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Denuncia de Médicos sin Fronteras

Los trabajadores africanos viven el infierno en el sur de Italia

Fuentes: Syfia International

Traducido por Caty R.

Médicos sin Fronteras ha denunciado recientemente las precarias condiciones de vida, salud y trabajo de los emigrantes contratados en los campos del sur de Italia. Muchos de ellos son originarios del África subsahariana y el Magreb. El asunto no parece estar en el centro de los debates de la actual campaña electoral italiana.

«Como pueden comprobar, estamos muy mal: sin agua ni electricidad, tenemos que lavarnos en lugares muy sucios, no comemos a menudo y durante el invierno estamos expuestos a morir de frío», nos dice A., de 20 años. «Tenemos una verdadera necesidad de ayuda. Vivir en estas condiciones no nos permite imaginar un futuro». A. es originario de Malí y actualmente vive en el campo en la provincia de Foggia, en el sureste de Italia. Un equipo móvil de Médicos sin Fronteras recogió más de 600 testimonios como en suyo, entre julio y noviembre de 2007, en distintas localidades del sur del país, adonde llega una muchedumbre de extranjeros cada año.

Los resultados figuran en un informe titulado «Una temporada en el infierno», el que viven una gran parte de estos inmigrantes, mayoritariamente ilegales. El ochenta por ciento de ellos trabaja en la recolección de frutas y hortalizas, del tomate a las uvas, pasando por los cítricos. Un sector económico importante para el sur del país, que necesita esta mano de obra estacional y barata. «Casi todos los inmigrantes interrogados son hombre jóvenes (el 97%) entre 20 y 40 años», revela el informe. La mayoría proceden del Magreb (el 38%) y de países subsaharianos (el 47%) como Sudán, Ghana, Camerún, Costa de Marfil, Malí o Nigeria. Los demás son originarios de los países del sudeste asiático y de algunos países de la Unión Europea, como Bulgaria o Rumania.

Sobrevivir con unos pocos euros

Jurídicamente, estos temporeros no tienen ninguna protección. Casi tres cuartas partes de ellos (el 72%) no tienen permisos de residencia regularizados. Casi ninguno posee contrato de trabajo. Según el informe «las jornadas de trabajo duran de 8 a 10 horas y el salario medio se sitúa entre 26 y 40 euros diarios. Algo más de un tercio de estos trabajadores gana 25 euros o menos». Según un cálculo realizado por Médicos sin Fronteras un inmigrante estacional debe sobrevivir con 240 euros mensuales, ya que sólo trabaja 8 días al mes con un jornal medio de unos 30 euros. Con tan poco dinero y el coste de la vida en Europa algunos no tienen ninguna posibilidad de enviar dinero a su país de origen…

El objetivo de la investigación efectuada por Médicos sin Fronteras era señalar las condiciones generales y observar una eventual evolución con respeto a la investigación anterior, de 2004, que reveló unos resultados dramáticos en su momento y considerados indignos de un país miembro de la Unión Europea. Resultado: una confirmación del informe anterior. Efectivamente, el estudio denuncia la precariedad en la que vive esta población. Según Médicos sin Fronteras «el 65% de los encuestados vive en casas abandonadas, el 62% carece de instalaciones sanitarias en sus viviendas, el 69% no dispone de electricidad y el 64% no tiene acceso al agua corriente». Más de la mitad duerme en el suelo sobre cartones o colchonetas. El equipo de Médicos sin Fronteras señala que la mayoría, a menudo, tiene que recorrer una distancia considerable para llegar al punto de agua más cercano. Además, casi todos (el 92%) carecen de calefacción. Las imágenes propuestas a las televisiones al mismo tiempo que el informe muestran a patronos que no tienen nada que decir sobre las condiciones en las que viven sus trabajadores.

Consecuencias sanitarias

La ONG médica se ha interesado por las consecuencias sanitarias de la situación: Las enfermedades musculares y respiratorias, gastroenteritis y problemas dermatológicos, están a la orden del día. El cincuenta y tres por ciento de los trabajadores entrevistados dicen que no tienen acceso a tratamientos en caso de enfermedad a pesar de que una ley italiana de 1998 la garantiza, sean legales o ilegales. La mayoría de los emigrantes afirmó que llegaron a Italia en buenas condiciones de salud y en el momento de la visita de Médicos sin Fronteras el 72% presentaban un diagnóstico dudoso (el 73% de los casos son enfermedades que se han convertido en crónicas). «Todas estas enfermedades se deben claramente, no sólo a las duras condiciones de trabajo, sino también a la situación sanitaria e higiénica en la que viven y a las escasas posibilidades de cubrir las necesidades básicas», afirma la doctora Francesca Faraglia, coordinadora médica del proyecto italiano de Médicos sin Fronteras.

Los trabajadores de origen magrebí son mayoritarios en los pueblos visitados en las provincias de Trapan Alcamo, en Sicilia, y de Salerno. Los subsaharianos son más numerosos, especialmente en las provincias de Foggia y Reggio di Calabria. Algunos están allí desde hace doce años. J., de 26 años, huyó de la guerra de Sierra Leona y está en Italia desde hace cuatro años: «no tengo papeles» dice, «ni un lugar fijo para vivir. Voy de un lado a otro en función del trabajo, duermo en casas abandonadas».

«Esta dramática situación debe sacudir la conciencia de todos en las instituciones, los sindicatos, la sociedad civil…», concluye Médicos sin Fronteras, «porque es inaceptable. A pesar de las promesas de la administración central y regional y también a pesar de que ha habido un gobierno de izquierda durante los dos últimos años en Italia, no se detecta ningún cambio sustancial», añade la ONG. Y nada indica que este asunto esté considerado como una cuestión importante en la actual campaña electoral del país.

Original en francés: http://www.syfia.info/fr/article.asp?article_num=4909

André Linard es escritor y responsable del Servicio de Información de la Confederación Mundial del Trabajo con sede en Bruselas, Bélgica.

Pauline Bourtembourg es periodista y trabaja para Info Nord-Sud.

Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Cubadebte y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a los autores, a la traductora y la fuente.