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Perú

La semana judicial

Fuentes: Rebelión

Los peruanos hemos tenido una experiencia aleccionadora: Por varios días nos hemos visto forzados a seguir, paso a paso, los pormenores de un proceso judicial por cierto singular. Formalmente se ha tratado en una «diligencia preventiva» destinada a analizar la posibilidad de adoptar una medida cautelar, y recluir a un grupo de acusados para evitar […]

Los peruanos hemos tenido una experiencia aleccionadora: Por varios días nos hemos visto forzados a seguir, paso a paso, los pormenores de un proceso judicial por cierto singular.

Formalmente se ha tratado en una «diligencia preventiva» destinada a analizar la posibilidad de adoptar una medida cautelar, y recluir a un grupo de acusados para evitar que eluda la acción de la justicia.

En los hechos, las sucesivas audiencias han rebasado largamente ese propósito, y se han convertido en un foro encargado de ventilar el contenido de una causa.

Es decir, a deslindar responsabilidades de orden penal, de tal modo que unos y otros, hemos tomado, partido asumiendo en unos casos la culpabilidad de los acusados; y en otros, la defensa de los mismos. En ambas vertientes, haciéndonos cargos de la tarea de condenar, o absolver a los encausados.

Mucho podría escribirse en torno a este juicio. Y los abogados -y más precisamente los penalistas- podrían aportar significativos elementos de orden legal. Los ajenos a los formulismos jurídicos, podríamos hablar más bien, no tanto en función de la ley; sino sobre todo, de la justicia.

Porque estamos acostumbrados a saber ya que no siempre lo justo, es legal. Y que tampoco, no en todos los casos, lo legal es justo.

Lo que se ha discutido durante varios días, es en verdad un tema simple: ¿Existe un organización criminal que, tras el membrete de una fuerza política, controla los resortes del Poder y actúa en beneficio personal, o de grupo valiéndose de métodos perversos reñidos con la moral y con la ley?.

Si una pregunta de ese tipo se formulara en el referéndum previsto para el 9 de diciembre, sin duda tendríamos una categórica respuesta afirmativa. Y si a esa interrogante, le añadiéramos una precisión: ¿Cree Ud. que la principal acusada en este caso y su partido, son esa estructura delictiva?, la opinión recogida, mostraría una doble aceptación.

Y es que los documentos exhibidos por la Fiscalía han sido tan concluyentes, que ningún observador elementalmente serio y objetivo, podría sostener un criterio distinto.

Y es que, adicionalmente a los cargos formales, el país entero ha podido apreciar la conducta de la estructura política que hoy está en la picota: congresistas que le dicen «mal nacido» al Presidente; que piden permiso a su jefa para saber si deben aplaudir, o no, a un mandatario; que reciben una orden superior para hacer una visita, o suspenderla; que «blindan» a sus colegas comprometidos en clamorosas acciones delictiva; y que contratan matones para intimidar a sus adversarios; o que usan recursos del Estado para atacar o injuriar; no pueden tener cara para clamar inocencia.

Hoy, la organización política de la señora Fujimori se hunde en un lodazal. Para salvarse, unos huyen despavoridos y otros recusan su pertenencia a la misma.

Incluso, hay quienes se valen de «resortes legales» para cambiar de bando y acogerse a la «colaboración eficaz». Todo ello implica, finalmente, un claro reconocimiento de culpa.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.