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Campaña electoral italiana

La Iglesia, en su sitio

Fuentes: Il Manifesto

¡Menuda campaña electoral! Pocas ideas, bajezas, zarpazos, excusas, incluso Vespa (1) se aburre. En el Pueblo de la Libertad las consignas de siempre rebosan desprecio contra el adversario. Berlusconi añade una prudente alusión a los tiempos difíciles por venir -recesión, el cambio del euro demasiado alto, el petróleo por las nubes-, debido a los cuales […]

¡Menuda campaña electoral! Pocas ideas, bajezas, zarpazos, excusas, incluso Vespa (1) se aburre. En el Pueblo de la Libertad las consignas de siempre rebosan desprecio contra el adversario. Berlusconi añade una prudente alusión a los tiempos difíciles por venir -recesión, el cambio del euro demasiado alto, el petróleo por las nubes-, debido a los cuales (aunque no lo dice) habrá que apretarse el cinturón. Por el contrario, Veltroni apuesta a la carta de las buenas maneras, si bien ayer se le escapó un «quien vence manda», lo que prueba que ambos tienen la misma idea de la democracia

Éste sin embargo no nos pone sobre aviso respecto de las vacas flacas: ¡Suficiente peligro procedente del exterior, han sido la izquierda y el centro izquierda, que lo confundían todo, que se dejaban atar las manos por la nefasta ideología que contraponía patrones y obreros, propietarios y desposeídos, bienes privados y bienes públicos! ¡Desembaracémonos de esta paralizante vergüenza! Esto lo piensa incluso Galli della Logia (2). Poned las riendas en manos más jóvenes y refractarias a las fantasías sociales, e Italia volverá a florecer. Bankitalia y la OCDE informan de que en Italia tenemos los salarios más bajos de toda Europa, incluida Grecia, pero solo Bertinotti lo escucha. Los otros callan porque el Banco Central Europeo manda: Mucho cuidado con subirlos, los salarios, esto provocaría la inflación. Los asalariados no tienen otra cosa que hacer que una cura de adelgazamiento, a la espera de tiempos mejores. Sin embargo, en el aeropuerto se me acercaron dos jóvenes, dos «caras limpias» (3): ¡Este Veltroni, qué esperanza para nosotros!. ¿Y, usted, que piensa?. Respondo riendo: Es el peor posible. Sorpresa. Me fijo en ellos, dos muchachos de esos respecto de los cuales el líder renovador, la playstation y la TV aseguran que viven en un mundo sin conflictos, excepción hecha del amor, la mafia y el terrorismo islámico. Que durísima cuesta arriba les espera hasta que consigan poner remedio a la devastación y alcancen aquel mínimo de crítica a la economía y de espesor democrático al que habíamos llegado.

No estoy pensando en «extremistas», sino en alguien como Caffè, alguien como Bobbio (4), apacibles personas serias, también ellas enviadas al basurero de la historia por Silvio y Walter.

No sorprende que en medio de la general banalidad vuelvan a relumbrar las religiones con sus lejanos relámpagos, pero con su cercana tentación de establecer una nueva hegemonía. No todas ellas, entendámonos, entre nosotros, se agita la iglesia católica apostólica romana, «cuius regio, eius religio». Ratzinger habla desde la pantalla, día si y día no, amén del domingo, los otros días predican los cardenales Bertone y Bagnasco (5). De los otros cultos religiosos tan solo aparece en la TV el Dalai Lama, pero porque es perseguido en China. No nos transmiten sus palabras. Ni la sabiduría del hebraísmo, ni la de los protestantes: la comunidad hebrea se hace notar solamente en política, y los otros están acostumbrados a ser ignorados. Silvio, y Walter y Casini rinden sus respetos a la santa sede más que a cualquier otra iglesia, pero con esta vuelta de lo sagrado han coqueteado todos. Políticos y filósofos, machos y hembras pensantes. Ahora que ya se ven las consecuencias de todo esto, más intervencionismo que espiritualidad, yo propondría a la izquierda que incluyese entre las tres o cuatro prioridades, un claro retorno al laicismo

Sí. Y que se termine ya de escurrir el bulto con eso de «laicidad sí, laicismo, no». Esa es una distinción inventada hace poco, que, en palabras lisas y llanas quiere decir: la Iglesia tolera la separación respecto del estado según los términos constitucionales, siempre que ésta se aplique «con juicio» (6) y con las habituales excepciones bajo mano, tales como exenciones de impuestos, y apaños con la escuela privada. Pero a la iglesia el estado le debe reconocer la competencia sobre la esfera moral y la de las costumbres. El siniestro laicismo la niega, una laicidad como debe ser debe reconocer, por el contrario, la autoridad del papa en este terreno

Creo que esa autoridad no debe serle reconocida en absoluto. En primer lugar, ¿cómo se puede hablar de ética, de opciones morales, allí donde no existe libertad de consciencia? Me ha sorprendido que uno de nuestros amigos más cultos, Máximo Cacciari (7), definiera a Karol Woytila, como la más alta autoridad «moral» de su tiempo. Podemos hablar de fe, y es cierto que la experiencia de la fe puede alcanzar grandes alturas, fascinantes, trágicas. Podemos admitir que a menudo van unidos a una «revelación» los fragmentos «sapienciales» que nos hablan intemporalmente. Pero fe y sapiencialidad implican una obediencia que impone límites férreos al saber crítico y a sus instrumentos, sin los cuales no existirían ni la modernidad, ni un pensamiento científico ni, aun menos, político. Tanto más cuando a la hora de imponer límites y vetos, las iglesias resultan ser estructuras completamente terrenales y muy dadas a la prevaricación. ¿O acaso no trataron de convencer durante siglos, de que el poder terrenal no era sino la mera proyección de la jerarquía teológica? No por casualidad la revolución francesa se vio obligada a pasar por la muerte del rey, cuya autoridad se cimentaba sobre la celestial y estaba consagrada por aquella

La iglesia católica apostólica y romana nunca se sobrepuso a la secularización. Un vez fallecido Juan XXlll, sobrevino toda una lenta eliminación de lo que el Vaticano ll aceptaba de aquélla. Con Ratzinger, la eliminación ha pasado a ser impetuosa. Especialmente en Italia no deja de ganar terreno. Resulta ridícula la argumentación justificativa que se da de que el Vaticano tiene su sede en nuestro país. En realidad aquí tiene su sede la clase política burguesa más acomodaticia de toda Europa. El Vaticano ni tan siquiera intenta en Francia hacer una incursión contra las leyes de 1905 (que serían de provechosa lectura para nuestros políticos) y Zapatero ha cortado en seco la intentona de intervenir en las elecciones españolas. Entre nosotros, los gobiernos retiran las leyes en cuanto los obispos se entrometen.

Las vicisitudes de las relaciones italianas entre estado e iglesia son incluso paradójicas. El fascismo hizo el Concordato del modo más cínico: en las escuelas elementales se comenzaba rezando una plegaria, pero después, se le añadía a todas las salsas una paganísima romanidad. Después de 1945, el Concordato hubiera sido abolido si el descreído Togliatti no hubiese preferido dejarlo en pie por temor a que una guerra de religión aislase a los comunistas, y fue un error, la guerra sobrevino de todas formas y los comunistas fueron excomulgados. Fue el católico De Gasperi quien puso límites a las veleidades integristas de Gedda, cosa que Pío Xll no le perdonó. Siempre paradójicamente, fue Craxi, primer ministro socialista, quien confirmó y retocó el Concordato, mientras que el creyente y practicante Scalfaro fue el último presidente de la república que no se doblegó ante la santa sede. Después de esto, el diluvio. Tras la muerte de Karol Woityla, un jefe de estado tras otro, cayeron de rodillas, mientras los líderes de los partidos de izquierdas descubrían haber ido a la escuela de los salesianos. El Opus Dei dejaba la clandestinidad y salía a la luz con gran alharaca, y la señora Binetti (8) entraba directamente en el Partido democrático

Es esta una bandera a recoger por parte de una izquierda que quiera seguir siendo una cosa seria. Recoger las banderas abandonadas en el polvo por otros tiene un cariz un tanto siniestro, pero aferrar aquellas otras ondeantes en manos de la iglesia gorjeando junto a los obispos es un flagrante retroceso. Es incluso ridículo. ¿Cómo definir si no, la decisión del alcalde de Roma de no celebrar uniones si no son heterosexuales porque la santa sede se encuentra en su territorio? ¿Cómo permitir que los obispos veten una ley del parlamento sometida a referéndum sin invitar al Vaticano a que permanezca en su sitio?¿Cómo asistir sin abrir boca a las reiteradas tentativas de este o aquel primado, de resucitar el Non Expedit? (9). Si es un asunto interno de la iglesia enterrar paso a paso el Vaticano ll, humillando una gran esperanza de los creyentes, también debe ser un asunto interno del estado legislar sin interferencias sobre la familia, sobre la sexualidad, sobre la reproducción, sobre el derecho a morir con dignidad. De estos ámbitos que afectan a la más íntima libertad, incluso el estado debería levantar sus reales y respetar las opciones de cada persona, y en primer lugar la de las mujeres, obsesión y enemigo de siempre de una iglesia por completo masculina. Una gran mutación está produciéndose en estos ámbitos y de ella sale transformada incluso la concepción de la vida y de la muerte -un estado moderno, atento, prudente, sigue esta evolución, y no permite a la iglesia promulgar una Fatwa cada semana. Ciertamente es necesario que tenga para ello cierta idea sobre lo que es una ética pública, aquella que madura discutiendo en libertad y con responsabilidad, en los umbrales del tercer milenio. Pero de estas cosas, los líderes del «país normal» no se preocupan.

Ellos tienen los «valores». Menos estado, más mercado para las riquezas, menos república, más Vaticano. Los «valores» de Berlusconi, los de Beltroni, los de Casini, los de Emma Mercegaglia (10), los del cardenal Bagnasco. Se hace sobre ellos un gran discurso. Un «valor» acompaña a cada cacicada, a cada porquería. Si se me permite (y también si no se me permite) muchos de nosotros estamos ya hartos de eso. Nos tropezamos a cada paso con esos valores de hojalata, mientras se vuelve a mirar con mayor desprecio aún que hace un siglo la vida y la libertad del que trabaja en el frenético encenderse y apagarse de millares de empresas sin ley. Asimilados ya ahora a los pobres, a los que se les debe al menos una migaja de compasión.

Si esto no es decadencia moral, disfrazada de confianza en los principios de la Bolsa, de Confindustria y de la jerarquía vaticana, la razón ya no existe.

NOTAS DEL T.: (1) Bruno Vespa, chocarrero presentador del programa diario de comentario político, de la RAI, «Porta aporta», «asociado por el público italiano al espíritu ruidoso, complejo y subido de insultos que ha caracterizado la lucha política durante la segunda república italiana»(Miguel Mora, corresponsal de El País). Los artículos políticos de RR sobre el actual mundo político están escritos habitualmente en clave de sátira, como no puede ser menos, y dentro de esta clave, la galería de de personajes que incluye R.R. en los mismos, tienen la cáustica finalidad de recalcar mediante ejemplos el carácter grotesco del actual mundo político italiano. El traductor tratará de interpretar y dar cuenta de la valoración que, según el contexto, hace RR sobre la catadura moral de estos personajes cuando sean poco conocidos y poco interpretables para el lector hispano. (2) Galli Della Logia, profesor de filosofía de la universidad y miembro de la redacción del Corriere Della Sera, pensador que había sido considerado tradicionalmente un conspicuo representante de la cultura laica italiana, pero que ha ido evolucionando a favor del viento, y que tras la elección de Ratzinguer como papa, escribió: «Al elegir papa a Joseph Ratzinguer, la iglesia católica ha puesto de manifiesto su vitalidad histórica y su muy probada sabiduría; no ha elegido un rancio conservador, sino un testigo de nuestra dramática época, uno de los actores del inesperado reencuentro entre la cultura laica y la cultura cristiana». Este personaje es, en consecuencia otra de las caricaturas esperpénticas del actual transformismo político italiano, hecha carne y, por tanto, otro guiño de RR al lector para señalar lo grotesco del mundo político. (3) Término del nuevo argot político italiano, que se refiere a la pretensión de cambiar a los cuadros culturales, sociales y políticos del país . Es combatido por la parte de la izquierda italiana que oficia como tal. (4) Norberto Bobbio. Filósofo político y jurista. Refinado y cultísimo pensador antimarxista y anticomunista, de cuño socialdemócrata, que teorizó el «socialismo liberal». A fines de los sesenta, en polémica con el agudo filósofo comunista gramsciano Jacques Texier, Bobbio, puso de manifiesto la anomalía que representaba, dentro del marxismo, el pensamiento político de Antonio Gramsci, dado que en la teoría de éste, la política y el estado no forman parte de las sobrestructuras de la sociedad, sino que se encuentran integrados en las infraestructuras de la sociedad. A mediados de los años setenta, Bobbio puso en circulación, dentro del debate político italiano, la idea, probablemente no suya, de que el pensamiento político de Carlos Marx carecía de una teoría del estado. Bobbio era un esclarecido exponente de la «finezza» intelectual que caracterizaba el mundo político de la primera república italiana, que echa en falta RR. El traductor desconoce quién sea Caffè. (5) Tarsicio Bertone, secretario de estado del Vaticano -primer ministro- y cardenal camarlengo -se encargaría de organizar el cónclave para la elección del papa en caso de muerte del actual , etc-. Tiene la singularidad de ser un antiguo miembro de la asociación religiosa Salesianos, creada en el último tercio del siglo XlX para combatir la influencia del movimiento obrero organizado entre los trabajadores. Para poder entrar en países laicos esta organización posee un estatuto civil y no es jurídicamente una orden religiosa. Angelo Bagnasco, actual presidente de la conferencia episcopal italiana. (6) En español en el texto original. (7) Ex alcalde de Venecia y Filósofo «debole», antiguo nietzscheano y ateo que ha pasado a contemporizar con «el misterio» de la fe entendida como «vacío insondable». Ha hecho declaraciones públicas tales como que el personaje que más detesta es el ateo porque vive como si Dios no existiera, etc. Es pensador muy apreciado actualmente por teólogos , religiosos, etc. RR se emplea a fondo en la estocada que le dirige a continuación, al destacar su falta de rigor intelectual. (8) Paola Binetti, miembro numerario del Opus Dei, licenciada en la universidad de Navarra, senadora por la Margarita desde 2006. Famosa por sus escandalosas y reaccionarias opiniones sobre la homosexualidad, en favor de la mortificación corporal (masoquismo a lo divino). etc. Ha dirigido diversas instituciones de carácter extremamente derechista de esas que «defienden la familia». La mención del personaje redunda en la causticidad de las referencias de R.R. al Partido de Izquierda. (9) Tras culminarse la unificación de Italia con la incorporación de los estados pontificios, la iglesia católica promulgó un decreto, denominado «Non expedit», mediante el que se prohibía a los católicos italianos participar como votantes y como candidatos en la vida política democrática del estado unificado. (10) Nombre de la actual dirigente de la asociación de la patronal, Confindustria.

Rossana Rossanda es una escritora y analista política italiana, cofundadora del cotidiano comunista italiano Il Manifesto. Acaban de aparecer en Italia sus muy recomendables memorias políticas: La ragazza del secolo scorso [La muchacha del siglo pasado], Einaudi, Roma 2005. El lector interesado puede escuchar una entrevista radiofónica (25 de enero de 2006) a Rossanda sobre su libro de memorias en Radio Popolare: parte 1 : siglo XX; octubre de 1917, mayo 1968, Berlinguer, el imperdonable suicidio del PCI, movimiento antiglobalización, feminismo; una generación derrotada; y parte 2 : zapatismo; clase obrera de postguerra; el discurso político de la memoria; Castro y Trotsky; estalinismo; elogio de una generación que quiso cambiar el mundo.

Traducción para www.sinpermiso.info: Joaquín Miras