El reciente artículo sobre Nicaragua del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) demuestra con mucha claridad las fortalezas y debilidades de la izquierda intelectual en América Latina y en Europa. Sus representantes captan bien a grandes rasgos los procesos vigentes a nivel global y continental. En algunos temas que conocen adecuadamente, demuestran una buena capacidad […]
El reciente artículo sobre Nicaragua del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) demuestra con mucha claridad las fortalezas y debilidades de la izquierda intelectual en América Latina y en Europa. Sus representantes captan bien a grandes rasgos los procesos vigentes a nivel global y continental. En algunos temas que conocen adecuadamente, demuestran una buena capacidad de investigación rigorosa. Sin embargo, ninguno de las y los integrantes del CELAG es de América Central o el Caribe y en el caso de Nicaragua demuestran que desconocen detalles fundamentales y hechos básicos del país. El artículo tampoco muestra que se conoce mucho de lo que se ha escrito en los últimos 10 años sobre Nicaragua, su economía, su política y geopolítica, por diversos medios que recogen análisis de los propios Sandinistas, por ejemplo los aportes del historiador Aldo Diaz Lacayo, de intelectuales como Orlando Nuñez Soto, Carlos Midence y Carlos Fonseca Terán o de analistas como William Grigsby Vado, entre muchos más.
Geopolítica
El artículo de la CELAG da un par de pinceladas sobre el tema geopolítico, mencionando a Venezuela, Rusia y el Canal Interoceánico, pero deja de lado temas fundamentales para cualquier analista serio sobre el istmo centroamericano, y en particular sobre Nicaragua. Primero, su ubicación geopolítica es un elemento definitorio de la nación nicaragüense ubicada en una zona de paso entre el Este y el Oeste, y el Norte y el Sur. Segundo, el agua, ya sea como medio de transporte o como medio de vida, es el recurso más importante del país y el objeto de las mayores disputas, especialmente en el Siglo XXI. Y tercero, siendo la nación con el territorio más extenso de su región, Nicaragua es tal vez el único país del mundo que siendo más grande ha perdido territorio a manos de sus vecinos más pequeños.
Esto es así porque la piedra de toque de todos los proyectos colonizadores ha sido evitar la unidad política de Centroamérica, y especialmente el desarrollo de Nicaragua como Estado-Nación. Es así como los Estados Unidos aceptaron el desarrollo de un cierto Estado del Bienestar en Costa Rica pero jamás lo harán en Nicaragua. Se podrá hablar mucho sobre Rusia, China o Venezuela, pero sin entender los elementos anteriores es imposible tener una idea de los intereses en juego. Por eso la historia de Nicaragua ha estado plagada de guerras y de larguísimos períodos de pobreza. Por cierto, estos hechos son de sobra conocidos por el Presidente Comandante Daniel Ortega. Los analistas de la CELAG parten del hecho de que en Nicaragua está teniendo lugar una «revolución de colores» o más bien un «golpe suave» como se le denomina aquí. Esto es una verdad más que evidente para los que hemos vivido los acontecimientos en el país durante el último mes.
El FMI
Sin embargo cuando CELAG intenta argumentar que el avance de la contrarrevolución en marcha ahora es fruto de las presiones del FMI, no lo creemos. Es cierto que en 2005 Nicaragua entra en la iniciativa HIPC que le permite, a cambio de una verdadera intervención económica, condonar la mayor parte de su deuda con el FMI. En 2006 el gobierno de aquel entonces aprueba el ingreso al TLC CAFTA-DR, prácticamente una condición tácita para beneficiarse de la condonación. Lo que no menciona CELAG es que nada de eso lo gestionó la administración Sandinista, que asumió el gobierno en enero 2007, sino el gobierno liberal del Presidente Enrique Bolaños. Más de un año antes del final de período de gobierno del Presidente Bolaños, el FSLN se opuso a la entrada de Nicaragua al CAFTA-DR al fin de 2005 cuando todo el bloque de 35 diputados Sandinistas en la Asamblea Nacional votó en contra del tratado porque querían que fuera renegociado.
El FMI es solo un ingrediente de todas las fuerzas que determinan un entorno muy desfavorable para cualquier proceso de cambios en Centroamérica y el Caribe. Esto hace que el CELAG no entienda la situación interna de Nicaragua cuando asevera que «el gobierno nicaragüense viene cediendo ante el empresariado local e internacional y las Instituciones Financieras Internacionales, que presionan para un ajuste.» Al contrario, la empresa privada se ha juntado a la minoritaria oposición política en Nicaragua en este momento precisamente por motivo de la firme defensa solidaria del gobierno del Presidente Daniel Ortega de los derechos sociales y económicos de la mayoría empobrecida del país. Se trata, entre muchas otras cosas, de la gratuidad de la educación y la salud, los aumentos anuales del salario mínimo siempre 5 o 6 puntos porcentuales por encima de la inflación, el masivo programa de titulación de la propiedad a favor de familias humildes y en general la profunda y amplia democratización de la economía del país, especialmente a favor de las mujeres.
CELAG se refiere constantemente a la relación del Gobierno de Nicaragua con el FMI, la patronal, la empresa canalera HKND. Pero en ningún lugar se hace mención de que ese gobierno esté respaldado por un muy amplio movimiento social. Al leer la versión del CELAG, se da la impresión de que aquí no han habido sectores populares que salgan a defender al gobierno, lo que no es para nada cierto. El 30 de abril Managua se llenó de Sandinistas que por decisión propia fueron a respaldar al gobierno; algo similar sucedió la semana pasada, manifestaciones condenando la violencia se han sucedido a lo largo y ancho del país y han sido las organizaciones de base del Frente Sandinista en los barrios las que han organizado a la población para repeler a las bandas que promueven los saqueos y diversos actos de violencia. Eso para nada quiere decir que el Frente Sandinista haya sabido movilizar a todos los sectores populares
La economía popular
Lo que es más serio todavía, el artículo de la CELAG ignora hechos fundamentales sobre la economía política del país. En Nicaragua, la riqueza no la produce la burguesía sino el sector de la economía popular, cooperativa, asociativa y autogestionaria, que produce más de la mitad del PIB y genera más del 70% del empleo. Por ese motivo el gobierno no permitió la entrada de Uber a Nicaragua, por ejemplo. En términos de inversión, tampoco es la burguesía nicaragüense la que más aporta, sino el Estado y los capitales extranjeros – incluso dentro de estos, una parte considerable son capitales muy pequeños, incluso de lógica no-capitalista, de estadounidenses que montan pequeños hoteles y otro tipo de actividades con capitales traídos de sus propios países. Por toda su prominencia en el debate, el COSEP no es un gremio fuerte de empresarios. Su presidente José Adán Aguerri no tiene una empresa conocida, es un mero funcionario de un gremio que mucho abarca pero poco aprieta. Por otro lado, el universo de actores económicos de los sectores populares y de los pequeños capitales no dominados por la lógica especulativa debió políticamente haber sido consolidado hacia la izquierda, pero eso no se logró por factores históricos específicos a Nicaragua.
Aquí el principal operador e interesado del golpe, además de los Estados Unidos, fue el gran capital financiero internacional. El sábado siguiente a las protestas, quien fue a abrazar a los estudiantes de la privada Universidad Politécnica fue nada más ni nada menos que Piero Coen, el hombre más rico de Nicaragua y el séptimo millonario más poderoso de la región, según Forbes. El objetivo fue no solo de devolver al país al estado anterior al año 2007 sino al anterior a 1979, o quizás hasta los años 1920s cuando el Sandinismo no existía. «El COSEP no me representa, yo estoy con ustedes, muchachos», les dijo este «revolucionario» financiero. Privatizar el INSS hoy con un millón de afiliados y numerosas clínicas y hospitales nuevos, y revertir un proceso de redistribución de la propiedad urbana y rural de casi 40 años y acabar con la producción campesina de alimentos son algunos de los intereses de esos grupos.
Con una economía frágil pero dependiente de factores muy resistentes (único país latinoamericano que produce el 90% de los alimentos que consume, economía popular, amplia cooperativización, diversificación del comercio exterior y de las fuentes de ingreso, etcétera), el modelo económico sandinista es muy exitoso, no son inventos del FMI. Si algo pudo haber fallado es la administración política de ese modelo. Aquí tras un mes de crisis los precios no han subido, al momento de escribir estas líneas siguen igual que siempre. Los sectores de la economía popular y asociativa han jugado un papel muy importante para impedir que los saqueos pongan al país fuera de control, pero por múltiples razones esos movimientos no recibieron la cuota de poder político que verdaderamente les hubiera correspondido para defender efectivamente el modelo y forzar a la patronal a cumplir su parte del trato pagando más impuestos. La reforma del INSS no era mala ni era neoliberal. Pero jamás se explicó eso al pueblo con anterioridad. Mucha gente salió de buena fe a protestar, pero los engañaron e instrumentalizaron.
Protestas
Sobre las protestas CELAG opina, «No es un hecho menor (y carece de justificación posible) la reacción del gobierno de Ortega ante los reclamos de los manifestantes. Es cuestionable y, evidentemente ha sido rebasado por los acontecimientos -como muestra la gran cantidad de heridos y fallecidos por las protestas «
En primer lugar, en las legítimas manifestaciones pacíficas del miércoles 18 contra las reformas del al INSS, los reclamos de los manifestantes aquel día contra la resolución para reformar el INSS fueron sesgados, malinformados e irracionales. La propuesta de la resolución no iba a entrar en vigencia hasta julio y hubo más que suficiente tiempo para reformarlo. No tiene sentido que CELAG aplique a Nicaragua una lógica que no aplica en los casos de Bolivia y Venezuela donde también hay movimientos de protesta que hacen demandas extremadamente parcializadas, poco realistas y mal razonadas a sus gobiernos, por decir lo menos. En segundo lugar, la respuesta de la policía nacional fue proporcional a los acontecimientos. Casi de inmediato, la manifestación pacífica rápidamente deterioró en choques entre grupos de manifestantes y grupos de jóvenes afines al gobierno.
En seguida, entraron en acción los violentos grupos de choque de la oposición política en el país dirigida principalmente por el Movimiento Renovador de ex-Sandinistas ahora aliados de la extrema derecha estadounidense y beneficiarios durante décadas del financiamiento del gobierno de los Estados Unidos y sus ONGs satelitales. Durante los días 19, 20 y 21 de abril los grupos armados de la oposición política se mezclaron con estudiantes y jóvenes e integraron también cientos de delincuentes reclutados de diferentes ciudades con el fin de intensificar los ataques. Atacaron todo tipo de infraestructura con armas de fuego, armas hechizas y bombas molotov. Desde su inicio, las protestas han sido muy violentas. Sin embargo, se ha proyectado un imagen de represión desproporcionada y hasta de habla de «masacres» por medio de una tremenda maquinaria de desinformación en las redes sociales y los medios noticieros de la empresa privada y sus aliados internacionales. Un componente importante de la desinformación ha sido la manipulación de las cifras de fallecidos y heridos. En este punto CELAG también repite la falsa propaganda de la derecha con la frase «la gran cantidad de heridos y fallecidos por las protestas».
En la ciudad de Estelí dos jóvenes murieron en circunstancias que todavía están por ser aclaradas. 18 policías salieron heridos y también 16 trabajadores de la Alcaldía. Se trató de una batalla en un área de 16 cuadras que duró 5 horas. Los atacantes eran entre 500 y 600, la mitad de ellos traídos de Managua y León. Intentaron quemar la Alcaldía, saquear un almacén de alimentos para programas sociales y también atacar un supermercado. Dado el nivel de violencia la noche del 20 de abril en Estelí, un saldo de dos muertos es leve e indica que la Policía Nacional no usó armas de fuego, sino balas de goma y gas lacrimógeno. Un dato relevante es que en 1994 durante un solo día de conflicto armado en Estelí entre el gobierno y las fuerzas insurreccionales que habían tomado la ciudad en aquel momento, murieron más de 50 personas, en un solo día.
La reacción del gobierno del Presidente Ortega y la Policía Nacional fue proporcional a la amenaza de los grupos armados y sus acompañantes que no tenían nada de «protesta pacífica». Al equivocarse sobre la respuesta proporcional de gobierno, naturalmente CELAG se equivoca también sobre si es acertado o no referir a una «gran cantidad de heridos y fallecidos». Igual que Estelí, aparte de Managua, las ciudades de León, Masaya, Granada, Diriamba, Jinotepe y Chinandega, todas sufrieron ataques de grupos armados decididos a destruir oficinas publicas y propiedad privada sin respetar a nadie.
Sin embargo, CELAG aplica un marco lógico de «protestas» pacíficas que, desde luego, es inaplicable al caso de una insurrección violenta en tantos centros urbanos además de la ciudad capital. Para el lunes 23 de abril, los medios de oposición estaban reportando un número de 20 a 23 fallecidos. Entre ellos, habían dos policías, un periodista, varios simpatizantes del gobierno, varios transeúntes, y varios manifestantes. No tiene sentido mencionar «una gran cantidad de heridos y fallecidos» sin diferenciar entre víctimas de los grupos armados y víctimas de la acción policial. Solamente reportar «una gran cantidad» es colaborar en la ofensiva mediática de la oposición política en Nicaragua que implica que todos los víctimas resultaron de la acción del gobierno.
Lo contrario es el caso. Todos los fallecimientos resultaron directamente de la violencia armada desatada por la oposición política. En los dos días siguientes al 23 de abril, en que no habían serios incidentes de la violencia armada, las ONGs y medios de la oposición política inflaron el número de los supuestos fallecidos a más de cuarenta. Luego aparecieron personas en las redes sociales desmintiendo los reportes de su muerte y hubo familias que denunciaron que sus muertos no tenían nada que ver con las protestas. Hay mucho que aún no se sabe fuera (e incluso dentro) de Nicaragua acerca de temas que aún se están investigando. Ni siquiera se sabe bien el número de fallecidos, mucho menos, en la mayoría de los casos, quienes los mataron.
Otra embestida imperial
El sábado 21 de abril, el Presidente Ortega anunció la propuesta del diálogo y la empresa privada lo aceptó. El domingo 22, el Presidente Ortega revocó la resolución de la reforma del INSS. Si las protestas hubieran sido sobre la reforma del INSS allí habría acabado la violencia. Pero no se acabó, porque la oposición política quiere llegar al poder que no pudo ganar por la vía electoral. Mientras CELAG nota «importantes diferencias» con países vecinos, no nota lo más obvio en relación a los acontecimientos entre el 18 y el 22 de abril en Nicaragua. En ningún momento se desplegó el ejército para reprimir las protestas como ha sido la respuesta habitual en aquellos países a ataques violentos como los que ocurrieron en Nicaragua. Disolver manifestaciones aniquilando a los manifestantes es algo totalmente ajeno a la doctrina y preparación de las fuerzas de policía de Nicaragua formadas a raíz de la Revolución de 1979.
Cuando CELAG observa que el gobierno «evidentemente ha sido rebasado por los acontecimientos». hay que decir que es muy cierto. ¿Cómo puede ser (se preguntan muchos en Nicaragua) que unas fuerzas de seguridad (de origen Sandinista) que desde hace casi 30 años han tenido a raya al crimen organizado internacional, y hace cuarenta años están monitoreando todos los movimientos del imperialismo en la región, no hayan podido recabar inteligencia alertando de lo que se estaba tramando? ¿Cómo puede un gobierno que ha construido una formidable y masiva estructura de prevención de desastres de todo tipo verse desbordado ante una emergencia política (no social) como la que se ha presentado? Se puede decir que durante algunos días la estructura política estuvo prácticamente paralizada aunque a cada nivel se estuviese tratando de tomar las medidas que se considerasen necesarias, apropiadas y factibles para hacerle frente a una situación muy volátil en que una desmedida violencia armada rápidamente se impuso en muchos centros urbanos.
Por otro lado, es justo y necesario observar que la izquierda latinoamericano y europea también ha sido rebasada por los acontecimientos en Nicaragua. Con pocas excepciones, las y los intelectuales en América Latina y Europa han demostrado la misma ignorancia y falta de visión política, comprensión socio-económica y humildad moral que demostraron en el caso de Libia. No entienden Nicaragua. En el mejor de los casos han distorsionado y mutilado la realidad del país para que quepa en algún u otro marco ideológico que no responde a las características particulares de la sociedad y economía nicaragüenses. En el peor de los casos, apoyan los argumentos de la oposición política del país impulsada por ex-Sandinistas ahora bendecidos por Donald Trump y Mike Pence, aliados de Marco Rubio, Bob Menendez e Ileana Ros Lehtinen, al servicio de intereses corporativos como el Grupo Coen y sus homólogos regionales.
Nicaragua ahora no se necesita la soberbia distribución o retención de estrellitas por haber aprobado algún examen de izquierdismo. Requiere de la solidaridad sensata para resistir una embestida más del imperio yanquí y sus aliados internacionales y nacionales contra un gobierno socialista y anti-imperialista, aliado incondicional de Bolivia, Cuba, Venezuela y todos los movimientos populares de América Latina y el Caribe.
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