Más de un millón de manifestantes protestan en la jornada de huelga contra la subida de la edad de jubilación a 62 años
El semanario conservador Le Point tuvo que titular en su web «Movilización masiva por las jubilaciones». La estatal Agence France Presse habló de «la «fuerte movilización, al igual que la revista Challenges, la preferida de los empresarios. La Jornada de Acción por las Pensiones, organizada ayer por los sindicatos franceses, reunió a más de un millón de manifestantes (dos millones según los sindicatos y casi 800.000 según el Gobierno), por primera vez acompañados por huelgas significativas. Una salva de advertencia contra el proyecto de recorte del sistema público, que compromete el calendario de la reforma con la que el presidente Nicolas Sarkozy se juega su futuro político.
París lució ayer uno de sus primeros días soleados y calurosos, tras una larga primavera de chubascos helados. Y, bajo el sol, una importante marea de banderolas con las siglas sindicales, portada por más de 130.000 manifestantes, según la Confederación General del Trabajo (CGT), o sólo 47.000, según la policía. Además de esa marcha en la capital, hubo otras en más de 200 localidades de Francia.
Marsella reunió también a más de 100.000 personas, Burdeos unas 70.000, cifras todas ellas rebajadas por la policía. Pero lo que ningún medio se atrevió a desmentir es que todo se complica para una reforma que Sarkozy había intentado presentar como «justa». Tan justa era que merecía, para el presidente, un calendario exprés: presentación del proyecto de ley en el Consejo de Ministros el 13 de julio y aprobación en la Asamblea Nacional a primeros de septiembre, con el inmenso agujero del verano imposible manifestarse en medio.
Bernard Thibault, el líder de la CGT, principal fuerza de choque de los asalariados, fue tajante en su evaluación. «Al menos dos millones de manifestantes» en las calles de toda Francia, un 38% de huelguistas en la compañía ferroviaria, un 20% en la enseñanza pública, y la red regional de metros de París casi totalmente paralizada hablan por sí solos. «Numerosos asalariados han decidido venir a la calle para impedir que pase este texto de ley», dijo Thibault.
Sarkozy prefirió ayer ocuparse en persona del gravísimo asunto que es la derrota de la selección francesa de fútbol en el Mundial de Suráfrica, recibiendo al internacional Thierry Henry en el Elíseo. También dejó que el ministerio de Interior contabilizara exactamente 797.000 manifestantes en toda Francia.
Cotizar durante 41 años
Las intenciones de Sarkozy están plasmadas en el anteproyecto de ley, cuyas grandes líneas fueron anunciadas hace sólo nueve días. Prevé elevar a 62 años la edad legal de jubilación frente a los 60 actuales y aumentar los períodos de cotización obligatorios hasta 41,4 años para aspirar a cobrar el 100% de la pensión. Todo ello progresivamente, con el horizonte de 2018, y, como compensación del sacrificio exigido a los asalariados, con la promesa de que se incrementará la presión fiscal sobre rentas altas y dividendos para nutrir las cajas de pensiones.
En los últimos días, Sarkozy se sacó un as de la manga y afirmó que solicitaba al Gobierno «reajustes» en el anteproyecto de ley. Eso forma parte de una estrategia para parecer moderado y dejar el papel del malo duro con los asalariados a su primer ministro, François Fillon.
La estrategia del bueno y el malo no está funcionando. No sólo porque las manifestaciones y las huelgas de ayer superan con creces en movilización la precedente jornada de defensa de las pensiones del 27 de mayo. Es más complejo: toda la política francesa ha entrado ya en un tempo electoral, de cara a las presidenciales y las legislativas de 2012. Y los sondeos no auguran nada bueno para Sarkozy si persiste en un recorte que los sindicatos consideran «injusto» y el Partido Socialista califica de «ineficaz».
Un 54% en contra de la medida
Según un sondeo del instituto francés de estudios de mercado y opinión BVA, a mediados de junio, un 54% de los franceses declara su oposición a esta reforma y el 61% piensa que «no es justa». Por si no estaba claro, el 84% da por seguro que «no permitirá equilibrar de forma duradera la financiación» del sistema público.
Desde entonces, han estallado varios escándalos que arrojan, en la opinión pública, la duda sobre la moralidad del clan de Sarkozy en cuanto a uso de fondos públicos, distribución de sueldos por cargos públicos más o menos ficticios, y relaciones ambiguas con los multimillonarios. Dudas que tocan de lleno al piloto del proyecto de recorte de pensiones: el ministro de Trabajo, Eric Woerth.
Con una movilización al alza, con su equipo desestabilizado y con los sondeos en contra, a Sarkozy le quedan dos opciones: o bien escucha a la calle ahora, o bien asume la reforma Fillon hasta el final, se enfrenta a la calle en septiembre, y llega con la etiqueta de hombre injusto a la carrera electoral de 2011.
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