Los damnificados del seísmo denuncian en Roma su abandono. La brutal intervención de la policía en Roma acabó con al menos tres manifestantes heridos.
«El terremoto no me ha matado, así que tampoco lo conseguirán unos cuantos porrazos». Con la cabeza vendada y la camiseta empapada en sangre, el pizzero Vincenzo Benedetti encajó sin perder un ápice de coraje los porrazos que le propinó la policía italiana ayer en Roma al reprimir una manifestación de las víctimas del terremoto de la región de los Abruzos. El seísmo causó 309 muertos el 6 de abril de 2009 y devastó la ciudad de L’Aquila, joya arquitectónica y artística. La represión policial de ayer causó al menos tres heridos.
Más de 5.000 manifestantes, llegados a la capital en autobuses, reclamaron al Gobierno de Berlusconi que empiece de una vez la restauración de la ciudad , que sigue desplomada y vacía más de un año después del terremoto. Además, protestaban porque, a pesar de que la actividad económica está paralizada desde entonces, el Gobierno quiere reanudar el cobro de impuestos en diciembre. Cuando, tras ocupar la emblemática plaza Venecia, los manifestantes trataron de cortar la céntrica vía del Corso, fueron brutalmente rechazados por las fuerzas del orden.
«Una máscara de sangre»
«Soy de la Asociación Epicentro Solidario y formo parte del servicio de orden de la manifestación. En un momento de tensión, me han propinado cuatro porrazos en la cabeza mientras estaba de espaldas. Mi cara se ha convertido en pocos segundos en una máscara de sangre . Un médico me ha socorrido en un banco cercano, pero yo he querido manchar el muro para dejar un testimonio de la sangre de los aquilanos en esta manifestación», explicó ayer Benedetti. Y añadió: «Tal vez mi única culpa es ser una víctima del terremoto y vivir desde entonces en una caravana».
El ministro de Interior, Roberto Maroni, convocó ayer una reunión para estudiar lo sucedido. «Soy favorable a las manifestaciones que se desarrollan pacíficamente, sin violencia, y quiero saber por qué esta no se ha desarrollado de este modo, quiero comprender si hay responsabilidades y de qué parte», dijo.
El primer ministro, Silvio Berlusconi, habló ayer con el ministro de Economía, Giulio Tremonti, para forzar un cambio de ultimísima hora en los presupuestos del Estado e introducir una cláusula para que los afectados paguen el 40% de los impuestos, y puedan fraccionar el pago en diez años. Medidas que, para los abrucenses, sólo son una venda para una región que sigue de rodillas tras el terremoto.
La violencia se desencadenó ayer también en el Parlamento del país. Un diputado del partido opositor Italia de los Valores, Franco Barbato, fue ingresado en el hospital tras recibir un puñetazo en un ojo que le propinó un grupo de parlamentarios del partido de Berlusconi, el Pueblo de la Libertad. Según el diario Corriere della Sera, la instigadora de la riña fue la diputada berlusconiana Bárbara Saltamartini.
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