La extradición el pasado lunes de Cesare Battisti, tras 38 años de fuga de la justicia italiana, provee a Salvini y Bolsonaro de un marco para exhibir modos e intereses comunes y lanzar un aviso a navegantes.
El lunes 14 de enero Cesare Battisti aterrizaba en Roma donde le esperaban el primer ministro italiano Giuseppe Conte, el ministro de Interior, Matteo Salvini y el de Justicia, Alfonso Bonafede. Antiguo integrante de los Proletarios Armados por el Comunismo (PAC), uno de los grupos de izquierda que en los años 70 abrazó la lucha armada, Battisti había sido un día antes arrestado en Bolivia. Terminaban así casi cuarenta años de huida tras haber sido condenado en 1981 por pertenencia a banda armada y declarado culpable en 1993 por su implicación en cuatro asesinatos ocurridos a finales de la década de los 70. Al detenido le espera la cadena perpetua en su país.
«En directo desde el aeropuerto de Ciampino, finalmente el asesino comunista #CesareBattisti vuelve a la patria preso. Jornada histórica para Italia», con estas palabras compartía Salvini el vídeo de la llegada del prófugo en Twitter. Un episodio más de una espectacularización que ha sido criticada en su país, donde se ha acusado al mediático y siempre provocador líder de la Lega de querer capitalizar el encarcelamiento con fines políticos. «Se acabó la diversión», había ironizado el mismo domingo 13 cuando se conoció la detención.
Cesare Battisti siempre se declaró inocente de los cargos de asesinato. Huido el 4 de octubre de 1981, cuando ya estaba preso en la prisión de Frosinone (Lacio), se trasladó a Francia donde permaneció hasta el 2004, año en el se concedió su extradición a Italia. Desde entonces había vivido en Brasil, donde llegó a obtener el asilo político durante unos meses en 2009. Y aún cuando le fue retirado, el presidente Lula decidió no extraditarlo. Mantuvo el refugio hasta octubre de 2017 cuando el entonces presidente Michel Temer decidió retirárselo. Battisti recurrió la orden y durante un año el caso quedó en suspenso.
Si Battisti escapó de la justicia italiana por casi cuatro décadas fue porque contó con protección. Por un lado, entre la izquierda hubo quienes dudaron de la veracidad de los cargos, Battisti siempre se declaró inocente, y se especuló con la posibilidad de que antiguos arrepentidos del PAC adjudicasen al excamarada prófugo crímenes en los que no habría participado. Por otro lado, Francia y Brasil, países donde vivió sin que fuera extraditado, consideraron que en Italia los derechos humanos de Battisti no serían garantizados. Durante 15 años, entre 1981 y 1995, la conocida como «doctrina Miterrand» permitió que numerosos prófugos italianos provenientes de las Brigadas Rojas y otros grupos similares permanecieran en territorio francés.
«¡Felicidades a los responsables por la captura del terrorista Cesare Battisti! Finalmente se hará justicia para un asesino italiano y compañero de ideales de uno de los gobiernos más corruptos de existieron en el mundo (PT)», así aprovechaba Jair Bolsonaro la detención para atacar al Partido de Lula. Bolsonaro ha sido la pieza fundamental en el desenlace de la historia de Battisti. Fue en octubre de 2018 cuando el presidente brasileño se comprometió con el gobierno italiano a extraditar a Battisti. El fugitivo partió a Bolivia, de donde fue finalmente expulsado el domingo.
«El regalito está llegando», escribía el hijo del presidente Eduardo Bolsonaro a Salvini en twitter ante la extradición de Battisti, para no dejar dudas sobre la buena sintonía, también en lo personal, entre su padre y el ministro italiano. De hecho la expulsión directa desde la Paz ha permitido algo que no hubiese sido posible si hubiese pasado por Brasil: el cumplimiento íntegro de la condena. La legislación brasileña no permite la cadena perpetua, lo cual hubiese impedido que Salvini pudiera declarar en la televisión, sobre Battisti: «Puedo garantizar que acabará su vida en la cárcel, no saldrá ni un cuarto de hora antes de lo previsto».
Mientras, la decisión del gobierno boliviano de entregar directamente a Battisti -sin derecho a defensa ni respetando los procesos judiciales- ha motivado el descontento desde las propias filas del MAS, por la facilidad con la que Evo Morales se habría plegado a los deseos de Bolsonaro con quien confía negociar la venta de gas. Muy comentado fue en el país el reproche del hermano del vicepresidente Álvaro García Linera, Raúl quien publicó sobre este tema: » Hoy, por primera vez, este proceso de cambio actúa contrarrevolucionariamente, hoy los intereses del Estado se pusieron por encima de la moral revolucionaria, de la praxis revolucionaria».
Mientras tanto, en Italia, todo el arco parlamentario celebró la detención de Battisti. «Espero que no haya cantante, político o intelectual que esté de su parte», avisaba Salvini en otro de sus tuits, el mismo domingo. No ha habido una oleada de solidaridad, pero antiguos militantes de Rifondazione Comunista y otros partidos comunistas hablaban de amnistía, dado el tiempo transcurrido desde los hechos. También critican que la detención se haya convertido en un «trofeo» para Salvini y Bolsonaro, criticando la alianza con el líder brasileño. No se ignora la cruzada contra el comunismo que Bolsonaro ha anunciado a través de sus encendidas proclamas. Por otro lado Salvini ya ha anunciado que la de Battisti será la primera de muchas encarcelaciones de «terroristas comunistas» huidos en aquellos tiempos.
Fuente: http://www.elsaltodiario.com/italia/extradicion-cesare-battisti-acuerdo-bolsonaro-salvini