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La protesta renace con bríos en Ucrania

Fuentes: Página 12

Decenas de miles de manifestantes ucranianos tomaron ayer la plaza de la Independencia de Kiev para pedir la dimisión del presidente del país, Victor Yanukovich, y reclamar una política de integración con la Unión Europea. Medio millón de personas, según los partidos opositores convocantes, y 150.000, de acuerdo con el Ministerio del Interior, acudieron a […]

Decenas de miles de manifestantes ucranianos tomaron ayer la plaza de la Independencia de Kiev para pedir la dimisión del presidente del país, Victor Yanukovich, y reclamar una política de integración con la Unión Europea. Medio millón de personas, según los partidos opositores convocantes, y 150.000, de acuerdo con el Ministerio del Interior, acudieron a la principal plaza de la capital ucraniana, después de romper las vallas colocadas por la policía desde la madrugada del sábado, cuando reprimió a los manifestantes que allí acampaban. Cerca de medio centenar de personas tuvo que recibir atención médica. Periodistas también denunciaron que la policía golpeó a los manifestantes con palos y destruyó algunas de las cámaras de televisión que estaban registrando las protestas y la represión. Al mismo tiempo, otro grupo de encapuchados, que se autoidentificó como militantes de derecha, irrumpió y ocupó parte de la sede de la municipalidad de Kiev. Yanukovich convocó a una reunión de emergencia junto a su gabinete, para frenar las protestas.

Ante la masiva movilización, los líderes de la oposición convocaron a una huelga general y hasta declararon el inicio de una «revolución», mientras que Yanukovich llamó a una reunión de emergencia en las afueras de Kiev para analizar la posibilidad de implantar un estado de sitio. Después de la tensión provocada el sábado por la represión, Yanukovich prometió en un discurso televisado que haría todo lo que pudiera para acelerar el proceso de acercamiento de Ucrania a la UE. Pero sus palabras no convencieron a los manifestantes.

Desde temprano, miles de personas fueron concentrándose en la simbólica plaza de la Independencia, donde en 2004 estalló la llamada Revolución Naranja, un levantamiento popular que cuestionó y logró revertir la entonces victoria electoral del mismo Yanukovich, quien era considerado como un férreo aliado de Moscú. Las autoridades habían prohibido congregarse en esa plaza.

Las protestas para pedir la dimisión de Yanukovich y su gobierno no se detuvieron en Kiev desde que el 21 de noviembre el presidente anunciara su renuncia temporal a firmar un Acuerdo de Asociación con la UE, alegando que ello tendría un alto costo económico y social en el período de transición para Ucrania. Esta negativa a la integración con la UE supuso para la oposición pro Europa la ruptura de un sueño, el de acercar a la ex república soviética a la familia occidental europea.

Los efectivos antidisturbios consiguieron rechazar dos veces a los manifestantes que intentaron atravesar el vallado policial que protegía el complejo gubernamental, situado a pocos metros de la plaza de la Independencia. La policía consiguió arrebatar a los manifestantes una excavadora con la que en dos ocasiones intentaron abrirse paso hacia el complejo. Tampoco permitieron llegar hasta el lugar a una caravana de 300 vehículos que iban tocando la bocina en señal de apoyo a la protesta. Según fuentes policiales de Kiev, unos cien efectivos resultaron heridos en los enfrentamientos, de los que 35 fueron hospitalizados. También 59 militares enviados para contener a la multitud sufrieron heridas.

«Desde este día, estamos empezando una huelga», anunció el líder ultranacionalista Oleh Tyahniboh, mientras que a su lado el dirigente del movimiento Tercera República de Ucrania y ex ministro del Interior Yuri Lutsenko, declaraba el inicio de una revolución. «Nuestro plan está claro: esto ya no es un mítin o una acción. Es una revolución. Están completando hoy lo que no acabaron durante las protestas masivas de 1991 y 2004», aseguró, en referencia a las protestas que marcaron la salida del país de la ex Unión Soviética y la llamada Revolución Naranja. «La República Socialista Soviética de Ucrania está muriendo hoy aquí. Estamos asistiendo a su funeral», agregó.

Además de la actual crisis política que provocó la decisión del mandatario ucraniano de suspender la firma de un acuerdo comercial y político con la UE -por presuntas presiones de Rusia-, ayer se cumplió un nuevo aniversario del referendo que determinó la independencia de la URSS en 1991. Una de las voces más esperadas fue la del popular ex boxeador de peso pesado devenido en líder opositor, Vitaly Klitschko, quien pidió la renuncia del presidente. «Nos robaron el sueño. Si este gobierno no quiere cumplir con la voluntad del pueblo, entonces no habrá dicho gobierno, no habrá dicho presidente. Habrá un nuevo gobierno y un nuevo presidente», reclamó.

Los funcionarios de la UE recurrieron al uso de la retórica de la Guerra Fría y culparon a la interferencia rusa de lo sucedido en Kiev. «Las medidas adoptadas por Rusia hacia la Asociación Oriental -el programa de la UE para acercar al bloque comunitario con las ex repúblicas soviéticas- son incompatibles con la forma en que las relaciones internacionales deberían funcionar en nuestro continente en el siglo XXI», dijo Herman van Rompuy, presidente del Consejo Europeo.

El recuerdo de la Revolución Naranja

La situación en Kiev, la capital de Ucrania, recuerda la Revolución Naranja de 2004. En ese entonces, los ucranianos salieron a las calles para denunciar el fraude en las elecciones que dieron ganador a Victor Yanukovich. Los manifestantes marcharon a favor del otro candidato, Victor Yushenko, partidario de estrechar las relaciones con la Unión Europea, en detrimento de las ex repúblicas soviéticas y de Rusia.

La presión de las calles obligó a realizar nuevamente la votación a fines de 2004, donde Yushenko, quien luego fue envenenado con dioxina, ganó y se coronó nuevo presidente del país. Sin embargo, su gobierno de gran coalición, que incluía a sectores muy diferentes de la sociedad, transformó a Yushenko en un presidente sin una estrategia clara que no pudo lograr ninguno de los objetivos que prometió durante la campaña. El impulso de la revolución se había evaporado.

Yushenko fue elegido para terminar con la corrupción y la conexión con oligarcas que el ex presidente Leonid Kuchma había amparado. Durante los primeros meses de 2005 no cumplió ese objetivo. El diario francés Le Monde lo explicó en su momento: «Era inocente creer que Ucrania, como en las otras ex repúblicas soviéticas que han intentado romper con la esclerosis post-comunista, podría pasar de la noche a la mañana de un régimen totalitario a una democracia parlamentaria. Las crisis y las desilusiones son inevitables».

El fracaso de Yushenko provocó la llegada de Yanukovich a la presidencia en 2010, imprimiendo en Ucrania un perfil más ligado a las ex repúblicas soviéticas y alineándose políticamente con el Kremlin. De esta forma pospuso firmar un acuerdo de asociación con la UE, lo que produjo la ira de la oposición prooccidental, decididamente antirrusa. Las fuerzas opositoras amenazaron incluso con una moción de censura contra el mandatario por alta traición. Muchos ucranianos, y buena parte de la oposición, creen que el modelo europeo de libre mercado es la solución a los problemas de empleo e inflación que aquejan al país. El caso más emblemático es el de la ex primera ministra Yulia Timoshenko, confesa admiradora de Margaret Thatcher.

El politólogo ruso Alexei Vlasov sostuvo que a diferencia de 2004, cuando un fraude electoral provocó indignación generalizada, no hay un factor que legitime ante la opinión pública lo que está sucediendo. El experto recordó a la agencia rusa Ria Novosti que el 40 por ciento de los ucranianos respalda la asociación con la UE, mientras que el 35 por ciento se pronuncia por el ingreso en la unión aduanera de Bielorrusia, Kazajstán y Rusia. Por su parte, el político opositor ruso Boris Nemtsov consideró que las protestas callejeras irían en aumento a corto plazo sin ninguna reacción por parte de Yanukovich. «Cuando se aproximen las elecciones de 2015, él dejará a Vladimir Putin, anunciará la integración en Europa y ganará en las urnas», aseguró, ironizando sobre el pragmatismo del presidente.

Fuente original: http://www.pagina12.com.ar