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La gran ilusión Sarkozy

Fuentes: SinPermiso.info

Dos tercios de los franceses piensan que Francia va cuesta abajo, y ese es el motivo principal de que Sarkozy sea desde esta noche el próximo presidente de la República. Además, los medios de comunicación han preparado su acceso a la presidencia insistiendo propagandísticamente durante años y sin desmayo en el tema del declive de […]

Dos tercios de los franceses piensan que Francia va cuesta abajo, y ese es el motivo principal de que Sarkozy sea desde esta noche el próximo presidente de la República. Además, los medios de comunicación han preparado su acceso a la presidencia insistiendo propagandísticamente durante años y sin desmayo en el tema del declive de Francia, así como en el tema conexo de la inseguridad.

Hay muchas maneras de reaccionar a ese sentimiento; una es mostrar que las estadísticas utilizadas para «demostrar» ese declive son muy selectivas (vésase, por ejemplo, el artículo «La desinformación económica juega un papel capital en las elecciones francesas», escrito por Mark Weisbrot). Pero se puede responder igualmente preguntándose por las soluciones que los declivistas proponen.

Mezclan éstos hábilmente dos problemas: el declive de Francia en relación con los países emergentes, sobre todo Asia, y el de Francia en relación con otros países industrializados, señaladamente EEUU e Inglaterra. La primera forma de «declive» es muy buena cosa: sólo significa que una parte del Tercer Mundo se desarrolla. Pero, como saben perfectamente que imitar a China y al India es cosa harto difícil, lo que proponen los declivistas es imitar el modelo anglosajón, capaz supuestamente de evitar el declive con una serie de medidas de flexibilización del trabajo, de destrucción de los derechos sociales adquiridos y de los servicios públicos, de medidas en materia de seguridad pública y de rearme moral.

Veamos, pues, la situación de su país favorito, los EEUU. Han gastado centenares de miles de millones de dólares en la invasión de Irak; han tenido allí miles de muertos, decenas de millares de heridos, y están allí completamente arrinconados; no pueden vencer, porque se han ganado la hostilidad de la inmensa mayoría de los iraquíes, pero no pueden irse porque sería el fin de su imperio. Así pues, van a seguir en Irak muchos años, van a perder allí todavía más hombres, más dinero y más prestigio, causando de paso sufrimientos inauditos e inútiles al pueblo iraquí. ¿Y por qué fueron a Irak? Entre otras, a causa de manipulaciones de la opinión pública en la cuestión de las armas de destrucción masiva. Tienen servicios de inteligencia que espían por el mundo entero, una prensa «libre» con medios gigantescos, universidades rebosantes de especialistas en todos los conflictos y problemas habidos y por haber en el planeta. Y a pesar de todo, no han sido capaces de entender cosas elementales, que hasta un niño que viaja a Oriente Medio comprende, y es a saber: que son detestados sobre todo por causa de su apoyo a Israel, y que cualquier intervención suya en la región está destinada a provocar un rechazo masivo. Si esa mezcla de incapacidad, ignorancia y arrogancia no es síntoma de una sociedad en declive, no sé yo muy bien qué pueda serlo. Francia, en cambio, que todavía en 2003 estaba gobernada por una elite «envejecida, anticuada, inadaptada al mundo, etc.», pero capaz de pensar, no se metió en esa locura.

Pero eso no es todo: el resto del mundo, y Francia en particular, se supone que no deja de «imitar a EEUU». Pues bien; imaginemos que, con un toque de barita mágica, el resto del mundo se pusiera realmente a imitar a EEUU. ¿De dónde vendrían entonces el petróleo y las otras materias primas que los EEUU importan en abundancia y sin las cuales su sociedad no podría sobrevivir mucho tiempo? ¿De dónde vendrían los trabajadores inmigrados, a menudo «clandestinos», es decir, privados de derechos, o los productos importados a bajos precios (y no pagados, es decir, financiados por los déficit crecientes) que permiten a los trabajadores que perdieron sus empleos industriales mantener, mal que bien, su nivel de vida? ¿De dónde, finalmente, vendrían los cerebros que los EEUU saquean del resto del mundo, porque atraer con salarios elevados a gentes ya formadas sale mucho menos caro que financiar un verdadero sistema de educación de masas?

El hecho es que el modelo americano es inimitable, porque su simple supervivencia supone la existencia de un mundo exterior a los EEUU que no se les parezca. Es verdad que la situación es muy parecida en Europa, pero precisamente : el grado de semejanza con » el modelo americano » constituye la mejor vara para medir nuestro declive. Además, Francia no tiene el poderío de los EEUU, y es menor su capacidad para mantener temporalmente una situación insostenible a largo plazo.

La elección de Sarkozy es elegir la imitación acelerada del modelo americano, es decir, elegir el verdadero declive.

* Jean Bricmont, miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO, es profesor de física en la Universidad de Louvain la Neuve, Bélgica. Es miembro del Tribunal de Bruselas. Su último libro acaba de publicarse en Monthly Review Press: Humanitarian Imperialism. Es sobre todo conocido en el mundo hispano por su libro -coescrito con el físico norteamericano Alan Sokal- Imposturas intelectuales (Paidós, 1999), un brillante y demoledor alegato contra la sedicente izquierda académica relativista francesa y norteamericana en boga en los últimos lustros del siglo pasado.