Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos.
En los últimos años se ha tendido a asociar radicalización y yijadismo. Recientemente se ha instalado una nueva forma de radicalización que en Flandes tiene unas proporciones inquietantes. La radicalización de la extrema derecha se ha convertido en un problema más importante que los combatientes sirios o el extremismo musulmán. Veamos un panorama general.
El avance de la derecha en Flandes, que fue evidente durante las últimas elecciones, se aprecia claramente entre las personas jóvenes y en particular entre los chicos. Este deslizamiento a la derecha de la generación joven se inscribe dentro de una desconfianza generalizada en la política. Solo un 18 % de las personas jóvenes afirma confiar todavía en la política. Y, lo que es peor, una cuarta parte de las y los nuevos electores, de entre 18 y 23 años, cree que la democracia no es la mejor forma de gobierno y preferiría un dirigen te autoritario. ¡En el caso de las personas jóvenes que cursan formación profesional este porcentaje llega al 57 %! Desgraciadamente, esta tendencia va en aumento.
Radicalización
Según un reportaje de la televisión flamenca que ha tenido mucha repercusión sobre «Schild en Vrienden» [Escudo y amigos, véase infra. N de la t.], las y los docentes en Flandes cada vez se enfrentan más a ideas extremas y al odio hacia las personas homosexuales y musulmanas. Se trata de un alumnado que glorifica la violencia, llevan cruces gamadas o provoca en clase enarbolando la enseña el León de Flandes. Algunos desafían deliberadamente a sus profesores. En Alemania ha causado una enorme indignación el lanzamiento de una página web de AfD en la que el alumnado puede denunciar a las y los docentes comprometidos políticamente. En el pasado el Nationalistisch Jongstudentenverbond (NJSV), un movimiento juvenil cercano a Vlaams Belang, ya había puesto en marcha este tipo de página web.
La violencia de la extrema derecha se intensifica en toda Europa occidental. En Finlandia se fundó el 2015 los Soldados de Odin, una milicia que patrulla en una docena de países, incluida Bélgica. El año pasado se persiguió y atacó a personas de origen extranjero tras una manifestación en la ciudad alemana de Chemnitz. Hoy una comuna flamenca de cada cinco declara enfrentarse a manifestaciones extremistas de derecha. La radicalización de la extrema derecha es más preocupante que los combatientes sirios o el extremismo musulmán.
Flandes ha conocido la creación de ‘Schild en Vrienden‘. Ante la cámara estos jóvenes aparecen como gentlemen en traje de chaqueta. Hablan de los valores de la familia, de la identidad flamenca y de una alternativa positiva al pensamiento políticamente correcto. Pero sus grupos de discusión secretos rebosan de sexismo, de racismo, de antisemitismo y de glorificación de las armas y del nazismo. Algunos medios presentan a Dries Van Langenhove, el dirigente de S&V, como el «yerno ideal«. Tras unos reportajes de la VRT [la radiodifusión pública de Bélgica que emite en flamenco] un grupo de profesores universitarios y de escritores expresó su preocupación por «la normalización del pensamiento de extrema derecha» y el «deslizamiento de los límites de lo permisible». Hoy en día este neofascista, diputado en el Parlamento, se ha convertido en un héroe para muchos chicos flamencos.
Caldo de cultivo
El siglo XXI no facilita las cosas a las personas jóvenes. Las redes sociales magnifican ilimitadamente los pequeños conflictos o los inconvenientes y multiplican los daños emocionales. Las personas jóvenes se las tienen que arreglar en una cultura del éxito. Instagram les obliga a intercambiar imágenes de una «vida perfecta».
Las personas jóvenes han crecido con ataques terroristas en su territorio y ven disminuir cada día las posibilidades de vivir en un planeta sostenible. La crisis de las personas refugiadas y la exageración de los hechos a este respecto por parte de la derecha han suscitado la falsa imagen de que estamos siendo invadidos por personas extranjeras.
Estos problemas existenciales, reales o imaginarios, ahondan un profundo sentimiento de desesperación y miedo al futuro, a lo que se añade el malestar socioeconómico. La Generación Y es la víctima principal de la crisis y de la consiguiente política de austeridad. Cada vez resulta más difícil encontrar una vivienda asequible o un trabajo a tiempo completo. Se inculca a las personas jóvenes que «vivimos por encima de nuestras posibilidades», lo cual es una mentira descarada, pero de ella deducen que vivirán una situación financiera más difícil que la de sus padres y que probablemente no tendrán una pensión de jubilación.
Los partidos tradicionales y la Unión Europea no hacen frente a las preocupaciones y problemas de las personas jóvenes, lo que abre la puerta a la extrema derecha. La derecha radical se dirige a los grupos que no tienen recuerdo alguno de las ideas extremistas que abocaron a los horrores de la Segunda Guerra Mundial.
Guerrilla mediática
Vlaams Belang ha sabido valorar correctamente y beneficiarse mejor que nadie de la influencia de las redes sociales. Ha captado perfectamente la cólera y los temores de muchas personas a través de las redes sociales y los ha traducido en un lenguaje simple y en imágenes potentes. Durante la campaña electoral el parido de Van Grieken gastó más en publicidad en Facebook que todos los demás partidos flamencos juntos. Gracias a los bombardeos digitales masivos llegó a un millón y medio de personas al día. En las últimas semana su objetivo han sido las personas jóvenes de entre 18 y 34 años.
La inteligente estrategia del Vlaams Belang en materia de redes sociales no cae del cielo, la encontramos en todo el mundo. La propaganda digital es el secreto que hizo posible la elección de Donald Trump, pero también la de Jair Bolsonaro en Brasil y de políticos de otros países. El cerebro que está detrás de esta estrategia es Steve Bannon, que fue jefe de campaña de Trump. A principios de diciembre el Vlaams Belang invitó a Steve Bannon al Parlamento de Flandes.
Desradicalización
¿Cómo detener el avance de la extrema derecha? La experiencia de esa otra forma de radicalización que es el yijadismo nos enseña que no será fácil y que habrá que llevar a cabo la batalla en varios frentes.
Sin una perspectiva de futuro atractiva, es indudable que las personas jóvenes seguirán siendo sensibles a la tentación de la extrema derecha. Esto exige que acabemos decididamente con la política de austeridad y que nos ocupemos con firmeza del paro de las personas jóvenes. Es la base de todo lo demás. Una buena perspectiva de futuro exige también que tomemos medidas drásticas para garantizar un planeta en el que se pueda vivir.
Hay que instalar un control democrático de las redes sociales, con una tolerancia cero de toda noticia falsa o de cualquier forma de fanatismo o de odio. Todavía queda mucho por hacer. Las personas jóvenes deben aprender en la escuela a utilizar las redes sociales de manera crítica y segura. Ya se han hecho muchos esfuerzos en ese ámbito.
Por último, las personas jóvenes, lo mismo que las adultas, deben aprender a gestionar la diversidad. Deben descubrir que personas de orígenes diferentes puede vivir juntas perfectamente y que las personas de orígenes diferentes son capaces de resolver los problemas juntas. La educación tiene la llave del éxito y esto debería ser una tarea fundamental para ella. Pero aunque ya disponga de herramientas para hacerlo, la tarea recaerá una vez más sobre un profesorado que ya sufre una fuerte presión en el trabajo. Si la educación es, en efecto, la clave para resolver los problemas sociales es necesario invertir en ella, mucho más de lo que se invierte actualmente.
La cuestión se reduce a saber si nos tomaremos en serio esta nueva amenaza de radicalización, cuyas proporciones son inquietantes aunque, por el momento, no hay una ninguna reacción política. ¿Habrá que esperar a un ataque como el de Breivik en Noruega o como el que vimos en Christchurch, Nueva Zelanda? Esperemos que no.
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.