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La herejía de los griegos nos da esperanza

Fuentes: Agenda Roja

Mientras que la clase política británica nos quiere hacer ver que el matrimonio concertado entre dos partidos que son «dos zapatos del mismo pie» es democrático, para el resto de nosotros la inspiración está en Grecia. Apenas nos soerprende que Grecia no se presente como un referente, sino como un «país basura» que recibe su […]

Mientras que la clase política británica nos quiere hacer ver que el matrimonio concertado entre dos partidos que son «dos zapatos del mismo pie» es democrático, para el resto de nosotros la inspiración está en Grecia. Apenas nos soerprende que Grecia no se presente como un referente, sino como un «país basura» que recibe su merecido por su «hinchado sector público» y su «cultura de escatimar gastos» ( en el Observer ). La herejía de Grecia consiste en darnos una esperanza real tras el levantamiento de su pueblo a diferencia del derroche de la Casa Blanca en el señor de la guerra.

La crisis que ha llevado al «rescate» de Grecia por parte de los banqueros europeos y el FMI es el resultado de un sistema financiero grotesco que, a su vez, está en crisis. Grecia es un microcosmos de guerras de clase modernas que raramente se presentan como tales y que están alentadas por la urgencia del pánico entre los ricos imperialistas.

Lo que disingue a Grecia es que entre sus recuerdos más vivos están las invasiones, la ocupación extranjera, la traición de Occidente, la dictadura militar y la resistencia popular. El pueblo no se deja amilanar por el corporativismo corrupto dominante en la UE. El gobierno conservador de Kostas Karamanlis, que precedió al actual gobierno (laborista) de George Papandreou, fue descrito por el sociólogo francés Jean Ziegher como «una máquina para saquear sistemáticamente los recursos del país»

La máquina tenía amistades infames. La Junta de la Reserva Federal de EEUU está investigando la actuación de Goldman Sachs y otros operadores de fondos de alto riesgo norte-americanos que apostaron por la bancarrota de Grecia al liquidar fondos públicos y sus ricos evasores de impuestos ingresaron 360 billones de euros en bancos suizos. Los más grandes propietarios del sector naval transladaron sus compañías a países extranjeros. Esta hemorragia de capital continúa recibiendo el visto bueno de los gobiernos y bancos centrales europeos.

Al 11% el déficit griego no es más alto que el de EEUU. Sin embargo, cuando el gobierno de Papandreou intentó pedir crédito en el mercado financiero internacional, fue de hecho bloqueado por las agencias de evaluación de riesgo estado-unidenses, que bajaron a Grecia a la categoría de «basura». Estas mismas agencias le asignaron la calificación de triple-A a billones de dólares en supuestos títulos hipotecarios subprime y de esa forma precipitaron el colapso económico en 2008.

Lo que ha ocurrido en Grecia es un robo de dimensiones épicas, pero no por ello desconocidas. En Gran Bretaña, el rescate de bancos como el Norther Rock y el Royal Bank of Scotland ha costado billones de libras. Gracias al anterior Primer Ministro, Gordon Brown, y su pasión por los codiciosos instintos del centro financiero de Londres, estas donaciones de dinero público se daban sin poner condiciones, y los banqueros han continuado pagándose unos a otros el botín que denominan bonos. Bajo la monocultura política británica, pueden actuar a su antojo. En EEUU, la situación es aún más llamativa, según el periodista de investigación David DeGraw, » [ya que los principales bancos de Wall Street] que destruyeron la economía no pagan impuestos y obtienen 33 billones de dólares en devoluciones».

En Grecia, al igual que en EEUU y Gran Bretaña, se les ha dicho a las clases populares que tienen que pagar las deudas de los ricos y poderosos que las contrajeron. Trabajos, pensiones y servicios públicas van a quedar arrasados , de ello se encargará el sector privado. Para la Unión Europea y el FMI, se presenta la oportunidad de «cambiar la cultura» y desmantelar el bienestar social de Grecia, de la misma manera que el FMI y el Banco Mundial han «ajustado culturalmente» países en vías de desarrollo (empobrecidos y controlados).

Se odia a Grecia por la misma razón que Yugoslavia tuvo que ser destruida bajo la pretensión de proteger al pueblo de Kosovo. La mayoría de los griegos trabaja para el Estado, y tanto jóvenes como sindicatos forman una alianza popular que no se ha apaciguado; los tanques en el campus de la universidad de Atenas sigue siendo un espectro político. Tal resistencia resulta una abominación para los bancos centrales europeos y se considera un obstáculo para la necesidad del capital alemán de atrapar mercados después de la poblemática reunificación de Alemania.

En Gran Bretaña, ha sido tal la propaganda durante 30 años de una teoría económica extrema conocida primero como monetarismo, después como neoliberalismo, que el nuevo Primer Ministro, al igual que su antecesor, puede exigir a las clases populares que paguen las deudas de los estafadores y al mismo tiempo describir esta operación como «fiscalmente responsable». No se mencionan ni la pobreza ni la clase social. Casi un tercio de los niños británicos viven en la miseria. En la clase trabajadora de Kentish Town en Londres, la esperanza de vida de los hombres es de 70. A 3 kms de distancia, en Hampstead, es de 80. Cuando Rusia fue sometida a una «terapia de choque» similar en los años 90, la esperanza de vida cayó en picado. Oficialmente unos 40 millones de Norte-americanos empobrecidos reciben en la actualidad bonos de comida: es decir, que no tienen dinero ni para alimentarse.

En los países en vías de desarrollo, el Banco Mundial y el FMI lleva mucho tiempo decidiendo si la gente vive o muere imponiendo un sistema de tres edades. Siempre que los aranceles y los subsidios para la alimentación y la energía se eliminan bajo el dictado del FMI, los pequeños agricultores saben que han sido declarados prescindibles. El Instituto de Recursos Mundiales calcula que el índice de mortalidad infantil alcanza los 13- 18 millones de muertes al año. «Esto», escribe el economista Lester C. Thurow, «no es una metáfora ni un símil de guerra, sino la guerra misma»

Fuerzas imperialistas de este tipo son las que han usado armas militares terribles contra países asolados cuya población mayoritaria está formada por niños/as, y aprobaron la tortura como instrumento de política exterior. En las elecciones británicas se ha seguido la política de la negación, no permitiendo que estos ataques contra la humanidad, en los que Gran Bretaña toma parte activamente, interfirieran en el proceso.

Quienes han salido a las calles de Atenas no padecen esta enfermedad. Tienen claro quén es el enemigo y se consideran una vez más bajo ocupación extranjera. Y, una vez más, se han levantado con valentía. Cuando David Cameron empiece a recortar 6 billones de libras de los servicios públicos de Gran Bretaña, les estará haciendo creer a los británicos que lo sucedido en Grecia no va a darse en Gran Bretaña. Deberíamos demostrar que se equivoca.

Traducido por Rosa Moya Sánchez

Enlace al artículo original: http://dissidentvoice.org/2010/05/the-heresy-of-the-greeks-offers-hope/

http://www.agendaroja.org/?p=374