Nacida en 1993, la Fundación Luciérnaga trabaja en Nicaragua por el cambio social y para difundir unos valores alternativos a los de los medios de comunicación dominantes. «Comunicación para el cambio», resume la directora ejecutiva de la fundación, Wendy Paiz, «para que la gente pueda ver reflejadas sus luchas, cultura, idioma e identidad». El principal […]
Nacida en 1993, la Fundación Luciérnaga trabaja en Nicaragua por el cambio social y para difundir unos valores alternativos a los de los medios de comunicación dominantes. «Comunicación para el cambio», resume la directora ejecutiva de la fundación, Wendy Paiz, «para que la gente pueda ver reflejadas sus luchas, cultura, idioma e identidad». El principal proyecto de la organización es actualmente «Loma Verde», una telenovela ambientada en el mundo rural y que pretende difundir valores de género, contra los estereotipos propalados por los «culebrones» mexicanos o colombianos. La Fundación Luciérnaga forma parte de la Coordinadora Latinoamericana de Cine y Comunicación de los Pueblos Indígenas (CLACPI) y de la Red Centroamericana de Comunicación. Wendy Paiz ha participado en un acto público organizado en Valencia por Entrepobles, CEDSALA y Perifèries con el título «Tejiendo redes: comunicación comunitaria y popular».
-¿Por qué se decide impulsar la telenenovela rural y feminista «Loma verde»?
Hay un inmenso público expuesto a los grandes medios de comunicación controlados por gobiernos y empresarios. En la Fundación Luciérnaga queríamos llegar a ese público de no convencidos, de no militantes. Por ejemplo en la telenovela aparece una mujer sumisa, Merche, dominada por la suegra y el marido, como tantas otras mujeres en Nicaragua. La protagonista observa que empiezan a aparecer carteles sobre en el VIH en el pueblo, emplazado en un entorno rural. En el campo hay muy poca información acerca del virus del Sida, y sobre todo la creencia de que a uno nunca le va a afectar. Hay además falsas creencias sobre la utilización del preservativo.
-¿De qué modo se desarrolla la trama?
Merche empieza a preguntarse si ella puede haber contraído el VIH, y si el virus puede llegar al mundo rural. Además se informa sobre cómo ponerse un condón. El marido le golpea. Ve lo que ocurre como algo inmoral. Pero precisamente es el marido quien, además de pegarla y humillarla, le contagia el sida a Merche después de haberse acostado con otra mujer.
-¿Cuál es la reacción de la protagonista? ¿Hay en la telenovela un «mensaje» de rebeldía o empoderamiento?
Efectivamente la protagonista termina por rebelarse. Dice que hasta aquí y no más, y abandona el hogar con todas sus hijas. Llega a un albergue para mujeres maltratadas donde encuentra el apoyo solidario de otras mujeres. Le dicen que ella vale por sí misma, que se ha de valorar y aumentar la autoestima. Por el contrario, las telenovelas mexicanas y colombianas, que son las más seguidas en Nicaragua, «venden» la imagen de una mujer sumisa, que ha de hablar y actuar de un modo determinado; o desenvolverse en unos códigos y valores que no son los nicaragüenses. En alguno de los «casting» hubo chicas que impostaban un acento colombiano, pues de esa manera pensaban que tenían más posibilidades de resultar elegidas.
-¿Qué acogida ha tenido la novela?
Se estrenó hace dos años y en diciembre presentaremos diez nuevos capítulos. La idea es terminar la serie en junio. «Loma verde» se emite, además, a través de 30 canales locales municipales por cable en Nicaragua (en municipios de aproximadamente 15.000 habitantes). Pero la serie puede también seguirse en un canal de televisión en abierto, privado y de alcance nacional, que llega a la capital y dos municipios cercanos. Creo, por otro lado, que la gente se ve reflejada en la serie. A Merche le dicen por la calle que deje a su marido, en cambio al maltratador le insultan.
–¿Qué diferencias ofrece «Loma Verde» respecto a las telenovelas convencionales?
Participan actores «naturales», no profesionales. Son personas con habilidades de actuación innatas. Además la serie se rodó en un entorno natural, sin que hubiera ninguna escena de estudio. Esto dificulta el trabajo ya que, por ejemplo, si pasa el autobús en el momento de la grabación, hay que cortar el plano. Pero agrega ese «saborcito» nicaragüense de la espontaneidad y el entorno natural. La película está grabada en casas «normales» de gente común, en ríos y lomas de Esquipulas (departamento de Matagalpa). Se trata, en definitiva, de una novela fresca, espontánea y con mucho humor.
-¿Qué limitaciones se dan para la producción de la serie? ¿Y en cuanto a la difusión, además de los canales televisivos?
Tenemos unos fondos muy limitados. Hay que hacer contratos de alquiler, pongamos por caso, para tener un cerdo o para la utilización de un carro, y en las zonas rurales nadie tiene facturas. Pero le pusimos mucho esfuerzo y la cosa salió muy bien… Llevamos la serie a canchas y parques públicos de los pueblos, donde presentan la serie los propios actores de Luciérnaga. Los actores son también activistas. Por ejemplo, Merche es (en la vida real) una activista feminista y de derechos humanos. También hacemos ediciones específicas y guías prácticas de «Loma Verde» para las organizaciones que ponen en marcha talleres, sobre violencia de género, masculinidad, medio ambiente, diversidad sexual o trata de personas.
-¿Difunde la telenovela valores relacionados con la defensa del medio ambiente, u otros de carácter político?
«Loma Verde» se desarrolla en un entorno natural, donde las mujeres lavan en el río. Sobre todo en la segunda temporada, se verá cómo el abuso de los recursos naturales afecta al agua de los pueblos y comunidades. La novela no trata de regañar, aleccionar ni transmitir un «mensaje» político. El objetivo es el entretenimiento con un trasfondo educativo. La crítica al imperialismo ya la hacemos desde la Red Centroamericana o como Fundación Luciérnaga. En resumen, con el formato-telenovela tratamos de aprovechar los gustos de la gente, y sacar provecho al trabajo que ya han hecho las telenovelas para formar los gustos de la población. Aleccionar provoca un rechazo.
-Por último, ¿qué otros proyectos desarrolla la Fundación Luciérnaga?
Contamos con un centro de documentación y archivo histórico con 3.000 horas de vídeo, material recuperado y después recopilado. Se trata de grabaciones sobre la memoria histórica de Guatemala, pero también de países como México y Bolivia. La fundación elabora asimismo reportajes, documentales, vídeos y publicaciones en materia de medio ambiente, turismo rural, niñez y juventud, soberanía alimentaria, y género y derechos sexuales.
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