Hace pocas semanas tuve la ocasión de ocuparme de un asunto que hoy cobra plena actualidad, pero que ha sido ocultado por la «Prensa Grande»: las Maniobras Militares de Tabatinga planeadas antes y ejecutadas hoy bajo monitoreo yanqui, por los ejércitos de tres países. Efectivos de Colombia, Perú y Brasil -en efecto-, se concertaron en […]
Hace pocas semanas tuve la ocasión de ocuparme de un asunto que hoy cobra plena actualidad, pero que ha sido ocultado por la «Prensa Grande»: las Maniobras Militares de Tabatinga planeadas antes y ejecutadas hoy bajo monitoreo yanqui, por los ejércitos de tres países.
Efectivos de Colombia, Perú y Brasil -en efecto-, se concertaron en la triple frontera que los une, y en las proximidades de la zona territorial venezolana para desarrollar operaciones de orden bélico, que ya comenzaron.
Nadie ha explicado con claridad el propósito de esas «maniobras». Pero, curándose en salud, la administración de Caracas -muy cautamente- ha puesto en guardia al pueblo de Venezuela, y situado a sus propias fuerzas armadas en posición de combate. No podía ser de otra manera, habida cuenta que el Imperio no se caracteriza por usar «métodos democráticos» para librarse de sus opositores, sino más bien de mecanismos expeditivos, no exentos de violencia.
Guatemala 1954; Cuba, Playa Girón; Chile, 1973; y más recientemente Honduras, contra Zelaya; Paraguay, contra Lugo y Brasil para derribar a Dilma Rousseff; constituyen apenas pasos concretos en la práctica imperial, que no tiene límite cuando de lo que se trata es de proteger los intereses de sus grandes consorcios.
Dijimos en su momento que las «Maniobras de Tabatinga», fueron preparadas por el Comando Sur de los Estados Unidos y que Venezuela es el fin de estas acciones que no tienen sino la intención de preparar una intervención militar, con la idea de derribar al gobierno bolivariano.
Fracasados todos los intentos de promover el «desborde interno» y derrotado también el empeño de aislar al gobierno del Presidente Maduro en el escenario internacional; a Washington sólo le queda un camino: la agresión militar abierta.
Para el efecto, cuenta con tres alfiles muy definidos: Temer, en Brasil; Santos, en Colombia y Kuczynski, en el Perú. Ese trío insiste en declarar -cada vez que tiene un micro abierto- que el problema central en la región es «la democracia en Venezuela». El resto, son pamplinas.
Consciente de esa voluntad agorera, el señor Trump, desde la Casa Blanca, impulsa con descaro una ofensiva contra los pueblos de nuestro continente. No otro sentido tiene, por ejemplo, el conjunto de medidas orientadas a incrementar el bloqueo contra Cuba, masivamente repudiado por el mundo, hace muy pocas semanas en Naciones Unidas.
Y es que, efecto, los halcones de Washington, derrotados en todas partes, promueven la intervención militar contra la Patria de Bolívar, y recurren, para ese efecto, a gobiernos serviles, sometidos a sus designios.
Los peruanos podríamos preguntarnos a santo de qué asomamos nosotros, los peruanos, uncidos a ese carro de guerra, beligerante y oprobioso?.
Hay varias respuestas. Una, tiene que ver con la política actual de Torre Tagle, que abandonó los valores del Canciller de la Dignidad -don Raúl Porras Barrenechea- para «liderar» una ofensiva política contra las autoridades venezolanas, violando descaradamente los principios de No Intervención y Libre Determinación de los Pueblos.
Una segunda razón, es aun más prosaica. En nuestro país existen, y funcionan, más de 9 bases militares norteamericanas, empeñadas en prácticas de combate. Varias de ellas, operan en la Amazonia. Y todas, dependen directamente del Comando Sur de los Estados Unidos de Norteamérica, haciendo escarnio de nuestra Independencia y Soberanía.
A esto se suma, por cierto el hecho que el Presidente Kuczynski «es un exponente definido del modelo yanqui de dominación en nuestro continente. Neo Liberal a ultranza, y lobbysta destacado de consorcios imperiales; enfila de manera constante sus baterías contra la Venezuela Bolivariana porque en el fondo de su Karma quisiera que ese país, y todos los demás, fueran otra vez colonias, o de España o de los Estados Unidos, pero Colonias. Nunca países Independientes y Soberanos». Lo dijimos antes.
Como ciudadano, el señor PPK, puede obrar como le plazca; pero no tiene ningún derecho a meter al Perú en una confrontación militar con otro país del continente. Eso sería desconocer la historia, y morder la mano que nos tendieran nuestros libertadores hace casi 200 años Bolívar y Sucre, lucharon para que el Perú sea libre y soberano. No para que sirva de Mascarón de Proa en guerras fratricidas.
Nuestro país, incluso en tiempos difíciles, ha sustentado siempre una política de paz, No solamente ha procurado mantener cordiales relaciones con todos sus vecinos, sino que, incluso, ha formado parte de organismos que han ayudado a alcanzar la paz en otros confines del planeta. Incluso la paz en Centroamérica -El Salvador por ejemplo-, fue lograda por mediación peruana, en su momento. ¿De dónde, entonces, asoma hoy, en nuestro suelo, una voluntad guerrera?
Nosotros somos suscriptores del Acuerdo asumido en la Cumbre de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe, –CELAC– que declaró América como «Zona de Paz». « Incentivar la guerra o prepararse para ella, constituye una grosera violación de los propósitos enarbolados por esa respetable Comunidad de Naciones; y una afrente a pueblos y naciones de nuestro continente» dijimos antes.
Las maniobras de Tabatinga ponen a nuestro país en la vitrina de las potencias beligerantes. Ellas, alimentarán las tensiones en la región, pero también incentivarán nuevos conflictos, en una circunstancia en la que, los portavoces del Pentágono sueñan con trasladar a nuestras tierras, los conflictos armados que hoy azotan a los pueblos del Asia Central.
Derrotado en Siria, vencido en Palestina, estancado en Irak, fracasado en Libia y contenido en Irán; el Imperio busca extender sus planes belicistas a nuestro continente
Tenemos el deber de denunciarlo.
Gustavo Espinoza M. Colectivo de dirección de Nuestra Bandera.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.