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La Unión Europea lanza una ‘OPA energética’ sobre el Magreb

Fuentes: Diagonal

La UE busca controlar el mercado energético de los países magrebíes, grandes productores de hidrocarburos, electricidad y fosfatos.

En agosto, el gigante argelino de los hidrocarburos, Sonatrach, anunciaba el descubrimiento de cuatro nuevos yacimientos de gas y petróleo en el sur del país, lo que se suma a los 47 encontrados desde 2006. Argelia es el octavo país del mundo en reservas de gas natural, del que exporta 80.000 millones de metros cúbicos al año, principalmente a Europa ; y tiene unas reservas de petróleo de 12.000 millones de barriles. Esta realidad convierte al país en un mercado muy codiciado por la Unión Europea, que busca diversificar sus fuentes de aprovisionamiento de gas (en 2015 importará un 36% de Argelia) y abrir más los mercados a sus compañías energéticas. Por ello, la UE ha incluido el gasoducto Medgaz (participado por Cepsa, Iberdrola y Endesa), que unirá Argelia con Almería en 2009, en su lista de Proyectos de Interés Común, junto con el Nigal, que traerá gas a Europa desde Nigeria a través del país magrebí, proyectos que se unen a otros cuatro entre el Magreb y Europa y a los que inyectará 3.200 millones de euros. Y por ello, en su visita a Argelia en marzo, la comisaria de Asuntos Exteriores de la UE, Benita Ferrero-Waldner, llevaba bajo el brazo, junto a las negociaciones para firmar un futuro acuerdo de ‘cooperación’ y las promesas de «asistir a Argelia en sus avances hacia una economía de mercado competitiva», las negociaciones para un futuro ‘memorándum sobre energía’.

Acuerdos de libre comercio

La cuestión energética ocupa un lugar importante en los acuerdos de libre comercio, pactos que propugnan la privatización de las empresas y la apertura de los mercados de estos países, con economías poco diversificadas (un 95% de los ingresos por exportaciones de Argelia vienen de los hidrocarburos), a los productos y compañías europeos, y que se engloban en el proyecto de impulsar una zona de libre comercio entre Europa y los países del sur del Mediterráneo en 2010. Marruecos, por ejemplo, habrá liberalizado completamente el sector energético el 1 de enero de 2009, «un factor que lo hará atractivo para otras compañías petroleras, como Repsol», según la economista Khadija el-Issaoui. Repsol tiene contratos de extracción y producción en Mauritania, Marruecos y Argelia, y en Libia es la principal compañía de hidrocarburos extranjera, donde produce 280.000 barriles al día. El presidente libio, Gadafi, antiguo ‘enemigo’ de Europa, se ha convertido hoy en ‘socio’, y la UE busca firmar un acuerdo de cooperación con el país dentro de un año. No en vano, Libia dispone de unas reservas de 41.700 millones de barriles de petróleo, las mayores de toda África, y un 90% se exportan a Europa.

Mientras Repsol, Cepsa, Iberdrola, Endesa, Gas Natural o Abener (que construye dos centrales de ciclo combinado en Argelia y Marruecos), junto con decenas de compañías europeas, estadounidenses y chinas, hacen negocio en el Magreb y la UE plantea la interconexión energética de las dos orillas para 2010 en términos de intercambio e interdependencia, las poblaciones locales sufren la desestructuración de sus economías, la entrada masiva de capital extranjero y no se benefician del dinero generado por sus propios recursos. En 2006, las empresas energéticas extranjeras ganaron 6.000 millones de euros en Argelia, y la compañía nacional Sonatrach, 52.000 millones, pero el número de personas bajo el umbral de la pobreza ha subido hasta el 25%. Analistas magrebíes critican que se pretenda una integración Norte-Sur sin que se haya producido una integración Sur-Sur para el desarrollo del Magreb. A pesar de los acuerdos firmados por estos países para interconectarse, los intercambios comerciales magrebíes no llegan al 2% de sus exportaciones. En cuanto al gas, sólo supone el 1% de la balanza energética de Marruecos, y Sonatrach no lo proporciona ni a Marruecos ni a Túnez, países de paso de varios gasoductos destinados a Europa. Y mientras en Mauritania la tasa de electrificación es de un 35% en las ciudades, Marruecos exporta electricidad a Europa vía España a través de dos cables de alta tensión, de los que se beneficia Red Eléctrica de España.

En los últimos meses, el Magreb ha sido objeto de visitas por parte de jefes de Estado de varios países europeos, deseosos de firmar nuevos acuerdos. De momento, Francia se ha llevado una parte del pastel. «La energía nuclear es la energía del futuro. Francia dice a sus amigos tunecinos y magrebíes : nuestra tecnología nuclear es una de las mejores y más seguras del mundo». Así ‘vendía’ este año Nicolas Sarkozy la energía nuclear francesa a sus antiguas colonias Argelia, Marruecos y Túnez, además de a Libia, en una gira para promocionar su proyecto de Unión para el Mediterráneo. El tour se cerró con la firma con todos ellos de acuerdos para el desarrollo de la energía atómica y para la futura construcción de centrales nucleares. Según el periodista Fernando Casares, se busca «externalizar los riesgos de la energía nuclear. En la sociedad francesa esto generaría un debate que no haría factible la instalación de más centrales. Entonces van a los países del tercer mundo, donde las normas no son exigentes y las sociedades están, de alguna forma, desactivadas. Es como hace EE UU. Envía las empresas que producen tóxicos a México pero se quedan con las ganancias». Greenpeace Francia ha acusado a Sarkozy de desarrollar un «neocolonialismo nuclear» que pondrá a estos países «bajo dependencia tecnológica y energética de Francia y de [la empresa de energía nuclear] Areva». Tras el viaje de Sarkozy, Areva, que quiere producir 12.000 toneladas de uranio en los próximos cinco años, se beneficiará, además, de concesiones para buscar uranio en Libia y en el Sáhara (ver recuadro), y de contratos en materia de electricidad en Argelia, en el marco de la red de interconexión eléctrica entre el Magreb y Europa. Mientras, Alstom construirá en Túnez una central térmica de 400 megavatios por valor de 360 millones de euros y una central eléctrica en Argelia.


PAÍSES SIN DERECHOS, BUENOS PARA INVERTIR

«Durante los ocho años de la aplicación del Proceso de Barcelona, la situación de los derechos humanos no sólo se ha deteriorado notablemente en la mayoría de los Estados de la ribera sur del Mediterráneo, sino que el acuerdo de asociación ha contribuido incluso a reforzar simbólica y políticamente la credibilidad de esos regímenes al convertirlos en ‘socios’. La prioridad de la UE ha sido la cuestión económica y no el respeto a los derechos humanos o la promoción de la democratización», escribía la arabista Gema Martín Muñoz en 2003.

Hoy, que el Proceso de Barcelona ha sido sustituido por la Unión por el Mediterráneo de Sarkozy, la situación no ha cambiado, y los Estados europeos mantienen un doble discurso y sellan lazos de amistad con países dictatoriales, deseosos de hacer negocios y de implantar sus empresas en unos Estados con muy bajos costes, pocos impuestos para las empresas extranjeras y deficientes derechos laborales. Quizá por eso, Sarkozy, cuyo país tiene más de mil empresas afincadas en Túnez, se negó a reunirse en abril con los defensores de los derechos humanos tunecinos, mientras sí lo hacía con el dictador Ben Ali, que gobierna el país desde 1986.

Y en Libia, la decisión de Gadafi, en el poder desde 1969, de cambiar la política estatista por una de libre mercado, de privatizar 375 empresas públicas y de recibir grandes inversiones extranjeras en el campo energético han llevado a los países inversores a olvidar los derechos humanos en el país. Asimismo, velando por los intereses de más de 800 empresas españolas, Zapatero ha defendido la postura marroquí sobre el Sáhara ocupado, mientras Mohamed VI continúa con la represión y la libertad de expresión brilla por su ausencia en Marruecos.