Lo que durante semanas parecía haberse convertido en una guerra de posiciones desembocó el martes en una auténtica batalla campal en pleno centro de Kiev, cuyo saldo provisional, ayer, cifraba en 26 el número de fallecidos y en cientos los heridos. La amnistía promulgada por el Gobierno y la decisión de los opositores de abandonar […]
A estas alturas, situar lo que está ocurriendo en el secular enfrentamiento político y cultural de las «dos Ucranias» es un ejercicio simplista que no acierta a comprender el alcance de la crisis. Puede que la ruptura de las negociaciones entre Yanukovich y Ashton -hace tanto tiempo que parece prehistoria- sirviera de detonante, pero en estos momentos se está librando un combate a sangre y fuego por el poder en la república, y aunque el Ejecutivo hace guiños a la oposición, quienes se enfrentan a los policías no parecen dispuestos a aceptar nada que no sea su completa remoción.
Unos manifestantes, por otra parte, altamente infiltrados por elementos fascistas y que se están empleando con tanta violencia como los uniformados, tal como indica el recuento de víctimas. Por ese motivo, que la Unión Europea centre sus críticas y amenazas casi exclusivamente en el Gobierno parece una forma de conducir el agua a su molino, a semejanza de lo que Rusia hace en sentido contrario. En ambos casos, una forma peligrosa de buscar réditos políticos, pues mientras las partes enfrentadas cuenten con sus respectivas «clás», que les apoyan en cualquier circunstancia, será difícil parar la sangría y el riesgo de caos en un país que cuenta con uno de los mayores ejércitos de Europa.
Fuente: http://www.naiz.info/eu/iritzia/editorial/litros-de-gasolina-al-fuego-ucraniano