El gobierno francés ha lanzado una fuerte ofensiva contra los ferroviarios y ferroviarias y, más globalmente, contra el servicio público del ferrocarril. La espada de Damocles pende sobre miles de kilómetros de línea ferroviaria no rentables; la empresa pública SNCF se convertirá en sociedad anónima, la deuda ferroviaria seguirá ahí; el transporte público de viajeros […]
El gobierno francés ha lanzado una fuerte ofensiva contra los ferroviarios y ferroviarias y, más globalmente, contra el servicio público del ferrocarril. La espada de Damocles pende sobre miles de kilómetros de línea ferroviaria no rentables; la empresa pública SNCF se convertirá en sociedad anónima, la deuda ferroviaria seguirá ahí; el transporte público de viajeros se abrirá al sector privado como ya ha ocurrido con el transporte de mercancías, y lo que queda en el sector público será filializado.
Para el personal de la SNCF será el fin de su Estatuto que definía los «derechos y deberes» de las y los ferroviarios y ferroviarias. Más ventajoso en algunos puntos que la normativa común aplicada en Francia, cuenta también con disposiciones más restrictivas en lo que respecta a la flexibilidad en las condiciones laborales, teniendo en cuenta el carácter permanente del servicio público ferroviario (365 días sobre 365, 24 horas sobre 24). Pero el Estatuto también contempla normas colectivas en materia de remuneración y progresión salarial a lo largo de la vida laboral, la imposibilidad de aplicar despidos económicos, derechos sindicales logrados a lo largo de los años y un régimen especial de pensiones que ya sufrió recortes importantes en 2007.
La huelga empezó el 3 de abril en la SNCF, pero las federaciones de la CGT, UNAS y la CFDT impusieron un calendario de 36 jornadas de huelga desde esa fecha hasta el 30 de junio, bajo la forma de 18 huelgas de 2 días. Su rechazo a una huelga reconducible (sin paréntesis, pero decidiendo en cada ocasión), defendida por SUD-Rail (Solidaires) y FO, ha generado una situación poco propicia para la necesaria dinamización del movimiento desde la base, Este texto no es un balance: la huelga sigue su curso y es necesario participar en ella, apoyarla y… debatir para hacerla más eficaz.
Auto-organización, democracia en la lucha, asambleas generales: ¡un retroceso de más de 30 años!
Las federaciones de UNSA y la CFDT pueden presentar una imagen de sindicatos combativos, pero menos; ¿unas pocas jornadas de huelga, antes de dejar caer todo? 1/ Así, la federación de la CGT puede poner fin a la práctica de asambleas generales en la que son las y los huelguistas quienes deciden realmente sobre la huelga; una conquista de hace más de 30 años en la SNCF (la huelga más larga de su historia, 1986/1987 2/) que muchos burócratas sindicales no han dejado de combatir. Es cierto que formalmente se realizan las asambleas general, pero sin contenido. De golpe, en el mejor de los casos, se han convertido en mítines sindicales y, en el peor, en asambleas de delegados y delegadas. Desde antes de la reunión interfederal del 15 de marzo que definió el calendario de huelgas de 48 horas, se veía venir el riesgo. Muchos militantes sinceros no fueron conscientes o no quisieron verlo y esto se acaba pagando.
Más de un tercio del personal de la SNCF debe rellenar, 48 horas antes de la huelga, una «declaraciones individual de intenciones (DII)» si hará huelga o no, precisando a qué preaviso [de qué sindicado] se suma. Inevitablemente la mayoría se suma al llamamiento unitario (CGT/UNSA/CFDT) de 48 horas no prorrogables. A partir de ahí, las y los conductores, controladores, guardagujas y resto de personal que haya depositado su DII no puede «reconducir» la huelga [una vez concluidas las 48 horas] sin entrar en una situación irregular 3/ . Para el resto, la publicidad hecha sobre el calendario que va del 3 de abril al 30 de junio les lleva a elegir su día de huelga entre las 36 fechas anunciadas. Y, una vez que todo el mundo tiene el programa, ¿qué sentido tiene participar en las asambleas generales?
La campaña desarrollada durante semanas sobre la fórmula «busquemos una forma de acción que no sea onerosa para las y los huelguistas» 4/ ha pesado; tanto más cuando la mayor parte del tiempo, la batalla para hacerle frente no se ha realizado para no debilitar la unidad. Por la misma razón, no ha existido un debate real sobre las formas de acción. De ese modo, el calendario de 18 huelgas de 48 horas se ha impuesto como el evidente punto de partida.
Y ahí está el problema. Porque una vez que se empieza así, estaba prácticamente claro que se llegaría a la situación que conocemos desde principios de abril: huelgas sucesivas que ocupan el espacio mediático, pero un número de huelguistas que no está a la altura de lo que haría falta. Y, sobre todo, la imposibilidad de generar una dinámica de auto organización, que las y los huelguistas controlaran el desarrollo de la huelga. Un elemento determinante, no sólo en relación a las prácticas sindicales defendidas y aplicadas, sino también para la eficacidad de la lucha.
Las huelgas se suceden, pero ¿hacia dónde?
El 22 de marzo tuvo lugar una gran manifestación nacional de ferroviarios y ferroviarias. Más allá de las cifras de la manifestación, lo que era impresionante era el número de huelguistas; más aún cuando ese día la mayoría de las federaciones sindicales 5/ no llamaron a la huelga. A pesar de la convocatoria interfederal del 15 de marzo, esta movilización ofrecía la oportunidad para imponer otra dinámica a partir de primeros de abril. Pero como se ha visto, no ha sido así.
¿Dónde nos encontramos? Como era de esperar, la propaganda patronal y gubernamental consiste en explicar que la huelga se debilita. Es tan habitual que ya no tiene efecto. Pero, a la inversa, resulta ridículo afirmar que el número de huelguistas es excepcional. Sobre todo es muy desigual dependiendo de categorías. Muy fuerte entre las y los conductores, la huelga no llega a la altura de lo que debía ser una huelga nacional de larga duración entre los agentes de las estaciones, el personal de mantenimiento o en los talleres. Esto es producto de la modalidad de huelga, como hemos explicados más arriba.
La forma de acción elegida permite que el tema continúe siendo de actualidad a nivel mediático durante mucho tiempo. Por otra parte, todos los días, todas las federaciones publican octavillas o comunicados, retomando una práctica que durante mucho tiempo solo la desarrollaban Sud-rail y Solidarires. Ahora bien, muchos huelguistas comienzan a tener dudas, con fundamento: sí, el movimiento continúa, pero ¿cuáles son sus efectos? Ahí está el quid de la cuestión. Una determinada concepción del sindicalismo afirma que la huelga sirve puntualmente para mostrar «la fuerza y el cabreo», tras lo que la patronal y el gobierno negocia y se cierra el capítulo. No es ese el sindicalismo que defendemos y practicamos nosotros: para nosotros la huelga se hace para ganar; las negociaciones se tienen que hacer con la presión de las y los huelguistas; la huelga constituye un momento de ruptura con el sistema que permite contemplar otras movilizaciones más fuertes. Quienes sólo quieren «mostrar su fuerza» se ven confrontados a un problema de envergadura: el gobierno y la patronal no se plantean negociar nada; sólo la relación de fuerzas puede obligarles a torcer el brazo. Y eso pasa por bloquear la economía, por bloquear la actividad ferroviaria de forma duradera.
¿Es posible dar un salto adelante en base al movimiento actual para llegar a ello? ¿O bien, el bloqueo es tal que es mejor recuperar el aliento para dar el salto? El futuro próximo lo dirá… Una cosa es clara: no es multiplicando la perdida de salarios mediante una sucesión de huelgas no prorrogables como mejor se prepara una huelga prorrogable. Ahí está la experiencia de 2016 como muestra 6/
Propuestas alternativas para el sector ferroviario
En parte para ganar la batalla de la opinión pública, pero también para darle credibilidad a la huelga frente a los adversarios sociales 7/ cada federación ha puesto sobre el tapete propuestas alternativas sobre otro modelo de ferrocarril público 8/. Los temas que se abordan son muchos e interesantes: historia del ferrocarril, explotación e infraestructuras, deuda, transporte, medioambiente y ecología, actividades ya privatizadas, situación en otros países, etc.
Si bien nadie piensa que esos documentos van a convencer a Guillaume Pepy [director general de la SNCF) o a los diputados y diputadas [de la Asamblea Nacional, que vota la reforma], en ellos encontramos interesantes pistas de reflexión para imaginar colectivamente un servicio ferroviario público autogestionado conjuntamente por quienes lo hacen funcionar y lo usan… Un trabajo que deberá continuar para cuestionar la hegemonía del modelo capitalista y abrir la reflexión colectiva hacia nuevos horizontes…
Las organizaciones políticas
Diversas organizaciones de izquierda (incluso algunas que han colaborado con gobiernos responsables de otros retrocesos sociales) han dado su apoyo a las ferroviarias y ferroviarios. Lo que estuvo bien para contrarrestar un poco la Brunete mediática contra la huelga. Pero más que declaraciones mediáticas, ¡lo que necesitamos es militantes que organicen huelgas! Y este es el límite evidente de quienes piensan que las organizaciones políticas (en realidad su organización política) constituyen la salida política a las luchas sociales: ¡unos y otras cuentan sobre otros para construir la alternativa política a las luchas sociales! La verdadera alternativa política son las luchas en sí: quien participa en ellas conoce hasta que punto, sobre todo durante movilizaciones largas en las que las y los huelguistas se encuentran día a día, ¡las utopías, las alternativas, los cambios radicales ganan credibilidad a ojos de todo el mundo!
El sindicalismo es política, su campo de acción engloba tanto la defensa de las reivindicaciones en el marco de la sociedad actual como la acción para su transformación radical. Por acción que engloba cosas muy diferentes y complementarias a la formación y la información, una campaña larga y una huelga, la organización colectiva y el apoyo a la auto-organización,… La opresión vinculada al sistema capitalista, la opresión económica fruto de las relaciones de producción y del derecho de propiedad, es común a todos y todas las personas de «abajo». Es ahí donde se juega la lucha de clases: ¿eso no es política? Ello no impide considerar que existen otras formas de opresión que, por otro lado, no tiene ningún interés jerarquizarlas, ni entre ellas, ni frente a la opresión económica. Las luchas contra las opresiones y a favor de la igualdad, la libertad, etc., también son política.
Es necesario profundizar en la noción de la «organización sindical y popular»: luchar contra la patronal, contra la jerarquía, a favor de otro tipo de trabajo, etc., pero también la lucha de las mujeres, de las personas discriminadas por su origen, de las LGBT, se las sin-techo… El reparto de papeles entre quienes quieren que el partido se ocupe de la política y el sindicalismo de lo social es un camino sin salida. Mientras los sindicatos constituyen, o deberían constituir, un instrumento de organización autónoma de la clase obrera (¡que ya es algo!) ese reparto de roles les reduce a una función menor, negándoles la capacidad para actuar para cambiar la sociedad. A la inversa, lleva a las organizaciones políticas a considerar que esta tarea les corresponde a ellas solo y que por tanto está desconectada de los movimientos sociales.
La caja de resistencia
Al igual que en otras movilizaciones largas, profesionales o interprofesionales, se habla de la caja de resistencia. Cada organización sindical ha puesto la suya y en esta ocasión determinadas personalidades han puesto en pie otra. La cantidad recaudada en esta última se remite a una asociación creada por las cuatro federaciones sindicales representativas 9/ de la SNCF y se repartirá en función del resultado de las últimas elecciones sindicales. Esta forma de hacer las cosas, además excluir a FO, conlleva que al cabo de un mes de huelga, CFDT o UNSA cuentas con tanta afiliación que hace huelga como la CGT o Sud-rail, lo que no es cierto. Aquí también, ¡prioridad a las organizaciones sindicales, no a las y los huelguistas!
Pero, lo más importante, ¿qué representan esas cantidades tan importantes que se mencionan en los comunicados? ¿Un millón de euros? En la SNCF hay 150 000 personas en plantilla; si partimos de la base que el 50% hace huelga, las personas a indemnizar serán 75 000 personas; si somos un poco pesimistas y reducimos el porcentaje al 33% de huelguistas, cada uno y cada una de las 50 000 personas en huelga recibirá 20 euros. Lo que no es mucho en relación a tantos días de huelga.
No hay soluciones milagrosas para la caja de resistencia:
· O bien las estructuras sindicales la organizan a largo plazo; es decir, estableciendo que una parte de la cuota sindical se dedique a ese fin, lo que permite acumular al cabo del tiempo una cantidad a la altura de las necesidades (es lo que en Francia hace… la CFDT desde hace cincuenta años);
· O bien se organiza en el momento de las huelgas, pero gestionada muy localmente, a pequeña escala, lo que permite redistribuir entre las y los huelguistas las cantidades acumuladas (por ejemplo de comerciantes locales…), que hará que necesariamente sea desigual a nivel nacional, si bien muy útil allí donde exista, no solo a nivel financiero, sino también porque conlleva una relación entre huelguistas y el resto de la población.
La primera solución, la más eficaz, nos remite al lugar de los sindicatos en el movimiento social y político. Tiene que ser central, a largo plazo, no descubrirse solo cuando se convocan grandes movilizaciones. Implícitamente esto plantea también la cuestión de la relación entre la clase obrera y el resto de clases sociales… El tema de las cajas de resistencia podría constituir un excelente ejercicio práctico para los colectivos militantes de las diferentes organizaciones sindicales que desean unificar el sindicalismo combativo…
El mundo más allá de las y los ferroviarios
Sin duda, la ofensiva actual contra la SNCF se inscribe en una ofensiva más general. Las y los pensionistas han visto cómo su poder de compra se ha reducido en un buen tajo estos últimos meses; el acceso a la universidad va a ser selectivo, muchas empresas continúan despidiendo gente para engordar las cuentas de sus accionistas; en la Función público y en los servicios públicos, el sufrimiento en el trabajo, las depresiones y los suicidios se multiplican. Hay huelgas en varios sectores: Air France, Estudiantes de Comercio, etc. Sin contar los trabajadores y trabajadoras sin-papeles que reivindican su regularización.
Debilitado por las importantes derrotas de los últimos años, al movimiento sindical le cuesta organizar la respuesta a la altura de las circunstancias. La CGT decidió por su cuenta organizar movilizaciones el 19 de abril a las que se sumó Solidaires. Una vez más esto se traduce en manifestaciones en las que domina la participación de las y los militantes sindicales sin arrastras al conjunto de las y los asalariados. El 3 de mayo está anunciado una huelga en la Enseñanza. El conjunto de las y los funcionarios la harán el 22 de mayo. Las y los pensionistas se manifestarán por toda Francia el 14 de junio.
¿Es urgente anuncias fechas consecutivas o reconstruir útiles sindicales sólidos, con perspectivas de ruptura creíbles, capaces de dar confianza a las trabajadoras y trabajadores?
En relación al contexto actual en Francia, el comunicado de la Red sindical internacional de solidaridad y de lucha 10/ lo resume así:
«Al enfrentarse con diversos movimientos sociales, el gobierno francés demuestra, una vez más, que los Estados no dudan en recorrer a la fuerza policial y a leyes liberticidas para intentar amordazar los movimientos sociales.
A finales de marzo, el llamado juicio de Tarnac, nos recordó cómo el aparato judicial, al servicio de la policía, podía crear y luego alimentar una mentira de Estad. Por encima de este ejemplo mediatizado, muchos habitantes, tanto hombres como mujeres de los barrios populares, conocen a diario discriminaciones y presiones policiales.
En Notre-Dame-Des-Landes, el Estado intervino violentamente para evacuar a aquellas y aquellos que mantuvieron en vida ese pedazo de tierra, convertido en Zona que hay que defender. La resistencia, la construcción de alternativas, la solidaridad… esas tantas nociones que no cuadran con el sistema capitalista establecido. Y cuando quienes gestionan el sistema lo creen conveniente, ellos y ellas usan la violencia.
Lo mismo pasa con las Universidades francesas: la policía y a veces grupos fascistas armados intervienen en ellas, cubiertos por la institución.
Frente a todo ello, nuestras armas son nuestro número, nuestra solidaridad, nuestras diferencias que entendemos como una riqueza colectiva, nuestros combates respectivos. El sindicalismo se ve directamente involucrado en ello/ en Notre-Dame-des-Landes, existe un grupo intersindical, el sindicalismo estudiantil está presente en las Universidades. Pero, ante todo, el movimiento sindical debe seguir activo contra las violencias policiales. Que los jóvenes se hayan convertido en el blanco principal, no es mera casualidad.
La presencia en las Zonas que hay que defender y las manifestaciones de apoyo son necesarias. Pero, para ganar juntos, hay que multiplicar los frentes de lucha: Notre-Dame-des-Landes y ¡ los ferroviarios y ferroviarias! ¡ Universidades, y también los empleados y empleadas de Carrefour, de Ford o de Correos! ¡ l@s jubilad@s y también el personal sanitario!¡En Francia y en otros lugares!»
¡Para que nuestras luchas sean UNA, construyámoslas juntos! Mayo está a la vuelta de la esquina… No es más que el principio.
Notas
1/ Una reciente tribuna publicada en Le Monde por los secretarios generales de la Confederación y la Federación de ferroviarios de la CFDT va en ese sentido. En realidad, los sindicatos habitualmente calificados de «acompañamiento» se ven confrontados a una política patronal y gubernamental que no llegan a comprender: el macronismo marca una nueva etapa en la refundación social deseada por una parte de la patronal. En la lógica de liquidar los cuerpos intermedios, al sindicalismo institucional no le resta más que un espacio residual; incluso se le considera prescindible, como un obstáculo. La vocación del sindicalismo de acompañamiento, de hacer como que decide, está en ruinas.
2/ Ver en Les utopiques n°3: «La grève des cheminots 1986/87 à Paris Gare de Lyon; le bilan de la section syndicale CFDT» [Christian Mahieux] et «La grève des cheminots 1986/87 vue de l’agglomération rouennaise; une expérience d’auto-organisation» [Jacques Hais]. www.lesutopiques.org
3/ Efectivamente, muchas huelgas importantes se hicieron sin preaviso, es decir, de forma irregular, ilegal. Pero para ello es necesario que el ambiente, la dinámica (y determinadas organizaciones sindicales) empujen en esas dirección.
4/ Frente a la importancia de los ataques, nos podíamos esperar un posicionamiento más ofensivo y motivador….
5/ UNSA y SUD-Rail depositaron un preaviso de huelga nacional.
6/ Ver en Les utopiques N3, «La grève de 2016 dans le secteur ferroviaire» [Mathieu Borie, Christian Mahieux, Frédéric Michel, Julien Troccaz]. www.lesutopiques.org
7/ Otros hablan de «interlocutores sociales».
9/ Se trata de la reprentatividad definida por la Ley que retoma la posición común acordada entre la CGT/CFDT/Patronal en 2008: no se incluye a las organizaciones sindicales que no hayan obtenido más del 10% de vortos en la empresa. Es decir, solo superan la barrera CGT, UNSA, SUD-Rail et CFDT. No FO que, sin embargo, llama a la huelga.
10/ www.laboursolidarity Red de organizaciones sindicales (nacionales o locales, sectores o interprofesionales), de corrientes y tendencias sindicales de diversos países a nivel internacional.
Mathieu Borie, Christian Mahieux, Frédéric Michel, Julien Troccaz. Sindicalistas de la Union syndicale Solidaires
Traducción de Viento Sur