]
Una radiografía básica del convulsionado mapa social del país presagiaría una reconfiguración del mapa político, en las próximas elecciones (2015), a favor de la izquierda política de Guatemala. Pero, esto no será necesariamente así. Por lo menos no con los actuales partidos de izquierda (URNG, WINAQ y ANN), cuyos dirigentes «revolucionarios» están derrotados moral e intelectualmente.
Si intelectualmente, los dirigentes canosos de la izquierda no habían logrado liberarse del racismo y machismo que los configuraba psicológicamente, al menos redituaban el añejo legado discursivo de la moralidad y austeridad revolucionaria. Pero, los actuales únicos tres diputados nacionales de la izquierda neoliberal (Walter Félix, Carlos Mejía y Amílcar Pop), con sus reiterados actos de corrupción en el Congreso Nacional, lograron destrozar el poco patrimonio moral que aún le asistía a la izquierda política.
¿Por qué serán inolvidables estos tres diputados «revolucionarios» neoliberales?
Apoyaron y aprobaron la Ley de Telecomunicaciones que confiscaba tierras de indígenas y campesinos, en el área rural, en beneficio de las empresas privadas de telefonía celular. Dicha Ley fue abrogada, por sentencia de la Corte de Constitucionalidad, en sus artículos contrarios a la propiedad privada.
Apoyaron y aprobaron la Ley de Vegetales que entregaba todo el patrimonio genético de los pueblos indígenas a las trasnacionales mercaderes de las semillas. Esta Ley, de manera sospechosa, fue derogada en el Congreso (por la «presión popular»).
Apoyaron y aprobaron todo el endeudamiento público (interno y externo) que realizó el actual Gobierno (acusado de genocidio). En la actualidad, cada guatemalteco carga una deuda pública que supera los mil dólares.
Ante estas traiciones, y ante las públicas denuncias de compra de votos en el Congreso Nacional para aprobar estas y otras leyes apátridas, las y los afiliados de la URNG y WINAQ exigieron y exigen explicaciones a «sus diputados», pero éstos, lejos de sentirse interpelados, en una actitud de desprecio al pueblo, andan en campaña electoral, acompañados y respaldados por sus dirigentes nacionales.
Los dirigentes nacionales, desesperados en coronar su carrera política con un curul en Congreso Nacional, externalizan una fobia brutal en contra de todo movimiento social o indígena que los interpele o les exija rendición de cuentas. Expulsan de las estructuras del Partido a todo aquel que los cuestione o que les recuerde las resoluciones democráticas de las asambleas. Estos dinosaurios «revolucionarios» están más preocupados en «mantener» el reconocimiento y la cooperación financiera de los gobiernos progresistas de América Latina que de la organización/formación/
Mientras el gobierno militarizado neoliberal encarcela y masacra a defensores/as de la izquierda social (movimientos sociales) guatemalteca, el Secretario de la URNG visita al Embajador de Venezuela para expresarle su solidaridad con el gobierno del Compañero Nicolás Maduro.
En este contexto, de manera reiterada, los movimientos sociales con orientación política de izquierda tienden a fragmentaciones electorales confusas.
Organizaciones campesina indígenas más beligerantes, articulados en la Coordinadora Nacional de Organizaciones Campesinas (CNOC), como CODECA y UVOC, apuestan por recuperar y democratizar a la URNG en la próxima asamblea nacional del partido. Convertirlo en un instrumento político, bajo el control del pueblo organizado, para construir el poder local y nacional de manera asamblearia, de abajo hacia arriba, y así impulsar el proceso de la refundación del Estado.
¿Qué futuro político tiene la Convergencia por la Revolución Democrática?
Otras organizaciones, como el Consejo del Pueblo Maya de Occidente (CPO), junto a otras organizaciones locales, aceptaron participar en las próximas elecciones, bajo los paraguas del partido Alternativa Nueva Nación (ANN), en lo que se llama Convergencia por la Revolución Democrática (CRD). Este partido, surgido en 2003 de las filas de la URNG, resurgido con su actual nombre en el 2010, nunca logró ganar una diputación, pero sí «cogobernó» con Álvaro Colom (2008-2012). Pablo Monsanto, el actual Secretario de ANN, abandonó a la URNG, y fundó su partido, porque la asamblea nacional no lo reeligió como su Secretario General. En 1999, Monsanto, como Secretario General de la URNG, al igual que ahora, promovió la alianza electoral de izquierdas, denominada Alianza Nueva Nación, sin ningún futuro político.
Estas y otras experiencias nos indican que las alianzas con partidos políticos con dueños no tienen futuro político. Ocurre en la izquierda y en la derecha. Al final, por más que indígenas logren ganar diputaciones en ANN, los curules legalmente siempre pertenecerán al partido, y no a la organización indígena. De allí, la urgente tarea de que indígenas y campesinos cuenten con un instrumento político propio, construido asambleariamente de abajo hacia arriba.
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