La cercanía del mundial de fútbol, el aniversario de los ataques del siete de Julio en Londres, la reciente redada, o tal vez habría que decir metedura de pata, en un barrio londinense y el buen tiempo, son algunas de los temas que estos días están ocupando las portadas de los medios locales y de […]
La cercanía del mundial de fútbol, el aniversario de los ataques del siete de Julio en Londres, la reciente redada, o tal vez habría que decir metedura de pata, en un barrio londinense y el buen tiempo, son algunas de los temas que estos días están ocupando las portadas de los medios locales y de las conversaciones de la gente.
Parece evidente que conforme se acerca la fecha del 7-7 los británicos van a asistir a la publicación de informes, noticias y análisis en torno a ese luctuoso acontecimiento. Hace algunos días se señalaba que la reacción oficial a los atentados fue un autentico desastre, y que la respuesta popular sirvió para paliar en buena medida unos resultados más catastróficos.
También será la hora de los analistas que llevan tiempo apuntando que este país se ha convertido en una base para que los jihadistas puedan desarrollar su propia estrategia y que incluso puedan convertir el Reino Unido en el nuevo frente de batalla en su lucha por todo el mundo. Esas mismas fuentes han venido publicando en el último año diferentes libros en torno a la influencia que ejercen algunos dirigentes islamistas en la población musulmana que vive aquí. A través de esas páginas han desarrollado las teorías anteriormente citadas y no han dudado en señalar a determinado clérigos como la fuente de «todos los males» e incluso han utilizado expresiones tan alarmistas y sensacionalistas como «Londonistan».
Es cierto que la mayoría de la población parece haber superado el posible trauma del 7-7, pero probablemente la reactivación de las memorias a través de las citadas publicaciones y las que lleguen los próximos días o semanas pueden volver a situar la relación social en esta isla en situaciones complicadas.
En ese contexto tal vez el mundial de fútbol juegue su propio papel. Una gran parte de la población local es una entusiasta seguidora del deporte, sobre todo del fútbol, y en estos días tanto en locales como en los pub la centralidad estará en torno a la copa del mundo. No es descabellado pensar que se puedan producir algunos altercados y agresiones de origen netamente racista y xenófobo en línea con los resultados y enfrentamientos que tenga la selección local.
Algunos ingleses comentan en voz baja que según de que país seas, y sobre todo si este se enfrenta a Inglaterra, conviene no manifestar sus gustos con mucho entusiasmo, al menos en algunos lugares. En este sentido, la población vasca podemos estar un poca mas tranquilos, nuestra selección de fútbol todavía no compite en este tipo de campeonatos.
Las recientes elecciones locales en Inglaterra han visto también que el auge de la llamada extrema derecha aun siendo importante no tiene ninguna comparación ni con su situación de hace alguna década ni con los éxitos que en el continente europeo cosechan ese tipo de alternativas. No obstante, esos grupos reaccionarios no dudarán tampoco en aprovecharse del tirón popular del fútbol para intentar hacerse oír, y todos conocemos sus tácticas violentas y demagógicas en esos casos.
Y mientras que el partido de Blair esta inmerso en una clara campaña para buscar su sucesión, el gobierno británico sigue dando palos de ciego en la política «contra el terror». Ya nadie duda que el Partido Laborista esta asistiendo a la sucesión de su líder, con la imagen de enfrentamientos y desunión que ello conlleva, aunque las fuentes locales todavía conceden cierta ventaja al laborismo frente a sus rivales, «mas por errores de estos que por el acierto de Blair y los suyos».
La estrella de esta semana ha estado en torno a la operación policial que ha llevado a la detención de dos personas, una de ellas herida de bala. Una vez más ha quedado en evidencia el fracaso gubernamental, al tiempo que la policía volvía a hacer gala de una asombrosa facilidad para disparar «gatillo fácil» dicen por aquí. Con más de doscientos policías en la operación, todo un barrio tomado y aislado, el fracaso de la operación todavía se oye por doquier. Sin embargo, una vez más, las mal llamadas victimas colaterales están muy enojadas. Los residentes del barrio que se atreven a hablar en público se sienten amenazados, señalados por una operación que ha dejado al aire nuevamente las miserias de esas campanas «antiterroristas».
Queriendo o no la comunidad musulmana se ha vuelto a sentir situada en el ojo del huracán, fruto de una política que muestra todo lo contrario a lo que oficialmente dice defender, y además no debería extrañar que con este tipo de actuaciones se este fomentando el rencor y el rechazo entre esas comunidades y que una parte minoritaria de la misma acabe abrazando políticas mucho mas radicales.
Txente Rekondo pertenece al Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)