Buenos Aires fue sede al mismo tiempo, esta semana, de dos encuentros internacionales, vinculados ambos a miradas muy opuestas de la realidad latinoamericana y del mundo. Por un lado, se produjo el desembarco de un indeseable grupo de dinosaurios de la derecha, timoneados por la familia Vargas Llosa, padre e hijo (de tal palo tal […]
Buenos Aires fue sede al mismo tiempo, esta semana, de dos encuentros internacionales, vinculados ambos a miradas muy opuestas de la realidad latinoamericana y del mundo.
Por un lado, se produjo el desembarco de un indeseable grupo de dinosaurios de la derecha, timoneados por la familia Vargas Llosa, padre e hijo (de tal palo tal astilla), que junto con los franquistas José María Aznar y Esperanza Aguirre, el chileno pinochetista Joaquín Lavín, la escuálida venezolana María Corina Machado y su partenaire Marcel Granier, el «gorila» boliviano Tuto Quiroga y su colega, el derechista uruguayos Luis Alberto Lacalle.
Todos ellos, se regocijaron en denunciar «el peligro de los populismos en Latinoamérica», incluyendo en su listado a todas las experiencias revolucionarias y progresistas que no acompañen el discurso de Washington. Obviamente convocaron postrarse mansamente ante el Dios Mercado que tantas desgracias generaró en nuestro continente, y reivindicaron al neoliberalismo fondomonetarista, ese mismo que ha convertido a Europa en un páramo de fábricas cerradas, desempleo, desahucios y suicidios.
Vargas Llosa explicaba con desparpajo que «los países pobres lo son porque así lo quieren» y que esa «falta de voluntad para progresar» genera «parálisis». Por supuesto que al tope de la lista de condenas, nombró a «la dictadura chavista» y no ahorró epítetos contra el brasileño Lula «por arrodillarse ante Chávez y ahora ante Maduro».
Aznar, el colega de ese Mariano Rajoy que cada día que pasa hunde a España en un pantano sin salida, reclamó a los (neo) liberales, en tono beligerante, «perder el miedo a decir lo que pensamos, no dejarnos adelantar por la copia cuando somos el original, y ofrecer más y mejor progreso a nuestras sociedades que el que podrán ofrecer nunca quienes nos imitan». En el colmo del caradurismo, expresó que en España «estamos trabajando duramente por superar las consecuencias económicas, políticas y sociales que dejaron gobiernos anteriores de izquierda», disimulando que los «anteriores» son ellos mismos y sus socios neoliberales del PSOE, que aplicaron las mismas recetas de destrucción del empleo y de política exterior ligada a la OTAN y a los Estados Unidos.
En fin, la derecha internacional, cerril, gorila, se hizo oír en los cenáculos más reaccionarios de Rosario y Buenos Aires, arropados por la Fundación Libertad y quienes aquí generan políticas de exclusión y confrontación cotidiana con los sectores populares, sindicales, estudiantiles y juveniles, como es el caso de Mauricio Macri, que no tuvo inconvenientes de ofrecer el teatro Colón para que esta «nternacional» fascistoide cierre sus deliberaciones. En la calle, sin embargo, el ambiente no era tan propicio, ya que por donde pasaron, fueron repudiados, escrachados y denunciados como lo que son: los responsables principales de que muchos países estén en la bancarrota económica o los cómplices de generar desestabilización allí donde, gracias a procesos populares imparables, la derecha haya perdido el control de la situación a través de las urnas y no le quede otro recurso que apelar a la violencia para recuperarlo, como ocurre en Venezuela o Bolivia, por citar ejemplos.
La otra Cumbre
Por las mismas horas, que el conclave derechista maldecía a la Revolución Bolivariana y a los populismos, en otro encuentro de gran envergadura, sindicalistas de todo el mundo se daban cita en la Legislatura porteña para reflexionar y lanzar propuestas de construcción urgente de un mundo «donde quepan todos los mundos». Convocados por la Secretaria de Relaciones Internacionales de la CTA, que dirige Adolfo Fito Aguirre, decenas de centrales sindicales de varios continentes discutieron sobre la «Visión política de los trabajadores sobre el desarrollo» y apuraron «iniciativas de poder para un mundo necesario».
Representantes de Australia, Angola, Bélgica, Brasil, Estados Unidos, España, País Vasco, Galicia, Francia, India, Malasia, México, Nigeria, Paraguay, Perú, Portugal, Venezuela, Sudáfrica y el Sahara Occidental, deliberaron durante dos jornadas, y condenaron duramente al neoliberalismo y sus políticas de criminal acumulación capitalista que sumergió y sumerge a países de todos los continentes en situaciones de hambruna y desestructuración social.
En el encuentro se puso énfasis en los grandes problemas que derivan de la aplicación de recetas capitalistas, como son la precariedad laboral, la falta de libertades sindicales que lleva a que se debilite el movimiento obrero en varios países, y la penetración cada vez más evidente de las trasnacionales que afectan la soberanía de los pueblos.
También se escucharon excelentes ideas sobre como construir más democracia participativa, y generar contra hegemonía cultural ya que con «el diálogo social solamente, no alcanza». Se dieron pautas para construir una agenda de acción política y sindical y se insistió en que lo más importante hoy, es la unidad en la acción y la resistencia a los modelos de agresión neoliberal contra la humanidad.
En las intervenciones se insistió en que el sindicalismo no es una entidad que está en decadencia, como quieren hacer creer los teóricos neoliberales y también «ciertos pícaros mal llamados progresistas», sino que es una fuerza pujante que tiene mucho que decir y hacer en la construcción de la sociedad presente y futura.
Julio Fuentes, titular de ATE de Argentina y Presidente de la Confederación Latinoamericana de Trabajadores Estatales, convocó a que desde las estructuras sindicales haya mayor involucramiento en temas centrales del presente. «No puede ser que en la lucha por el medio ambiente, el sindicalismo no tenga un rol fundamental, lo mismo que con la vivienda o la educación. Nosotros no podemos limitar nuestro accionar a las convenciones colectivas de trabajo y al salario. Si la vivienda no es salario, que me lo digan. La vivienda, la salud, la educación tienen que ver con el trabajo. Por eso creo que allí también necesitamos que nuestro sindicalismo amplifique su accionar y se haga cargo de la problemática real e integral que tienen el trabajador y su familia, expresó.
Por otra parte, se habló de que «El capitalismo rediseña nuevas políticas que conciben la desestructuración del movimiento sindical», según dijo el representante paraguayo Rodolfo Romero, mientras que un delegado francés se quejaba de las políticas neoliberales aplicadas en su país, que están posibilitando un notorio crecimiento de la derecha xenófoba que ataca al movimiento sindical y a los inmigrantes.
También se hizo oir Ashim Roy, presidente de la INTUI, la Central mayoritaria de la India que hace unos días protagonizó una huelga general que duró dos días y reunió no sólo a los trabajadores sino a toda la sociedad. «Durante 30 años el capitalismo nos ha venido pisoteando pero no vamos a bajar los brazos. No vamos a dejar que nos sigan robando la tierra, el agua, los recursos. Argentina y América Latina son un ejemplo en ese sentido porque han luchado contra las dictaduras y el neoliberalismo. Sigamos en la lucha», finalizó Roy.
Esta Conferencia Internacional anticapitalista y en defensa de la soberanía popular, al contrario de lo que pudo escucharse en el encuentro de la derecha, sí reivindicó la solidaridad con Venezuela Bolivariana y homenajeó a Hugo Chávez. También exigió el retiro de las tropas militares de Haití y manifestó su solidaridad con el pueblo saharaui que lucha contra la ocupación marroquí.
Como se ve, frente a la provocación contra la inteligencia y el progreso de los pueblos, gestada por los Vargas Llosa, los Macri o los Aznar, la sociedad argentina mostró rápidamente sus antídotos. En la calle con los escraches a tan repudiables personajes, y en el ámbito sindical, donde las voces de quienes encabezan la lucha contra el neoliberalismo depredador, se manifestaron por cerrar filas y seguir avanzando para construir una nueva sociedad, donde el ser human esté por encima del Mercado.
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