«Es un gran éxito, hemos rebasado la primera etapa en la construcción del Nuevo partido anticapitalista». Así se expresaba un sonriente Alain Krivine al inicio de la decimoséptima universidad de verano de la LCR francesa, que se ha celebrado del 22 al 27 de agosto en Port Leucate, a pocos kilómetros de Perpiñán. Una universidad […]
«Es un gran éxito, hemos rebasado la primera etapa en la construcción del Nuevo partido anticapitalista». Así se expresaba un sonriente Alain Krivine al inicio de la decimoséptima universidad de verano de la LCR francesa, que se ha celebrado del 22 al 27 de agosto en Port Leucate, a pocos kilómetros de Perpiñán. Una universidad que será la última que reúna la Liga, puesto que, a principios del próximo año, está previsto que vierta sus fuerzas militantes en una nueva formación, mucho más amplia, de la izquierda combativa. El entusiasmo de quien fuera uno de los fundadores de la LCR hace 40 años, aún al calor de mayo del 68, estaba más que justificado. Si, en sus últimas ediciones, la universidad acostumbraba a reunir unos 800 participantes, esta vez las previsiones más optimistas se han visto totalmente desbordadas: 1.500 personas se han apiñado en el centro de vacaciones que ocupa el evento y en sus alrededores; algunos cientos más tuvieron que desistir ante la imposibilidad material de encontrar alojamiento. Lo más llamativo es que una buena parte de los asistentes – alrededor del 40 % – no son miembros de la LCR, sino que ha acercado hasta aquí atraídos por la perspectiva de esa nueva izquierda, de ese «NPA» que anda en boca de todas y todos – y que es designado así, con esas siglas, de un modo provisional, mientras se debate el nombre del partido, sobre el que resolverá el Congreso fundacional de enero. Y es que, si hubiese que resumir el evento, podría decirse que ha permitido empezar a vislumbrar los contornos y el rostro del nuevo partido…
El fenómeno NPA
Observando la composición social y generacional de quienes llegan – y que, en los comités de iniciativa que han ido surgiendo por todo el país, representan una proporción de 3 a 1 frente a la Liga; es decir, que hablamos de un agrupamiento que ronda entre 9.000 y 10.000 participantes, de los que sólo 3.000 corresponden a los efectivos de la LCR -, un debate de estos últimos meses queda definitivamente zanjado: el NPA no será en modo alguno una «LCR bis». Algo nuevo está emergiendo desde el mundo del trabajo, desde los colectivos sociales más marginados y maltratados por el capitalismo. «Miradles, vienen de una cultura distinta a la nuestra, añadía Krivine. Muchos de ellos son jóvenes procedentes de las barriadas populares». En efecto, en una entrevista concedida el 24/8 al rotativo «Le Monde», la socióloga Florence Johsua analizaba así el «fenómeno NPA»: «El perfil militante de la LCR se ha modificado sustancialmente desde el año 2002. La franja más importante de sus nuevos adherentes no ha hecho política con anterioridad. El rejuvenecimiento ha proseguido tras las elecciones presidenciales del 2007. La LCR presenta una pirámide de edad inversa en relación a partidos como el PCF o el PS: una cuarta parte de sus militantes tiene menos de 30 años y la mitad menos de 40. Su composición social también ha cambiado. La LCR atrae a capas mucho más populares que antes, con una parte muy importante de personas bajo contrato precario. Es la izquierda obrera: una población rebelde que rechaza violentamente la sociedad en que vive. Su primera preocupación es la justicia social. Tiene un gran deseo de eficacia inmediata. El partido debe hacerse cargo de todo e intervenir en todos los terrenos, actuando a la vez como sindicato, asociación y partido político. Para estos militantes, la izquierda son ellos. Detestan al Partido socialista, a quien acusan de no ser ya de izquierdas; en cuanto al PCF y los Verdes, ni siquiera entran en su campo de visión. Están impacientes y quieren batallar en todos los frentes. Constituyen un desafío para la LCR, que debe encontrar un funcionamiento y un lenguaje adaptados a ese público».
Un diagnóstico pertinente, que el desarrollo de la propia Universidad ha confirmado. Aunque sería injusto obviar el papel organizador que algunos cuadros venidos de Lutte Ouvrière, del PCF, del movimiento sindical o de ATTAC están desempeñando ya en el proyecto. Pero, nada ilustra mejor el rumbo prometedor que están tomando las cosas que el mitin central celebrado el sábado 23 por la noche. Si el proyecto que impulsa la Liga se beneficia del tirón de popularidad de Olivier Besancenot, y si el joven cartero cerró el acto con un vibrante discurso que resumía la perspectiva de lucha de los próximos meses… para todo el mundo quedó más claro que nunca que el NPA, sea cual sea su apelación definitiva, no será un partido mediático-electoral – sino una fuerza militante asentada en el conflicto social -, ni será «el partido de Besancenot», mal que pese a quienes pretenden desnaturalizar el carácter colectivo del combate político, reduciéndolo al protagonismo de un líder. Precediendo al portavoz de la LCR, toda una serie de animadores de los comités de iniciativa tomaron la palabra, demostrando que hay otras voces, otras maneras de abordar los problemas, otras y otros potenciales dirigentes del futuro partido, cuyas intervenciones pusieron de pié al público, entusiasmado por el potencial que desbordaba de aquella tribuna, mayoritariamente femenina. Si Jocelyne Vachetta, antigua eurodiputada de la Liga, que anima la comisión de organización del NPA en los barrios populares, es una figura militante conocida y estimada, sorprendió la madurez, desparpajo y pertinencia con que se expresaron las portavoces de la juventud escolarizada y de los asalariados y asalariadas, víctimas de la precariedad. Por no hablar de la conmovedora y profunda intervención de Iván, obrero en las cadenas de montaje de Peugeot- Mulhouse – una factoría de 10.000 trabajadores que, en las últimas semanas, ha registrado cinco suicidios en fábrica, bajo las agobiantes condiciones de trabajo impuestas por la patronal. Un discurso que asociaba la idea del NPA a una necesaria reorganización del movimiento obrero y de sus redes militantes y que llamaba a abordar la lucha contra la explotación vertebrando al mismo tiempo la resistencia contra todas las injusticias de que se nutre el capitalismo: desde el racismo, la opresión de la mujer y la homofobia, hasta la depredación del planeta. «He aquí una intervención – decía maravillado un compañero vasco – que, por su calado y su alcance estratégico, bien podría haber sido el discurso central o la clausura del mitin». En efecto. Y todo eso ya no «suena» como la Liga que hemos conocido. Empieza a ser otra cosa, una realidad distinta.
Hacer, la mejor manera de decir
Parafraseando al poeta revolucionario cubano José Martí, Besancenot resumió así el desafío del NPA, llamado a iniciar su singladura bajo una crisis profunda y duradera del capitalismo globalizado. «Haremos todo cuanto esté en nuestras manos para que este otoño sea caliente. Aunque eso no se decreta. No sabemos exactamente cuándo, ni a partir de qué conflicto; pero tened la certeza de que la lucha estallará. La crisis conlleva una nueva oleada de despidos, un ataque tremendo contra el poder adquisitivo y las condiciones de vida de la población trabajadora. Hace algún tiempo oíamos decir: «Iremos a la huelga. Tenemos alguna posibilidad de ganar». Hoy nos dicen: «Es muy posible que no venzamos. Pero aún así lucharemos». ¡No todo se cuantifica, ni se compra! Cuando hablan la dignidad y el orgullo, eso significa que algo muy profundo está madurando en las entrañas de la clase obrera».
Besancenot ha estado recorriendo todas las huelgas de estos últimos meses en Francia. El NPA será ante todo el movimiento de la resistencia más tenaz a los planes del gobierno de Sarkozy y de la gran patronal. «Hay que empezar a reunir las condiciones de un movimiento general. Si permitiésemos que el gobierno llevara adelante sus reformas liberales, nuestra sociedad se tornaría irreconocible. La derecha quiere liquidar los cuatro pilares de nuestras conquistas: el código del trabajo, las vacaciones pagadas, los servicios públicos y la protección social. Frente a semejante agresión, ¿qué nos propone el PS? ¡Que esperemos! ¡Que esperemos pacientemente a las elecciones presidenciales de 2012 y a una hipotética y enésima alternancia de la que sólo tenemos una certeza: que no cambiaría nada en nuestras vidas! ¡No! ¡Es ahora cuando hay que pararle los pies a Sarkozy!». En ese sentido, no faltó el llamamiento a la unidad de acción de toda la izquierda, empezando por la convocatoria de una manifestación para exigir la retirada de las tropas francesas de Afganistán. (Una exigencia ante la que el PS, cuyo primer ministro, Lionel Jospin, se embarcó en su día en semejante aventura militar, vacila. De momento, los parlamentarios socialistas piden al gobierno… «un cambio de estrategia» del contingente francés).
Desde luego, la tarea es ingente para un pequeño partido que apenas se está estructurando. No en vano bromeaba Besancenot: «Se espera de nosotros que acometamos un trabajo que requeriría disponer de los recursos de una potente multinacional, cuando en realidad somos casi una PYME. Pero habrá que hacerlo. Es nuestro deber. Las huelgas no paran de interpelar a la izquierda, que ni siquiera hace su trabajo parlamentario. Quizás porque muchas veces hay un acuerdo de fondo con las reformas privatizadoras de la derecha. Pues bien, quienes luchan deben saber que, por lo menos, contarán siempre con nosotros. Somos la izquierda que quiere ir hasta el final. Y eso quiere decir, en el caso de la inmigración, hoy denostada y amenazada por el gobierno, que pelearemos hasta la regularización de todo el mundo, que no cejaremos hasta el cierre de los centros de internamiento y hasta conquistar la igualdad de derechos. Eso quiere decir, frente a la crisis, un aumento salarial de 300 euros, la prohibición de los despidos, levantar el secreto bancario… Eso quiere decir el reparto de las riquezas y, finalmente, la apropiación y la reorganización de la economía bajo el control democrático de una mayoría social que debe convertirse en el sujeto de su propio destino».
Las elecciones europeas de 2009
La fundación del NPA abocará la nueva formación a una primera cita política de envergadura: las elecciones al Parlamento europeo de 2009. Será el momento, plateó Besancenot, de abrir la perspectiva de otra Europa: «Una Europa ecológica, feminista, humana… Con un salario mínimo para todas y todos; con una harmonización de las leyes positivas y las conquistas democráticas y sociales… Una Europa de los servicios públicos, una Europa abierta…». De algún modo, el nuevo partido nacerá y saltará a la palestra bajo el signo del internacionalismo. Así, Besancenot llamó a hacer de esa contienda el momento de una fuerte aparición de una izquierda anticapitalista europea, «de tal modo que vayan juntas las fuerzas que representan a esa izquierda en Francia, en Italia, en Portugal, en el Estado español, en Inglaterra, también en Polonia…» – dijo, saludando la presencia de Boguslaw Zietek, líder del Partido polaco del trabajo y del sindicato «Agosto del 80», que ha conducido la reciente huelga victoriosa de los mineros de Silesia.
Y ese fue precisamente el tema de un multitudinario y apasionante debate que tuvo lugar al día siguiente con la participación, entre otros ponentes, de François Sabado (LCR), Cinzia Arruza (Sinistra Critica), de Raoul-Marc Jennar (Attac) y del propio Zietek (PPP). Las experiencias del hundimiento de Rifondazione Comunista o de Izquierda Unida demuestran la inviabilidad de una izquierda que abandona el terreno de la lucha de clases para adaptar su práctica a los marcos institucionales, que traiciona sus propios postulados transformadores para participar en gobiernos dominados por una izquierda social-liberal y sistémica, que se ha rendido ante la tarea de construir una alternativa… ¿Qué programa defenderá el Partido de la Izquierda Europea tras esos fracasos? ¿Qué cabe esperar de una tentativa de reagrupamiento antiliberal como la que representa Die Linke en Alemania? ¿Se consolidará la Conferencia de la izquierda anticapitalista? La discusión era viva, las experiencias de los distintos países socializadas y puestas en común en una potente reflexión colectiva. Si alguien quisiera saber a qué se asemeja el internacionalismo, habría que aconsejarle acercarse a un foro como éste: un foro de discusión… con la mirada puesta en la acción y en la construcción de un nuevo referente político. Fue Raoul-Marc Jennar quien arrancó una ovación unánime al llamar a recuperar las mejores tradiciones y los sueños de la izquierda europea para derribar «esa nueva Bastilla de los tiempos modernos que representa la Comisión de Bruselas».
Tal ha sido la tónica de esta formidable Universidad, donde se han sucedido talleres y conferencias sobre los temas más diversos (ecología, sindicalismo, historia, economía política…), combinándose con cursos de formación militante (desde cómo redactar una octavilla o tomar la palabra en una asamblea… hasta el trabajo de concejal en un ayuntamiento) e intercambios entre animadores de los distintos «comités NPA», venidos de todos los departamentos de Francia. A la fundación del partido propiamente dicha, a su programa, a sus métodos de trabajo, a su organización… han estado consagrados, como no podía ser de otro modo, todos los debates del último día. Daniel Bensaïd, conductor de dos magníficos ciclos sobre la vigencia de la obra de Marx y acerca de la lucha por el partido en la historia del movimiento obrero, resumía así la filosofía del encuentro: «El siglo XX ha existido, con sus convulsiones gigantescas y sus revoluciones. Pero también con sus tremendas derrotas y con el agotamiento de grandes proyectos de emancipación. En el albor de una nueva etapa, nos disponemos a emprender un apasionante viaje. Es hora, pues, de hacer inventario. Debemos preparar cuidadosamente nuestro equipaje».
*Lluís Rabell es militante de Revolta Global