Los sindicalistas británicos están acostumbrados a la hostilidad de los medios de comunicación. Los trabajadores en huelga son presentados constantemente como saboteadores de la economía. El objetivo de esta propaganda es aislar y desmoralizar a los huelguistas. Los obreros de la construcción que trabajan en la refinería petrolera de Lindsey no esperaban contar con el […]
Los sindicalistas británicos están acostumbrados a la hostilidad de los medios de comunicación. Los trabajadores en huelga son presentados constantemente como saboteadores de la economía. El objetivo de esta propaganda es aislar y desmoralizar a los huelguistas. Los obreros de la construcción que trabajan en la refinería petrolera de Lindsey no esperaban contar con el apoyo de la prensa «amarilla» en su lucha por la defensa del convenio colectivo y condiciones laborales.
Pero en esta ocasión el escándalo de los periódicos y canales de televisión ha alcanzado cotas inauditas, en lo que ha sido una burda campaña de manipulación de la opinión pública. De hecho, han tratado de presentar conscientemente la huelga como una protesta con connotaciones racistas, una lucha contra los trabajadores extranjeros y por la defensa de los puestos de trabajo «británicos».
En los mítines y manifestaciones los periodistas de la prensa amarilla británica llevaron pancartas a los huelguistas. Estos periodistas sin ningún tipo de escrúpulo buscaron las fotografías y declaraciones, reales o inventadas, que intentaban demostrar hostilidad de los huelguistas hacia los trabajadores extranjeros que «han robado a los británicos sus puestos de trabajo».
La huelga, que ha conseguido una gran victoria, consiguió un acuerdo sobre las condiciones laborales de todos los asalariados independientemente de su nacionalidad. Las reivindicaciones de los huelguistas pretendían impedir que la refinería contratara a subcontratistas que se niegan a pagar los mismos salarios que a los otros trabajadores. Este enfoque de la lucha no tiene nada de racista. Se trata simplemente de evitar que los empresarios jueguen con los trabajadores para intentar sortear el convenio colectivo. Además, han garantizado 102 puestos de trabajo adicionales para los trabajadores británicos y todos los trabajadores extranjeros estarán cubiertos por el convenio colectivo nacional. Esta medida garantiza que los trabajadores no ganarán menos si trabajan para contratistas extranjeros, ni tampoco minarán sus condiciones laborales ni sindicales.
Manipulación descarada
En Internet se pueden encontrar dos ejemplos de cómo la televisión, incluida la BBC, ha trucado las entrevistas a los trabajadores con el objetivo de distorsionar el sentido de sus palabras. En uno de esos reportajes aparecido en el informativo Noticias a las diez, aparece un trabajador diciendo que no quiere trabajar junto a trabajadores italianos o portugueses. Sin embargo, en la versión no cortada de la entrevista, emitida en el informativo nocturno Newsnight, es evidente que el trabajador dice que no puede trabajar con ellos debido a la política de segregación que pone en práctica la empresa italiana responsable de la construcción de las nuevas instalaciones de la refinería.
El papel de los medios de comunicación es dividir a los trabajadores. El diario The Sun y el Daily Star publicaron fotografías con pancartas en las que se podía leer: «Los empleos británicos para los trabajadores británicos». En la manifestación y en el piquete de otro lugar, en la Isla de Grain, un periodista sacó esos carteles y pidió a los huelguistas que los cogiesen para hacer una foto. Un fotógrafo italiano, presente en la asamblea realizada fuera de los locales del sindicato UNITE (con dos millones de afiliados), adoptó una estrategia similar. Sacó una bandera británica, la Union Jack, e intentó convencer a un trabajador para que se dejase fotografiar con ella. La foto iba a ser publicada en Italia para «demostrar» que los trabajadores italianos eran objetivo del sentimiento racista de los huelguistas británicos. Afortunadamente, al ver la maniobra, los delegados sindicales intervinieron para impedirlo. Un trabajador que presenció la escena resumía el verdadero estado de ánimo de los manifestantes: «Tengo más en común con los trabajadores de Letonia, Polonia o Italia que con cualquier patrón británico». En la manifestación de los trabajadores de la Isla de Grain no hubo una sola bandera nacional, ni una sola pancarta en la que apareciesen las palabras: «los empleos británicos». Las banderas eran las de los sindicatos y el lema era la unidad, una unidad de clase independientemente de la nacionalidad.
Los representantes sindicales se negaron a unirse a la campaña racista de la prensa amarilla. Pero sorprendentemente, el secretario general del sindicato UNITE, Derek Simpson, accedió a posar para el Daily Star, rodeado de dos mujeres jóvenes que llevan camisetas con la imagen del periódico y con los mismos carteles: «los empleos británicos para los trabajadores británicos». Ese mismo día, los fotógrafos del Daily Star y las mujeres en cuestión habían estado en el piquete de huelga, pero los huelguistas les habían dejado claro que no eran bienvenidos.
Es un escándalo que Simpson se prestase a ser utilizado como parte de esta distracción nacionalista que intenta desviar la atención de lo verdaderamente importante y que apela a los prejuicios más atrasados. Muchos militantes de UNITE se preguntarán por qué Simpson ha permitido que el nombre del sindicato sea utilizado de esa manera tan escandalosa.
Los trabajadores de la Isla de Grain dieron una lección. Esa es la única manera de luchar contra estos elementos antisindicales que pretenden «apoyar» a los trabajadores mientras al mismo tiempo socavan su solidaridad y su lucha.