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El verdadero Anders Breivik

Los ideólogos de la islamofobia

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

¿Cómo podría exactamente un terrorista derechista convencer a los ‘liberales’ de que es en realidad un terrorista derechista?

Sin duda es una pregunta que hace meditar a Anders Breivik.

Recordad que, antes de iniciar su misión asesina, Breivik compiló y distribuyó un largo manifiesto, precisamente para disipar cualquier misterio sobre sus motivaciones. Ahora se encuentra en el banquillo de los acusados, haciendo saludos militares y explicando, una y otra y otra vez, por qué hizo lo que hizo.

Sin embargo, en cierto modo, eruditos y expertos ‘liberales’ se niegan a escuchar. Breivik habla de política, y entonces los psicólogos pop excavan en su biografía en busca de excentricidades que expliquen sus acciones.

Esa reacción en sí parece casi patológica, un rechazo obsesivo a reconocer que pueda representar lo que afirma, que no es un débil mental aislado embrujado por ‘World of Warcraft’ sino un experimentado activista de extrema derecha que actúa para hacer progresar objetivos políticos específicos.

Más que nada, los diagnósticos de pacotilla ocultan hasta qué punto se comparten las ideas de Breivik.

‘Esta no es una guerra convencional. Estamos en una guerra, un choque de civilizaciones. Finalmente quisiera que tomarais nota de que somos los soldaos. Los soldados no portan uniforme. No hay ejércitos en el campo de batalla. Los ejércitos están allí, haciendo una labor noble, pero eso es solo una pequeña parte. La lucha principal es aquí mismo. Nosotros somos esa lucha. Esta es una batalla por el alma de Australia, por el alma de Europa, por el alma de EE.UU., por el alma de Occidente. Y su resultado de ninguna manera está decidido, por espantoso que parezca, porque todavía no hemos comenzado a combatir. Depende de nosotros’.

Este pasaje podría provenir, palabra por palabra, del testimonio de Breivik. Pero no es así.

Forma parte de un reciente discurso de Robert Spencer, una luminaria de la Derecha Islamofóbica. Spencer dirige el muy popular blog Jihad Watch. También es, con Pamela Geller, cofundador de Detened la Islamización de EE.UU., y un importante ideólogo de la red difusa de blogueros, activistas y grupos políticos conocidos como el movimiento «Contra la Yihad».

En ese medio, como el grupo antifascista Hope not Hate documenta en un importante nuevo informe, circulan todas las tesis de Breivik. Que el Islam plantea una amenaza existencial para la civilización occidental; que musulmanes aparentemente pacíficos están empeñados en secreto en una ‘yihad oculta’; que los musulmanes inmigrantes representan una bomba de tiempo demográfica; que los multiculturalistas apoyan tácticamente al enemigo islámico; que las universidades y los medios están dominados por ‘marxistas culturales’ que tratan de legitimar la Sharía: todo está allí.

Hope not Hate explica:

«El movimiento ‘Contra la Yihad’ es la nueva cara de la derecha política en Europa. El antiguo nacionalismo racial de fascistas y racistas está retrocediendo pero en su lugar hay partidos y movimientos populistas de derecha que convierten el Islam en un problema y a los musulmanes en el objetivo. Se manifiesta de diferentes maneras, en diferentes países, pero su mensaje subyacente es el mismo. Algunas veces se concentra en el tema aislado del Islam, pero en otras situaciones se entrelaza con políticas más amplias de inmigración, cultura, pérdida de identidad».

Naturalmente, los ideólogos de la contra-yihad condenaron los asesinatos de Breivik.

Pero nunca renunciaron a sus ideas. En lugar de hacerlo, afirmaron que el propio extremismo de sus actos demostró su demencia, y esa demencia diferencia su tesis de la necesidad de guerra contra el peligro islámico de su propia articulación del mismo argumento precisamente.

La negativa ‘liberal’ de enfrentar la política de Breivik funciona de la misma manera: Ninguna persona normal asesinaría a muchachos de esa manera. Por definición, Breivik no puede ser normal, y por ello, todo lo que dice puede ser ignorado sin temor a equivocarse.

Pero Breivik explicó detalladamente en su testimonio cómo llegaron a ser realizables sus implacables actos. Porque reconoció que una matanza masiva sería psicológicamente difícil, se dispuso conscientemente a ‘des-emocionarse’ a través de la meditación y otras técnicas.

‘Hay que escoger tácticas y estrategias para deshumanizar… al enemigo… al que veo como objetivo legítimo’, explicó.

No han nada demencial en esto. Los militares modernos hacen lo mismo y exactamente por el mismo motivo, posibilitar que gente común y corriente mate.

Breivik, en otras palabras, tomó en serio la retórica bélica de Spencer. Se dispuso cumplidamente a convertirse en un guerrero, utilizando una versión doméstica del entrenamiento mediante el cual los reclutas se preparan para el combate en Iraq o Afganistán.

Por eso es tan peligroso pretender que constituye un tipo de anomalía psicológica.

Durante la semana pasada, el proceso ha permitido que Breivik haga propaganda de un programa «islamófobo» que ya goza de un apoyo considerable.

Volvamos a citar a Hope Not Hate:

«En EE.UU., tres Estados ya han prohibido que se practique la Sharía. Se está discutiendo en otros veinte. En Suiza, la gente votó una prohibición de minaretes a pesar de que existen solo cuatro en el país. En Francia, políticos de centro y de derecha tratan de superarse en las elecciones presidenciales para demostrar lo duros que son con respecto a las prácticas y extremismos musulmanes. El temor al Islam juega un papel cada vez más importante en el discurso político de numerosos países».

Hacer un psicoanálisis de ideas semejantes no hace que desaparezcan. En su lugar, desprestigia a los antirracistas, por el simple motivo de que los que simpatizan con el fanatismo antimusulmán pueden reconocer, llanamente, que hay poco que distinga lo que dice Breivik de la retórica de Geert Wilders, Daniel Pipes, Mark Steyn u otros numerosos personajes impecables de la tendencia dominante.

‘Breivik no es un escritor talentoso’, dice un comentador en el blog de Spencer, ‘pero por lo que leo de su manifiesto, su pensamiento está lejos de ser incoherente. Su uso del artículo de Wikipedia sobre la Escuela de Frankfurt fue una revelación para mí y merece ser estudiado para comprender cómo Europa sufre un repudio cultural en una escala tan suicida’.

‘En otras palabras’, dice otro, ‘Anders Breivik no debería ser procesado, el ISLAM debería ser procesado. Y el veredicto es CULPABLE’.

En esa discusión, vemos el aterrador potencial de que Breivik emerja como el John Brown de la contra-yihad: fanático, excesivo y violento, pero elogiado como un héroe dispuesto a poner sus principios en acción.

Después de la derrota de Hitler, la invocación del Holocausto ayudó a marginar a potenciales «fuhrers» durante décadas, mientras los antirracistas decían fuertemente: ‘Hemos visto vuestras ideas antes, y dejaron seis millones de muertos’. Los ideólogos de la islamofobia.

La tragedia de Noruega suministra una oportunidad similar de aislar la nueva cosecha de fanáticos y propagandistas del odio. Los que murmuran sobre la guerra civil contra multiculturalistas y musulmanes deberían ser enfrentados, una y otra vez, con Utoya, porque es adónde conduce su retórica.

Hace tiempo que debemos dejar de engañarnos diciendo que Breivik puede explicarse mediante una enfermedad mental. La extrema derecha es real y crece. Necesitamos urgentemente una respuesta política.

Jeff Sparrow es editor de la revista Overland y autor de Killing: Misadventures in Violence.

Fuente: http://www.counterpunch.org/2012/04/24/dealing-with-the-real-anders-breivik/ 

rCR