Los pueblos de los países llamados periféricos tienen una larga experiencia en materia de «políticas de ajuste» impuestas por el capital financiero transnacional representado por instituciones como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Políticas de rigor destinadas a pagar la deuda externa, que tiene la virtud de auto-reproducirse y crecer indefinidamente, mediante la […]
Los pueblos de los países llamados periféricos tienen una larga experiencia en materia de «políticas de ajuste» impuestas por el capital financiero transnacional representado por instituciones como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Políticas de rigor destinadas a pagar la deuda externa, que tiene la virtud de auto-reproducirse y crecer indefinidamente, mediante la imposición a los deudores de intereses usurarios y la capitalización de los intereses adeudados, entre otras cosas.
Y cuando ha sido necesario se ha recurrido a los golpes de Estado para acelerar el ritmo de los «reajustes estructurales», es decir, la profundización de la sobreexplotación de las clases populares.
Pero desde hace un tiempo estas estrategias de despojo se han mundializado y las nuevas víctimas incluyen notoriamente a los pueblos de Europa.
Ahora los golpes de Estado no son militares sino ejecutados directamente por el capital financiero que se «pone nervioso» cuando un Estado no paga puntualmente sus deudas poniendo en riesgo sus superbeneficios e impone sucesivas «políticas de rigor» y «reajustes estructurales» .
Su nerviosismo se agudizó al extremo cuando Papandreou en Grecia habló de la posibilidad de convocar a un referéndum sobre las políticas de ajuste. El dúo franco-alemán y la Comisión Europea intimaron a Papandreou para que abandonara la idea extravagante de una consulta popular.
El capital financiero -que tiene la batuta- parece invisible y los ejecutores visibles son sus fieles servidores: el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional (la llamada troika).
Hace pocos años la dictadura del capital financiero transnacional quedó al desnudo colocando a sus propios peones al frente del Banco Central Europeo y de los gobiernos de Grecia e Italia. Los tres vinculados a Goldman Sachs, que forma parte del riñón del capital financiero.
Mario Draghi, presidente del BCE desde 2011, quien como tal encabeza el chantaje contra Grecia, se ocupó de las privatizaciones en Italia de 1993 a 2001 y como vicepresidente de Goldman Sachs para Europa entre 2002 y 2005 estuvo encargado de empresas y Estados y se ocupó de vender swaps (productos financieros) que permitieron, entre otras cosas, disimular la envergadura de la deuda griega.
En Grecia se acumuló una enorme deuda por mala gestión, por pago de intereses muy elevados sobre las deudas y por compras desproporcionadas de armamentos. Grecia ocupó el quinto lugar en el mundo entre los compradores de armas convencionales en el periodo 2005-2009. El 31% de esas armas las compró a Alemania, el 24% en Estados Unidos y otro 24% en Francia, ahora sus principales acreedores.
Lucas Papademos, primer ministro griego de 2011 hasta mayo de 2012, fue consejero del Banco de la Reserva Federal en Boston. De 1994 a 2002 fue Gobernador del Banco de Grecia, época en la que Goldman Sachs «ayudó» a falsificar las cuentas del Estado griego.
Pero el brutal chantaje que está ejerciendo ahora la troika sobre el nuevo Gobierno griego para que se someta a sus exigencias, entierre su programa, renuncie a la soberanía nacional, acepte el despojo de los bienes de Grecia y condene al pueblo griego a vivir miserablemente, permiten afirmar que la expresión «dictadura del capital financiero» no es una metáfora, pues la troika actúa a nivel regional europeo como las dictaduras que asolan periódicamente diversos países del mundo estableciendo estados de excepción y suprimiendo derechos y libertades y ha convertido en papel mojado los tratados internacionales de derechos humanos, las instituciones y convenios europeos y las legislaciones nacionales, especialmente las leyes sociales, de los Estados.
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