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La relación China-América Latina cumplió seis décadas

Fuentes: Rebelión

Hace seis décadas, Cuba fue el primer país de América Latina y Caribe que estableció relaciones diplomáticas con la República Popular China, lo que abrió un nuevo capítulo de los lazos sino-latinoamericanos. El año 2020 también marca el 50º aniversario de las relaciones diplomáticas entre China y Chile y el 40º aniversario de los nexos con Ecuador y Colombia.

Hasta el momento, un total de 24 países latinoamericanos y caribeños han establecido relaciones diplomáticas con China, de los cuales 12 son socios estratégicos y siete socios estratégicos integrales. 

China se ha convertido en el segundo socio comercial más grande de América Latina y el Caribe, al tiempo que esta región constituye el segundo destino de inversión en el extranjero de China. 

Según datos del Ministerio de Comercio de China, debido al impacto de la epidemia, el volumen de comercio entre China y América Latina cayó un 2,8 % en los tres primeros trimestres del 2020, pero las importaciones de China desde América Latina aumentaron 1 %, con los productos agrícolas marcando un aumento de alrededor del 20 %. 

China ha firmado Tratados de Libre Comercio (TLC) con Chile, Perú y Costa Rica. En ese sentido, el acuerdo de actualización del TLC con Chile entró en vigencia en marzo del 2019, mientras la negociación para actualizar el TLC con Perú está avanzando.  

La Iniciativa de la Franja y la Ruta se ha convertido en un impulsor para la cooperación sino-latinoamericana en el campo de las infraestructuras. Hasta noviembre del 2020, un total de 19 países latinoamericanos y caribeños habían suscrito memorándums de cooperación en el marco de la Franja y la Ruta. 

La renovación del ferrocarril Belgrano Cargas en Argentina, el Puerto de Paranaguá en Brasil, la central hidroeléctrica de Coca Codo Sinclair en Ecuador y el proyecto del Metro de Bogotá en Colombia se cuentan entre los proyectos de interconexión que se han ido implementando uno tras otro para promover el desarrollo económico bilateral. 

El Frigorífico Gorina, ubicado en la ciudad de La Plata, participó de la Exposición Internacional de Importaciones de China (CIIE, siglas en inglés) en noviembre pasado. Fue la tercera participación de la empresa argentina en el evento. 

«China comenzó con una recuperación sostenida en el tiempo, logrando los mismos volúmenes de importación, incluso, en algunos meses, superiores (…) Esto lo valoramos de muy buena manera», dijo Carlos Alberto Riusech Jr., encargado de Comercio Exterior y Finanzas de la planta. 

Por su parte, el ministro argentino de Agricultura, Ganadería y Pesca, Luis Basterra, expresó que el país está feliz de ver la recuperación estable de la economía china en una situación tan complicada, que brinda oportunidades para que Argentina aumente la productividad y mejore las exportaciones, y es propicia para la recuperación y el crecimiento de las empresas argentinas. 

Dado que la reanudación de la producción en China ha provocado un repunte de la demanda interna, muchos países latinoamericanos han recuperado de manera constante las exportaciones agrícolas al país asiático. 

Según un estudio reciente publicado por la Fundación Getulio Vargas de Brasil, este año se ha registrado un aumento notable de las exportaciones de productos agrícolas brasileños como soja, carne, pescado, lácteos y frutas hacia China, especialmente durante el periodo de la pandemia de COVID-19. 

A principios de julio, el primer lote de aguacates de Colombia exportados a China ingresó a través del puerto en Shanghai, convirtiendo al país en la cuarta economía latinoamericana en tener los permisos para exportar esa fruta a China, después de México, Perú y Chile. 

Además de las «frutas estrella» latinoamericanas como el aguacate y las cerezas, las bananas, las mandarinas, los limones y otras frutas producidas en América Latina también están enriqueciendo constantemente el mercado consumidor chino. 

Según los datos de la aduana china, se ha aprobado la entrada a China de más de 20 tipos de frutas de 10 países latinoamericanos. 

Según Zheng Shouhui, ejecutivo de la empresa de Shanghai Goodfarmer, entre el 60 y el 70 % del principal producto de la empresa, «Goodfarmer súper dulce plátano», proviene de Ecuador. A principios del 2020, se intentó importar por primera vez plátanos mexicanos a China, tras haber sido aprobado a fines del 2019. 

Las estadísticas muestran que, en la primera mitad del año pasado, las importaciones de frutas de China totalizaron 3,64 millones de toneladas, registrando una disminución interanual del 8 %, en tanto que el valor de las importaciones fue de 6.330 millones de dólares, alcanzando un aumento interanual del 14 %. 

Clasificados por valor de las importaciones, Chile, Perú y Ecuador ocuparon el segundo, séptimo y octavo lugar entre las diez principales fuentes de importación de frutas de China en la primera mitad del año. 

Además de frutas, a medida que la reanudación del trabajo y la producción de China ha impulsado el crecimiento de la demanda interna, muchos países latinoamericanos han recuperado recientemente y de manera constante las exportaciones agrícolas hacia China. 

Zhang Yong, investigador asociado del Instituto de América Latina de la Academia de Ciencias Sociales de China, cree que la epidemia ha tenido un impacto en la cadena industrial y de suministro mundial. 

«Sin embargo, el comercio agrícola entre China y América Latina ha crecido en contra de la tendencia, lo que indica que el comercio agrícola se ha convertido en un ‘estabilizador’ del comercio entre China y América Latina», afirmó Zhang. 

De acuerdo con Zhang, el incremento del ingreso per cápita de China, el aumento de los grupos de ingresos medios y la expansión del consumo y la mejora de la estructura de consumo promoverán inevitablemente la diversificación de las importaciones. Importar productos agrícolas con ventajas comparativas de países latinoamericanos es la elección del mercado. 

Muchos funcionarios y representantes empresariales latinoamericanos expresaron que, si bien esperan expandir la escala de las exportaciones agrícolas a China, también esperan enriquecer aún más los tipos de productos de exportación. 

«Colombia es rica en recursos agrícolas y espera expandir aún más el mercado chino para su café, chocolate, refrigerios bajos en grasa, dulces, puré de frutas, vino, flores, madera de alta calidad y otros productos en el futuro», indicó Natalia Tobón, consejera comercial de la Embajada de Colombia en China. 

Al presentar el primer lote de limones argentinos recién importados a China en Shanghai, el ex embajador argentino en China, Luis Kreckler, dijo que además de los limones, Argentina también promoverá productos agrícolas como el vino y la carne de res en la CIIE. 

El embajador de Cuba en China, Carlos Miguel Pereira, afirmó que en la segunda CIIE, Cuba y China firmaron 14 acuerdos de cooperación para promover vigorosamente la exportación de productos agrícolas cubanos a China, y espera que en la tercera CIIE se pueda ampliar la cooperación con China en los campos del comercio de servicios, como la atención médica, la educación y el turismo. 

«La resiliencia de la economía china, la gran escala del mercado y la liberación del potencial de la demanda interna son propicias para promover la diversificación de las exportaciones agrícolas de los países latinoamericanos y brindar más oportunidades de mercado», aseguró Zhang. 

China ha desarrollado tres pilares distintos hacia América Latina: compras de productos latinoamericanos, inversión china en América Latina y solidaridad política china con gobiernos latinoamericanos claves. 

Durante las últimas dos décadas, China se ha convertido en uno de los mercados más importantes para los países latinoamericanos. En 2019, el 32% de las exportaciones de Chile fueron a China, el 29% de las de Perú, el 28% de las de Brasil, el 27% de las de Uruguay y el 10% de las de Argentina. La dependencia mutua de China y América Latina ha significado que, a pesar de los cambios políticos, ni China ni los gobiernos latinoamericanos han interrumpido esta relación.  

En el frente político, China ha indicado en diversos foros diplomáticos que brindará un escudo en la medida de lo posible para evitar operaciones de cambio de régimen contra Cuba y Venezuela. China y Rusia se han pronunciado abiertamente en contra de las sanciones unilaterales de Estados Unidos contra Venezuela, y el gobierno chino está actualmente en conversaciones con Venezuela sobre un nuevo acuerdo de petróleo por préstamo.  

China mantiene vínculos muy estrechos con Cuba; cuando Fidel Castro murió en 2016, el presidente Xi acudió personalmente a la embajada de Cuba en Beijing para presentar sus respetos haciendo tres reverencias (Fidel es el único líder extranjero que ha recibido este trato). 

China se volvió dependiente de importaciones de alimentos, que pasaron de 14.000 millones de dólares en 2003 a 104.6 mil millones de dólares en 2017. Se multiplicaron 642 veces. Salió así a buscar insumos fuera porque su propia producción ya no es suficiente para alimentar a una población en crecimiento, con una clase media cada vez más grande, urbana y de nuevos hábitos alimenticios. 

Entre las más de mil millones de personas que habitan China, el consumo de cereales, granos y legumbres ha comenzado a disminuir mientras que el consumo de carne, leche y otros productos alimenticios no básicos ha aumentado. En 1980, el 80% de la dieta estaba basada en cereales, con un 10% de consumo de carnes y un 10% de verduras y frutas. Pero hoy el escenario es muy diferente: sólo el 40% de la dieta son cereales, seguido por carne (30%) y frutas y verduras (30%).  

El caso de la soja es quizás el más relevante. De 2000 a 2018, las importaciones pasaron de 2.300 millones a 38.000 de dólares, convirtiéndolos en el mayor importador de soja del mundo por un amplio margen.  

Lo explica la experta Margeret Myers: “China tiene una cantidad limitada de tierra y una población en expansión. La clase media prefiere comer carne, especialmente de cerdo y de vaca. Ello disparó la demanda de soja, no para consumo directo, sino para consumo animal, que China reconoce que no puede satisfacer a nivel doméstico”, dice la directora del programa de Asia y América Latina en el think-tank Diálogo Interamericano.  

Pero China no es solamente un comprador de alimentos de América Latina, es también un actor con mucha fuerza en toda la cadena agroalimentaria de la región. Aquí las empresas agropecuarias chinas están presentes desde hace más de dos décadas y de diversas formas, compitiendo mano a mano con las grandes norteamericanas y europeas, conocidas como ABCD (Archer Daniels Midland, Bunge, Cargill y Louis Dreyfus Company), que venden todo el paquete para trabajar la tierra, desde la semilla hasta los pesticidas. 

El gobierno del actual presidente chino Xi Xinping incentivó a las empresas de su país, muchas de propiedad estatal, a expandirse globalmente para asegurar el suministro de soja (y otros productos agrícolas) y también mejorar su capacidad de controlar los precios de alimentos. Un plan de inversión conocido como “going out” o “going global”.  

El primer camino elegido respecto de la agroindustria latinoamericana fue la compra de tierras, tal como habían hecho previamente en África sin mayores problemas. Pero acá, la mayoría de las compras terminó en fracaso. Las inversiones fueron rechazadas por organizaciones sociales y ambientalistas porque los proyectos violaban leyes sobre la titularidad de la tierra. Es incierto el monto de la tierra que han comprado inversores chinos, con estimaciones que van de entre 800.000 a 70.000 hectáreas.  

“China necesita expandir su capacidad de producción más allá de sus fronteras y elige hacerlo en América Latina y África”, dice Ignacio Bartesaghi, especialista de la Universidad Católica de Uruguay. “Mientras que en África se metió en las tierras, en América Latina está en toda la cadena de producción y comercialización con grandes empresas, muchas estatales”. 

El caso más representativo fue la compra de Nidera, una transnacional de agro-negocios, y de Noble, un productor de soja latinoamericano, por la estatal china COFCO en 2014 y 2016, respectivamente. 

Noble está presente en Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay en los sectores de la soja, el café, la caña de azúcar, el biodiésel y el algodón, con una infraestructura logística bastante desarrollada. Mientras que Nidera está principalmente en Argentina y Brasil con gran capacidad de almacenamiento y puertos propios para transportar granos y fertilizantes.  

China sigue comprando empresas de procesamiento como también de transporte, logística y marketing. Destacan los negocios de la estatal china CGC con empresas brasileñas y argentinas como Molino Cañuelas(soja) y las inversiones en la región por las empresas Chongqing Grain Group, Sanhe y China National Heavy Machinery Corporation (infraestructura agrícola). También numerosas compras e inversiones en semillas y en la industria agroquímica, un mercado clave porque China produce el 40% del glifosato utilizado a nivel global. Fue clave en ese sentido la compra de Syngenta, una de las empresas agroquímicas más grandes del mundo, por la estatal ChemChina en 2017. 

“Las empresas chinas están emergiendo en la cadena de suministro agroindustrial de América Latina como jugadores competitivos con las empresas multinacionales existentes”, dice la investigadora Holly Wang. “A ello, se suma la inversión china en el transporte de productos agrícolas en la región, que reduce el costo comercial y vuelve a los productos más competitivos en el mercado mundial”. 

Además de comprador, en América Latina, también China se ha vuelto quien presta dinero. Su rol como fuente de préstamos y financiamiento se incrementó significativamente, totalizando 113.000 millones de dólares desde 2003 al presente. Los bancos chinos financiaron, por ejemplo, redes de autopistas y ferrocarriles en toda la región: los trenes Belgrano Cargas en Argentina; numerosos proyectos de maquinaria agrícola en Bolivia; hidrovías en el Amazonas hoy controladas por empresas chinas. 

Y sus compras traen divisas, pero también ejercen presiones sobre el territorio, abriendo la puerta a diversos conflictos sociales y ambientales. Porque no sólo están comprando nuestros alimentos, también nuestros recursos hídricos, nutrientes de los suelos y bosques nativos. Incluso, al producir aquí lo que necesita para consumir allá, China está generando mayores emisiones de gases de efecto invernadero en los países de la región. Contamina con las factorías aquí y con el traslado transatlántico. 

Para Ariel Slipak, experto en las relaciones entre China y América Latina, la región tiene que permitirse discutir otro modelo de desarrollo, que no necesariamente significa el agronegocio. Porque ahora: “La industria no importa, todo pasa por ser los graneros o supermercados del mundo”. 

Daño ambiental 

La soja es sin duda lo más importante para China y también uno de los puntos de mayor conflicto. Las compras a productores de nuestra región crecen sin parar desde 1996 y hoy representan un promedio de casi el 60% de todas las importaciones chinas de esa oleaginosa. Miles de toneladas de soja viajan por mares hacia el oriente. Y siete de cada diez kilos salieron de Brasil, en cantidades menores de Argentina y Uruguay.  

En Brasil, la organización Trase reveló que las importaciones chinas de soja brasileña provocaron la deforestación de 223.000 hectáreas entre 2013 y 2017, equivalente a un área de dos veces el tamaño de la ciudad de Nueva York. Cientos de empresas participan en la cadena de producción de soja brasileña, pero solo seis multinacionales concentran el 70% del volumen exportado desde la región de Matopiba: Agrex, Amaggi, LD Commodities, Multigrain, Cargill, Bunge y ADM. Incluso entre los mayores exportadores de soja a China, con una participación del 7%, hay una empresa china, COFCO. 

“La soja es el principal producto agropecuario que la región exporta a China y, por lo tanto, existe casi una ‘dependencia mutua’ entre el país asiático y los países de Sudamérica”, dice María Eugenia Giraudo, investigadora en la Universidad de Durham en Inglaterra. “Una mayor presencia en la región permite incrementar la interdependencia entre ambos y tener un mayor acceso a los recursos producidos en la región”.  

Y por el mismo camino de la soja va la carne brasileña. Porque el 44% de la carne vacuna que compra China proviene de Brasil. Bifes, cortes y milanesas que salen, sobre todo, en un 70%, de dos regiones, Amazonas y Cerrado, donde la expansión agropecuaria implica más y más deforestación. Se tiran árboles para poner vacas. Se pierde biodiversidad y aumentan las emisiones de gases de efecto invernadero. 

En 2017, Brasil exportó 1.4 millones de toneladas de carne a diversos países. Carne que para producirse, según estimaciones de la ONG Trase, causó la deforestación de 65.000 a 75.000 hectáreas de bosques nativos, de las cuales 22.000 corresponden exclusivamente a envíos a China. Para que la población china pueda disfrutar platos con buenos bifes, Brasil sacrifica sus bosques. Y la mayor pérdida fue en la región del Amazonas, donde funcionan decenas de mataderos.  

Los problemas se repiten en otros países. En Argentina, organizaciones sociales y ambientales alertan por un proyecto de acuerdo comercial con China que duplicaría la producción de carne de cerdo. El plan es instalar 25 plantas productoras en el norte argentino para generar 900.000 toneladas de carne por año. Ello duplicaría las emisiones de gases de efecto invernadero del sector, demandaría 12.000 millones de litros de agua potable y, igual que en Brasil, significa la deforestación de bosques nativos.  

“La instalación de estas granjas de cerdos en las provincias que más deforestaron durante las últimas décadas generará aún más presión sobre los bosques, ya que aumentará significativamente la demanda de maíz y soja para alimentarlos”, alerta Hernán Giardini, experto en bosques e integrante de Greenpeace. “Va a contramano de las medidas necesarias para enfrentar la crisis sanitaria y climática”. 

Durante las últimas décadas, la actividad pesquera china se expandió a nivel global: su flota de barcos de aguas distantes pasó de 1.830 en el año 2012 a casi 3.000 en la actualidad.  

China ve a la pesca como una industria estratégica y, por ello, subsidia el combustible de sus barcos de aguas distantes, que son cada vez más grandes y funcionan prácticamente como fábricas flotantes. 

Por los mares del mundo, en esas llamadas “aguas distantes”, las naves de bandera roja buscan, sobre todo, el calamar, que luego se consume en China, pero también exportan a Estados Unidos y Europa.  

Milko Schvartzman, especialista en conservación marina, estima que, en picos de temporada pesquera, hay más de 300 barcos en el Pacífico Sur, todos chinos, mientras que, en el Atlántico Sur, hay más de 500, la mayoría chinos. Los gobiernos de la región no les otorgan licencias de pesca, pero tampoco un freno, y así los barcos muchas veces se mueven por fuera de los límites nacionales. Incluso, cuando la vigilancia está, pero es poca, rompen esas fronteras imaginarias sobre el agua y compiten con las flotas nacionales. 

“Es imposible controlar los barcos a distancia, incluso a través de satélites, ya que desconectan sus sistemas de rastreo. Tenés que estar en el lugar y eso cuesta millones a los gobiernos”, explica Schvartzman. Por eso, los barcos chinos “no respetan la zona de veda ni la temporada. Empiezan a trabajar en diciembre, cuando a la flota argentina se la autoriza a partir de enero”.  

En 2019, la empresa china Shandong BaoMa subió la apuesta. Intentó instalar un puerto privado en Uruguay, un lugar donde pudiera recibir a más de 500 barcos por fuera del control del gobierno local. El proyecto, que costaría unos 200 millones de dólares, contemplaba desarrollar una zona franca con puerto, astillero y planta para procesamiento, y congelado de pescado. No se ha concretado, está suspendido por denuncias de organizaciones sociales y ambientales, al menos por ahora. 

Cerca de la costa de Ecuador, 340 barcos chinos rodean las Islas Galápagos, principalmente en búsqueda del calamar. Rondan el archipiélago de 12 islas que es mundialmente conocido por su importancia ecológica: la segunda reserva marina más importante del planeta, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Pero en la visión de los pesqueros chinos, no hay conservación, sino un área de abundantes recursos por la confluencia de corrientes marinas. Un área donde capturar muchos calamares para que se transformen en platillos diversos a miles de kilómetros.  

En 2017, un barco chino fue capturado dentro de la zona de protección marítima de Galápagos. Dentro de su bodega, había 7,200 tiburones y otras especies en peligro de extinción. Si bien ahora la flota china pareciera no estar pescando dentro de los límites del Ecuador, su sola presencia y actividad impactan en la zona, ya que el calamar es una parte vital de la cadena alimentaria marina.  

“En el hemisferio norte hay más controles y, por eso, no están ahí los barcos chinos, -dice el experto Milko Schvartzman-. Vienen a América Latina por falta de voluntad política de los gobiernos, por menos controles y por limitación de recursos”. 

Acechan los barcos chinos, como esperando dar un golpe. Parecen dormidos o distraídos, pero no lo están. Acechan todo el tiempo, aprovechando que no hay reglas ni controles. Y mientras tanto, los recursos se van acabando.  

No solamente los peces. También se acaban los nutrientes de los suelos, la pureza de los ríos y la belleza de los bosques nativos de América Latina.  

México 

A mediados de enero de 2020, 800 personas se reunieron en la Secretaría de Economía de México para celebrar el “Día de China” con un seminario sobre las relaciones chino-mexicanas. La ministra de Economía de México, Graciela Márquez Colín, dijo: “China y México tienen que caminar juntos para construir una relación más fuerte y sólida”. En julio de 2020 entró en vigor el Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá. En el evento de enero, Márquez Colín dijo que a pesar de este acuerdo, México debe «redoblar sus esfuerzos» para atraer inversiones de otros lugares, como China. 

Zhu Qingqiao, embajador de China en México, dijo que su país está de acuerdo y tiene “muchos planes para invertir en México”, incluidos los 600 millones de dólares que necesita la refinería de petróleo estatal Dos Bocas en Tabasco; este dinero se puso en conjunto por el Banco Industrial y Comercial de China, el Banco de China, y otros socios internacionales. 

Una encuesta de Pew de 2019 muestra que el 50 % de los mexicanos tiene una opinión favorable de China, mientras que solo el 36 % la tiene de Estados Unidos; más mexicanos tenían una opinión favorable del presidente Xi que del presidente Trump. 

En septiembre de 2020, Luz María de la Mora, alta funcionaria de la Secretaría de Economía de México, dijo que China es un “gran ejemplo” para México. China, dijo, es un «socio para impulsar nuestra recuperación económica» y ayudar a México «a salir de la pandemia lo antes posible». Sin duda, Estados Unidos es y será durante mucho tiempo el mayor socio comercial de México; pero también es importante la nueva afinidad entre China y México, particularmente debido al crecimiento económico anticipado del próximo año en China. A pesar de la presión de Washington, y no hay indicios de un cambio importante con Joe Biden presidente en 2021, los países latinoamericanos como México saben que no pueden romper con China; eso sería imprudente. 

Perú: la Mongolia latinoamericana 

Las crecientes inversiones de empresas estatales y privadas chinas en América Latina y especialmente en el Perú donde tienen invertidos más de US $ 30.000 millones de los casi US $ 120.000 millones al 2019. 

Perú ocupa un lugar central estratégico para los intereses chinos, en una visión de largo plazo. Así, como el mercado chino se ha convertido en el principal mercado para América Latina, especialmente para el Perú, también somos importantes para la economía china por la producción minera y como fuente de acumulación para los capitales chinos que se valorizan, donde obtienen beneficios por variados mecanismos incluso más refinados que los capitales occidentales. 

En especial desde 1992 con el proceso de privatización de las empresas públicas se inicia la presencia productiva real de los capitales chinos con la transferencia de los yacimientos de hierro, instalaciones y el puerto de San Nicolás en Marcona. 

En el Perú el único productor de hierro que obtiene desde 1993 a la fecha altas tasas de rentabilidad operativa, es la empresa china Shougang Hierro Perú Marcona, subsidiaria del gigante minero siderúrgico Shougang Corporation, que extrae anualmente casi 13 millones de toneladas de hierro que en un 98 % “se exportan” hacia su matriz ubicada en China Popular. 

En este contexto debemos resaltar la importancia estratégica del puerto de San Nicolás privatizado conjuntamente con los yacimientos de hierro, la maquinaria y equipo que formaban la empresa estatal Hierro Perú privatizada en la dictadura fujimorista. ¡Se imaginan comprar un puerto por menos de US $ 120 millones incluidas reservas de hierro para 100 años!
Este puerto recibe cada quince días un gran buque de bandera china de más de 100.000 toneladas de peso muerto para trasladar el hierro y trae una serie de mercancías que inundan el mercado peruano a bajos precios. 

Como parte de una estrategia de expansión en la hegemonía de la economía mundial los capitales chinos están construyendo también un megapuerto en el norte chico de Lima, en Chancay, por un valor de US $ 3.000 millones de dólares que será levantado entre el 2021 y el 2023. 

Si a ello sumamos la compra de la mayoría accionaria de la empresa de distribución eléctrica Luz del Sur responsable de la dotación del servicio eléctrico al sur de Lima hasta Cañete con más de 2 millones de clientes, la presencia de capitales chinos se fortalece en la economía peruana. 

También la compra de Chaglla (Huanuco) a la empresa brasileña Odebrecht, más el control de la empresa de generación Santa Teresa (Cuzco) y la generadora térmica de Shoughesa en Marcona que provee energía a su matriz, la minera de hierro Shougang Marcona y también a la población del distrito de Marcona en Nazca/Ica. 

En función del origen de los capitales China Popular no solamente sería el principal inversionista minero en el país, sino también es el principal productor de cobre, desplazando a empresas de capitales occidentales tales como Mra. Cerro Verde (Arequipa), Mra. Antamina (Ancash), Tintaya Antapaccay (Glencore) y Southern Perú Copper Corporation (SPCC) con sus operaciones en Tacna (Toquepala) y Moquegua (Cuajone) 

En lo referente al cobre con la producción de Las Bambas (Apurímac) de la empresa MMG, en Toromocho de la estatal Chinalco (Junín), y de Shouxin Perú, todas de capitales chinos se explica casi el 25 % de la producción de concentrados de cobre, con tendencia al aumento si maduran los nuevos emprendimientos empresariales.  

A nivel de proyectos de cobre está en construcción la ampliación de Toromocho por Chinalco (US $ 1.355 millones), más los proyectos de “Don Javier, “El Galeno”, “Río Blanco”. A todo ello se debe sumar el proyecto de hierro Pampa de Pongo bajo responsabilidad de la empresa china Jinzhao Mining Perú (US $ 2.200 millones) que está en levantamiento. 
Todos estos emprendimientos comprometen inversiones superiores a los US $ 10.155 millones de dólares que sumadas a las inversiones ya realizadas ubican a China como el principal inversionista minero en el Perú, desplazando a los Estados Unidos, Canadá, Australia, Suiza, etc. 

Cuba 

Empresas de China y Cuba comercializarán café, miel y el carbón vegetal de la isla, tras la firma de cartas de intención, afirmó Aner Pérez, director de la oficina de Coratur S.A. 

Dos de ellos se suscribieron en Shanghai durante una reciente muestra de bienes y servicios del estado antillano. Uno fue con China National Huayen Energy para vender marcas de café como Serrano y Turquino, y la miel de abejas de Apisun; y otro con IDON International Trading sería para introducir el café verde y tostado.

Un tercer texto -precisó Pérez- fue firmado un poco antes con Xiamen Carisol y apunta a la incorporación del carbón vegetal de primera y segunda calidad, además de la carbonilla. 

Empresas de China y Cuba firmaron un acuerdo que permitirá a la isla importar equipos para instalar una minifábrica de cerveza con participación de formas de gestión no estatal, informaron hoy fuentes oficiales. 

El embajador de La Habana en la capital china, Carlos Miguel Pereira, indicó que el convenio lo suscribieron la compañía Jinan China-Germany Brewing Co LTD y la empresa cubana Maquimport. 

Se trata de la primera importación de este tipo que realiza el Grupo Empresarial del Comercio Exterior en el estado asiático, para apoyar las formas de gestión no estatal. 

Explicó Pereira que los equipos adquiridos en China irán a un local abandonado del gobierno municipal de Playa, en La Habana, que se convertirá en un complejo gastronómico con ofertas variadas de pizzería, cafetería, dulcería, restaurante, guarapera, maltera y cervecería, según publica PL. 

El negocio ferroviario en la Argentina 

La Argentina sigue apostando a la resurrección de los ferrocarriles de carga y la mejora de los de pasajeros de la mano de firmas estatales chinas, que hoy son proveedoras casi excluyentes. 

La relación se consolidó desde 2006 y continuó con los gobiernos de los últimos quince años. La presidencia de Cristina Fernández dejó como legado acuerdos y contratos por más de U$S 4.000 millones. 

Alberto Fernández y su ministro de Transporte, Mario Meoni, anunciaron en diciembre acuerdos por U$S 4.695 millones, básicamente para mejorar las vías y equipamientos de los servicios de cargas en manos estatales: Belgrano, San Martín y, probablemente, el Norpatagónico, nexo entre el puerto de Bahía Blanca y Añelo, corazón de Vaca Muerta. Incluyendo el equipamiento de los trenes del AMBA (Area Metropolitana de Buenos Aires). 

Los convenios involucran a la firma China Railway Construction Corporation Limited (CRCC), una de las más importantes empresas chinas en la producción de material ferroviario, dependiente de ministerio de Transporte de Beijing. Y también a China Machinery Engineering Corporation (CMEC). 

A mediados de diciembre, se anunció un acuerdo con CMEC por 748 millones de dólares para rehabilitar 382 kilómetros de vías en Río Negro en el marco del tren Norpatagónico (B. Blanca-Añelo), que Meoni piensa llevar hasta la frontera con Chile. 

El gobierno de Xi Jinping ofrece condiciones financieras muy ventajosas, con bajas tasas de interés y financiamiento que oscila entre el 85% y 100% del monto del contrato, situación dificilísima de igualar para Argentina. 

Energía limpia 

Con una extensión de unas 600 hectáreas en la provincia argentina de Jujuy, el Parque Solar Cauchari fue construido por Power Construction Corp of China y Shanghai Electric Power Construction Co, con fondos del China Exim Bank. Tiene 1,2 millones de paneles solares que generan 300 megavatios de electricidad que alimentan a la red eléctrica del país. El parque Cauchari costó alrededor de $ 541 millones y China Exim Bank proporcionó una línea de crédito que cubría alrededor de dos tercios del costo, a un 3 % anual. 

La planta de Cauchari abrió casi un año después de que otro parque solar, en Cafayate, comenzara a distribuir energía limpia en Argentina. El parque de Cafayate cuenta con 290.000 paneles solares en 180 hectáreas y produce 100 MW. Cafayate, al igual que la planta de Cauchari, está en la norteña provincia de Salta. Ambos proyectos fueron posibles gracias a la tecnología china de paneles solares. 

Las empresas chinas han estado profundamente involucradas en la región. China Power Construction Group construyó el parque Cauchari, mientras que Sany y Goldwind han estado buscando oportunidades. Risen Energy, de Shenzhen, está construyendo una planta en Cuba. Trina Solar, con sede en Changzhou, provincia de Jiangsu, en el este de China, está construyendo una planta solar en Colombia. Envision Energy, de Shanghai, está explorando oportunidades en México. 

En Chile, el Banco de Construcción de China y el Banco Industrial y Comercial de China financiaron el parque eólico Punta Sierra, que fue construido por China State Power Investment Corp. Suministra energía a 130.000 hogares. China también está invirtiendo fuertemente en infraestructura chilena. Al mismo tiempo, Chile ha confiado en paneles solares chinos asequibles para expandir su capacidad instalada de energía solar. 

China es el mayor productor de paneles solares del mundo, con el 70 % del mercado y uno de los parques solares más grandes del mundo se encuentra en la región autónoma de Ningxia Hui, en el noroeste de China. 

Presión estadounidense sobre América Latina 

La Jornada, de México, publicó el 1.10.2020: “En su afán de reconquistar la hegemonía global, y en particular de ahuyentar los capitales chinos de América Latina, su tradicional zona de influencia, el gobierno de EE UU puso en marcha la Corporación Financiera de Desarrollo Internacional (DFC, por sus siglas en inglés) e impuso en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) a Mauricio Claver-Carone, un anticastrista de línea dura que se desempeñaba como asesor especial de Donald Trump en asuntos del hemisferio occidental en el Consejo de Seguridad Nacional. 

La decisión de modernizar el esquema de financiamiento para el desarrollo está contenida en la Estrategia de Seguridad Nacional promulgada en Washington a finales de 2017, que ubica como principales desafíos de EE UU a potencias revisionistas (sic) como China y Rusia, que utilizan la tecnología, la propaganda y la coerción para imponer un mundo que representa la antítesis de nuestros intereses y valores. 

La nueva corporación financiera fue creada en enero de 2020 con el consenso de legisladores de los partidos Demócrata y Republicano, y su principal objetivo es confrontar de manera directa el reposicionamiento geopolítico de China a lo largo de la Iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda −emblemas del gobierno de Xi Jinping− y favorecer la expansión del capital privado estadunidense en proyectos energéticos y de infraestructura a través de iniciativas regionales como América Crece, EEUUropean Energy Security and Diversification, Indo-Pacific Strategy, US-India Development Foundation y Connect Africa. 

El lanzamiento en 2019 de la iniciativa América Crece −como una instrumentalización actualizada de la Doctrina Monroe− fue una respuesta de Trump ante el avance de las inversiones chinas en la región: más de 110.000 millones de dólares sin condicionamientos políticos en proyectos de infraestructura gubernamentales en espacios terrestres (Franja) y marítimos (Ruta) en Brasil, Argentina, Chile, Uruguay y Perú, países donde EE UU fue desplazado como principal socio comercial. En particular, EE UU busca el cambio de la matriz energética de los países de la cuenca del Caribe, México incluido, para redirigir sus crecientes excedentes de gas natural licuado (lutita). 

En el caso de México, el director ejecutivo de la DFC, Adam Boehler, firmó una carta de intención en noviembre pasado para financiar parte del ducto de gas natural que construye la firma mexicana Rassini, del multimillonario Antonio Madero Bracho, en el sur de México. Con una inversión de 632 millones de dólares, el gasoducto atenderá a estados como Oaxaca y Chiapas, y tendrá potencial para extenderse a otros mercados del istmo centroamericano. Según el director de la nueva corporación financiera de EE UU, “el objetivo es invertir con nuestros amigos y aliados, y no tenemos mejor amigo que México […] Un México fuerte y próspero es clave para nosotros […] es esencial poner ese gasoducto en el sur”. 

La delegación de Boehler estuvo integrada, entre otros, por Mauricio Claver-Carone, entonces director para el hemisferio occidental del Consejo de Seguridad Nacional. El NSC (por sus siglas en inglés) es el encargado de diseñar las políticas de seguridad del presidente y los servicios de inteligencia de EE UU, y tiene un comité secreto conocido como el 5412 Committee, que dirige las misiones encubiertas y clandestinas, y también un subcomité (PI-40 Subcommittee), que ejerce la dirección y el control de las políticas de encubrimiento. Desde esa posición, a Claver-Carone le correspondió coordinar la política de la Casa Blanca hacia América Latina con los departamentos de Estado y del Tesoro. 

Amigo del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, a quien ayudó a reelegirse en marzo, el ultraconservador Claver-Carone fue impuesto ahora por Trump al frente del BID –junto con el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional uno de los perros guardianes del Departamento del Tesoro de EE UU−, en lo que el equipo de campaña del demócrata Joe Biden calificó como una candidatura polarizante dado su talante excesivamente ideologizado. 

La llegada de Claver-Carone al BID fue atribuida por analistas al poder de coerción de Washington, lo que fue complementado por la ex embajadora de EE UU en México, Roberta Jacobson, cuando dijo: “Me temo que pueda utilizar el banco para obligar a los países a aceptar las políticas que él desea como condiciones para préstamos […] Podría perseguir ese tipo de políticas vengativas a un nivel ideológico. El cargo involucra mantener contacto regular con jefes de Estado para distribuir 13.000 millones de dólares al año”. 

En septiembre de 2019, la hija de Trump, Ivanka, visitó Argentina. Viajó a Jujuy, que limita con Bolivia. Ivanka Trump llegó allí con John Sullivan (entonces subsecretario de Estado) y otros miembros del gobierno de Estados Unidos (del Departamento de Defensa y de USAID). 

Se reunió en Purmamarca con el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, y luego, junto a David Bohigian de la Corporación de Inversión Privada en el Extranjero (OPIC) del gobierno de Estados Unidos, anunció 400 millones de dólares para la construcción de rutas a lo largo de lo que se conoce como la «ruta del litio» (Argentina, con Bolivia y Chile, forman el «triángulo de litio»).  

En septiembre de 2020, el secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo, se encontraba en Guyana, donde defendió la inversión de ExxonMobil y otras compañías petroleras en el país sudamericano. Pompeo dijo que Guyana debe llegar a un acuerdo con las empresas petroleras de Estados Unidos, las cuales, afirmó, no son corruptas, “y luego mire lo que hace China”. 

El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Wang Wenbin, afirmó que el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, en su viaje a varios países sudamericanos, busca “perturbar la cooperación” entre China y esos países.

“Sus declaraciones no son más que ataques agresivos para difamar a China. Están llenas de sesgos ideológicos, pero no basadas en hechos”, apuntó el vocero.

China “no pedirá a los países en cuestión que elijan esto o lo otro en sus relaciones de cooperación” y “no amenazará a otros países para que no cooperen con cualquier otro”, señaló Wenbin.

Al preguntársele respecto a Colombia, una de las escalas de Pompeo en su gira suramericana, el representante de la Cancillería china destacó la “muy buena” cooperación entre ambos países.

“Hemos ido expandiendo nuestros proyectos de cooperación y la participación de las empresas chinas en los proyectos colombianos permitirá a Colombia mejorar su infraestructura, promover el desarrollo económico y dar más beneficios a los ciudadanos locales”, finalizó Wang.

Según declaró a la prensa un funcionario del Departamento de Estado estadounidense, Pompeo centró su gira por Surinam, Guyana, Brasil y Colombia en «fortalecer la seguridad regional frente a la ‘amenaza’ del presidente venezolano, Nicolás Maduro, aliado regional de China. 

El 26 de abril de 2019, Kimberly Breier, subsecretaria de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado de Estados Unidos, lanzó otro ataque contra la inversión china en América Latina y el Caribe. Los chinos, dijo, llegaron al continente con “bolsas de dinero en efectivo y falsas promesas”.