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Puerto Rico

La imprescindible independencia

Fuentes: Rebelión

Todos los pueblos claman por la independencia aun los grandes países soberanos con asientos firmes en los más altos foros internacionales. Es que sin la independencia no es posible asumir la responsabilidad que dicten los tiempos.

Se reclama y se defiende para anunciar o denunciar el peligro que entraña la dependencia económica o política y cualquier otra amenaza a la independencia. Los pueblos del mundo hallan en ella su razón de ser y es elemento vital para el desarrollo político, social, cultural y económico. Por ello su defensa es un principio fundamental y sobre el cual existe consenso mundial porque protege y salvaguarda la voluntad, la personalidad, la cultura y el territorio de un conglomerado humano que se reconoce así mismo como un pueblo. Y como tal con derecho a existir y a proteger su vida que es el principal fundamento de toda ética.

En Puerto Rico los independentistas tenemos el deber de proteger la vida de todos los puertorriqueños porque reconocemos que somos un pueblo y sabemos que nuestra vida como pueblo corre peligro. Esto ya nos lo había advertido el maestro de todos los puertorriqueños Don Pedro Albizu Campos y también nos dijo cuál era nuestra bandera y quien era su enemigo. Hoy todos los puertorriqueños la reconocen y la levantan cuando más duro nos golpea la desgracia. Ya estaba instalado en nuestro espíritu como pueblo que somos nosotros los llamados, antes que nadie, a darnos la mano para levantarnos y auxiliarnos. Desde 1898 hasta el presente esa capacidad ha estado ahí, pero intervenida por la invasión del gobierno estadounidense.

Ahora que ya se vislumbra el amanecer de la libertad de nuestro suelo, enfrentamos la duda y la desesperanza. De ahí, que no hayan faltado quienes piden posponerla o esconderla. Hoy, como a principios del siglo pasado, los mejores solo piden la oportunidad de gobernar para mitigar los daños que nos ocasiona la Junta del saqueo imperial como antes lo fueran aquellos gobernadores estadounidenses a quienes los expulsamos al olvido. Quizás ese fue nuestro error, olvidar. Olvidar las masacres, el despojo de nuestro patrimonio, las humillaciones, las amenazas, las insolencias y hasta el encarcelamiento por querer presentar en la cámara legislativa un proyecto para proclamar nuestra independencia como lo trato de hacer el insigne patriota Don Julio Medina González. Ese también es el deber de cualquier independentista electo hoy.

Los que proponen gobernar bien la colonia con los fondos federales se lo deben pensar dos veces porque los poderes que no son no electos no se van a quedar cruzados de brazos. Ya antes he explicado, si algo nos ha enseñado la historia reciente en Latinoamérica y el mundo, es que a los gobiernos “progresistas”, y sus líderes les ocurren todo tipo de desengaños con los poderes que no son electos, y en algunos casos, con los electos que no dominan en mayoría. Solo tienen que repasar los titulares internacionales recientes. En el caso nuestro es de doble puntada el dominio de esos poderes no electos por ser colonia.

Los independentistas lo debemos tener claro. No se respetará a nadie que llegue al poder en Puerto Rico sin proclamar primero la independencia. No por medio de asambleas constitucionales de estatus o por “proyectos federales”, sino desde la misma asamblea legislativa. No solo porque es deseable que se apruebe así sino también para anunciarle al mundo nuestra intención. Eso es lo que esos poderes no electos temen y detestan más, que nuestro reclamo sea tema de dominio internacional, porque entrarían en juego los que supervisan esa fase del proceso. La función principal de un gobierno independentista será denunciar el coloniaje ante el mundo y exigir un proceso inmediato de descolonización. Entonces el gobierno estadounidense tendría que demostrar ante sus adversarios, y varios de sus aliados, que ellos sí defienden las soberanías de los países pequeños más allá del mero alarde.

Ya todos sabemos que nadie quiere y protege mejor a Puerto Rico que los puertorriqueños mismos. Por eso la independencia es imprescindible y además es un deber ético defenderla, exigirla y proclamarla. ¡Que Viva Puerto Rico Libre! 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.