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Panamá

Moscoso y Torrijos, ¿legado o traición?

Fuentes: Rebelión

Dos acontecimientos históricos propician obligadas reflexiones para estos días. El primero ocurrió hace 32 años, el 31 de julio de 1981, con la muerte del general Omar Torrijos Herrera, cuando el avión en el que viajaba, un bimotor Twin Otter, FAP 205, de fabricación canadiense, explotó, cayendo fragmentado en el cerro Marta, al norte de […]

Dos acontecimientos históricos propician obligadas reflexiones para estos días. El primero ocurrió hace 32 años, el 31 de julio de 1981, con la muerte del general Omar Torrijos Herrera, cuando el avión en el que viajaba, un bimotor Twin Otter, FAP 205, de fabricación canadiense, explotó, cayendo fragmentado en el cerro Marta, al norte de Coclesito, región que limita entre Coclé y Colón, dos provincias importantes del istmo panameño. El militar, padre del expresidente Martín Torrijos, se dirigía a su casa de campo y asistiría a una festividad con residentes de la región.

El coronel Roberto Díaz Herrera -primo del General-, en su libro, «Estrellas Clandestinas», editado en el 2009, concluye: «todo indicaba que la nave explotó, primero en el aire, producto de la detonación activada desde tierra, de un explosivo de gran poder», según el testimonio de varios campesinos que presenciaron el accidente. En junio de 1987, dos años antes de la sangrienta invasión norteamericana a Panamá, Díaz Herrera denunció a Noriega como agente del narcotráfico y lo responsabilizó por la muerte del médico panameño y guerrillero Hugo Spadafora, cuyo cuerpo fue encontrado sin cabeza en 1985.

El segundo evento hizo historia el 25 de agosto del 2004. A menos de una semana de concluir su mandato, la expresidenta Mireya Moscoso indultó a 4 delincuentes internacionales, condenados en Panamá, entre otros delitos, por planificar un atentado con explosivos militares C-4, contra el mandatario cubano, Fidel Castro, en noviembre del 2000.
Los terroristas fueron financiados por grupos autodenominados anticastristas que operan desde Miami, según diversos informes de inteligencia revelados por el gobierno cubano. Tres días antes, el 22 de agosto del 2004, Cuba advertía sobre la liberación que haría Moscoso y anunciaba la ruptura diplomática con Panamá en caso de que ocurriera.

En torno al primer hecho, el estado panameño parece haber dedicado poco o ningún esfuerzo para resolver el misterio que envuelve la muerte del general Torrijos. El coronel Herrera asegura que las investigaciones iniciales estuvieron caracterizadas por un recio hermetismo e insiste en que se trató de un magnicidio.

El desinterés estatal por la muerte del «viejo», como le decían, sigue su curso 23 años después, mayo de 2004, cuando su hijo, Martín Torrijos, llega al poder mediante las urnas. Para nadie es un misterio que su campaña política, al igual que la de Moscoso con el expresidente Arnulfo Arias Madrid, echó mano de la figura y el liderazgo del General.

Pese a que Martín Torrijos pidió reabrir una investigación el 2 de septiembre de 1994 por la muerte de su padre, un día después de la toma de posesión del expresidente perredista Ernesto Pérez Balladares, nada ocurrió y no ordenó hacer lo mismo, 10 años después, cuando asumió la Presidencia, el 1 de septiembre del 2004. Martín fue ministro de Gobierno y Justicia durante la gestión de Pérez Balladares.

Más allá de un reproche familiar o político, el país tiene derecho a saber la verdad. Seguramente este es uno de los muchos secretos que Manuel Antonio Noriega conserva como joya y baluarte de poder.

En las propias filas de los militares se escuchan versiones de todo tipo, como la de un oficial que asegura que desde tierra fue lanzado un proyectil de alto poder contra la aeronave. Todas apuntan a que se trató de un atentado, que finalmente hizo cumplir la profecía del General, cuyo tenor era que su muerte sería violenta, como había sido su vida.

Herrera también cuestiona la demora de más de 16 horas que tomó Noriega en avisarle sobre la desaparición del avión donde viajaba el líder panameño. Díaz Herrera era el único pariente militar que Torrijos tenía en el cuerpo castrense.

Según Herrera, dos hermanos de Omar, Moisés y Hugo, habían expresado que la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos -CIA- estuvo involucrada en su muerte. El primero de ellos, hermano mayor del General, recibió información del expresidente dominicano Juan Bosch, cuya fuente era un exagente de la citada agencia norteamericana, que confirmaba la existencia de una conspiración para asesinar al militar. Agrega que la clave de la conspiración era: «para derribar al Halcón en pleno vuelo».

Las dudas de Díaz Herrera sobre Noriega son reveladoras. El Coronel trae a su memoria que Omar le había comentado durante una conversación privada, que le tenía miedo a Noriega.

En su libro, Herrera cita la llamada que el exagente de la CIA -Noriega- le hizo a Moisés para conocer más sobre las versiones que le llegaban de República Dominicana. Aclara que Moisés accedió a confiarle dicha información a Noriega. Una vez avisó a Bosch que el exhombre fuerte de Panamá ayudaría en el procesamiento y análisis de los datos, las informaciones dejaron de llegar. Herrera sospecha que Noriega buscó la forma de silenciar a sus primos, debido a su pericia como espía estadounidense y agrega que por ello no le era difícil presentar a los familiares de Torrijos pruebas que negaran el atentado.

Para ese entonces Noriega, hoy confinado en el Centro de Rehabilitación «El Renacer», ubicado en las riberas de la vía interoceánica, era el Jefe de Inteligencia Militar y el investigador oficial que controlaba los principales jueces y fiscales del país. Herrera insiste en que estos personeros se abstuvieron de profundizar en las referidas investigaciones que no arrojaron resultados significativos, aunque algunos admitieron que existían evidencias que apuntaban a que hubo mano criminal.

Es iluso pensar que otros Gobiernos, no directamente ligados al Partido Revolucionario Democrático (PRD), aunque vinculados entre sí por intereses cruzados, al margen de los intereses nacionales, le prestaran alguna importancia al sospechado asesinato perpetrado contra el general Torrijos.

Lo revelador es que gobiernos PRD, supuestamente inspirados en los ideales de Torrijos, hayan volteado la mirada por más de 30 años y al mismo tiempo utilicen como estandarte el nombre del líder del denominado proceso revolucionario, de octubre de 1968, que derrocó al expresidente, Arnulfo Arias Madrid.

Para Díaz Herrera, la postura nacionalista de Omar generaba malestar en el presidente Ronald Reagan y el vicepresidente, George Bush padre, exdirector de la CIA y autor de la invasión a Panamá en diciembre de 1989, año en el que asumió el poder. Reagan gobernó EE.UU en el período 1981-1988.

El profesor e internacionalista panameño, Julio Yao, en una publicación local del 2004, se refiere a la férrea oposición que Reagan mantenía frente a los tratados Torrijos-Carter, antes de convertirse en mandatario. Según Yao, el vaquero de Hollywood, consideraba que la recuperación del Canal representaba una traición a los intereses, valores e ideales de EE.UU, que habría comprado y construido, con dinero de los contribuyentes, por lo cual ellos lo retendrían.

Herrera interpreta que la actitud de Omar constituía un obstáculo para los planes de EE.UU en Centroamérica, como por ejemplo, el derrocamiento del sandinismo en Nicaragua, en el contexto del sonado Irán-Contras.

La CIA, de la cual Noriega fue agente fiel hasta que fue desechado por el propio Bush, consideraba a Torrijos como un izquierdista peligroso para la seguridad centroamericana y el control del Canal. El coronel Herrera, también señala que Omar era objeto de cuestionamientos por su independencia de criterio en el manejo de las relaciones internacionales y su amistad con Castro, entre otros muchos pecados.

Otro hermano del General, Hugo Torrijos, durante una sesión en la Asamblea Nacional, en 1986, aseguró que Omar había sido blanco de un complot, denominado «Halcón en Vuelo», que incluyó la colocación de un explosivo en una caja de sodas.

En el segundo suceso histórico, el intento de magnicidio contra la identidad física del presidente de Cuba, anotó registro a principios de este siglo, en noviembre del año 2000. A la cabeza del plan estuvo Luis Posada Carriles, exagente de la CIA, reconocido como terrorista internacional por el Federal Bureau Investigation por sus siglas en inglés FBI y confeso autor intelectual de la voladura del avión de Cubana de Aviación el 6 de octubre de 1976 en Barbados, donde murieron 74 personas -una de las integrantes del equipo de esgrima estaba embarazada-.

Posada Carriles también es requerido por la justicia venezolana y cubana y tiene cuentas pendientes con la panameña, después que en julio del 2008, la Corte Suprema de Justicia, de forma unánime, decretó ilegal el indulto que la expresidenta panameña le concedió en agosto del 2004.

Castro llegó a Panamá el 17 de noviembre del año 2000 en el marco de la X Cumbre de Jefes de Estado de 22 países Iberoamericanos, mientras Posada Carriles planificaba su muerte. El golpe lo daría en el Paraninfo de la Universidad de Panamá, durante un encuentro que Fidel sostuvo con diversas agrupaciones populares nacionales y diversas delegaciones internacionales que participaban del evento. En esa reunión también asistieron académicos y estudiantes de la citada sede de estudios superiores.

A su llegada al istmo, Fidel convocó a una conferencia de prensa en el hotel César Park, para hacer público los planes de los terroristas, quienes meses antes ya viajaban a Costa Rica y Panamá para perpetrar el crimen, según revela la periodista cubana Ivón Deolefeau en su obra «Paraninfo un magnicidio frustrado». El ruido internacional orquestado por el dignatario cubano, obligó a Moscoso y a sus policías a capturar a los terroristas.

Sin lugar a dudas, estos eventos no pasarán desapercibidos por las delegaciones de Cuba y Venezuela que participarán en la XXIII Cumbre Iberoamericana, prevista a realizarse en Panamá, el 18 y 19 de octubre del presente 2013. Después de 13 años, el territorio canalero volverá a ser escenario de este cónclave latinoamericano y caribeño por donde el terrorismo pasó inadvertido debido a la irresponsabilidad de una Presidenta que violó el derecho internacional de manera vergonzosa.

Tampoco estarán ausentes quienes traigan a la mesa la forma como Moscoso y varios miembros de su administración organizaron la huida de Luis Posada Carriles y sus compinches, condenados a 7 y 8 años de prisión por atentar contra la seguridad colectiva, falsificación de documentos y por planificar un atentado con explosivos contra el mandatario cubano.

En enero del 2012, ocho años después del indulto, varias publicaciones internacionales informaron sobre un encuentro que Moscoso sostuvo en Miami, con tres de los cuatro terroristas, entre estos, Luis Posada Carriles. La exmandataria admitió a medios panameños haberse visto con ellos durante un programa de radio y reiteró que no se arrepentía de haber liberado a Posada Carriles y sus cómplices.

¿Qué similitudes unen a Moscoso y Torrijos y cuáles les separan de sus líderes, Arnulfo (esposo) y Omar (padre)? Los dos primeros parecen tener, más allá de simpatía y vínculos, por haber vivido en EE.UU, una sumisión incondicional a los designios que emanaban de la Casa Blanca. Cables diplomáticos estadounidenses, publicados por WikiLeaks, ponen en contexto los hechos y ayudan a comprender de alguna manera, la conducta de Moscoso y Torrijos.

En uno de esos cables, publicado por WikiLeaks, abunda información referente al caso de la liberación de Moscoso a favor de los terroristas y la manera como los sacaron de Panamá. El documento menciona que tres de ellos, Gaspar Jiménez, Guillermo Novo y Pedro Ramón, arribaron al aeropuerto de Miami, antes del mediodía del 26 de agosto y un día después de firmado el indulto; mientras que Posada Carriles viajó en otro vuelo a Honduras. Este último, es el destino que Moscoso menciona como rumbo desconocido en la grabación que le dejó en su contestadora automática a Simón Ferro, exembajador de EU en Panamá, una vez organizado el escape de los delincuentes internacionales: «Embajador buenos días, es la Presidenta para informarle que los cuatro cubanos ya fueron indultados en la noche de ayer y que ya salieron del país. Tres van rumbo a Miami y el otro con rumbo desconocido». Aquella llamada dejó en evidencia la manera como Moscoso rendía cuentas a un importante miembro de los grupos de Miami.

Otro cable, el 04Panama672­_a, del 22 de marzo del 2004, anota información sobre este caso: «El Ministerio Público sostiene que los 4 acusados conspiraron para matar a Castro en la Universidad de Panamá durante una recepción. La Fiscalía afirma que los acusados tienen un largo historial de oposición violenta no solo contra el régimen de Castro, sino contra ciudadanos estadounidenses, cubanos de a pie, y gente de otros países».

En el cable, «04Panama 2176_a», del 26 de agosto de 2004, se lee: «La especulación abunda sobre los motivos de Moscoso de indultar a los 4 cubanos anticastristas». «Tanto Moscoso y su hermana, tienen fuertes lazos en Miami, donde poseen bienes raíces y gastan una cantidad considerable de tiempo». El cable de la diplomacia norteamericana también menciona que la prensa local y muchos comentaristas especulaban que Mireya y su hermana Ruby Moscoso, recibieron sobornos de los cubanoamericanos de Miami. Añade que otra especulación se centró en la supuesta finalidad de Moscoso para ganarse el favor de Miami y de funcionarios estadounidenses, posiblemente como una póliza de seguro contra la revocatoria de visa por corrupción.

Deulofeu menciona que a Moscoso y a varios de sus Ministros les retirarían la visa para ingresar a EE.UU, si los 4 terroristas no eran liberados. Subraya además, que el indulto fue negociado en Miami por Ruby Moscoso a quien le entregaron 4 millones de dólares, según publicaciones aparecidas en varios sitios de Internet. «Rebelión» menciona que la operación fue consumada al estilo comercial de Liechtenstein y que los amigos de Miami obsequiaron a la expresidenta un auto Lincoln Town Croown, del 2005, valorado 125 mil dólares.

En uno de estos documentos, no difundidos por medios panameños, el clasificado confidencial número 04Panama802_a, con fecha 6 de abril de 2004, un mes antes de las elecciones del 2 de mayo de ese año, la embajada norteamericana calificaba al PRD de ese entonces, como un colectivo dominado por Martín y sus amigos y muy diferente al del brazo político de la Fuerzas de Defensas del período 1979-1989 y de los dictadores Omar Torrijos y Manuel Antonio Noriega. Del cable se extrae la postura de la embajada norteamericana, en torno a que Martín Torrijos mantendría sobre las líneas laterales a los intelectuales nacionalistas, a los cuales el propio documento define como izquierdistas anti-estadounidenses, conocidos como «La Tendencia».

En otra parte del documento aparecen otros datos: «¿Quién es Martin Torrijos? Martín Torrijos es candidato a presidente de Panamá, debido a su apellido. Es el hijo del dictador panameño, Omar Torrijos y Xenia Espino, exazafata de Air Panamá, que no era su esposa. Nació en 1963». «Omar Torrijos, reconoció a Martín como su hijo cuando era un adolescente y lo envió a la academia militar de San Juan en Wisconsin». El cable menciona que Martín entre los 15 y 29 años, es decir, de 1978 a 1992, vivió principalmente en EE.UU, y obtuvo licenciaturas en Ciencias Políticas y Economía, de la Universidad de Texas A & M.»

El documento diplomático continúa revelando datos personales del expresidente: «Por cuatro años trabajó en un restaurante Mc Donalds en Chicago. Se casó con Vivian Fernández Bello en 1990, cuyos padres son de Cuba».

El cable resume la historia del PRD, aludiendo que su fundación el 3 de octubre de 1979, surge como el brazo político de las Fuerzas de Defensa de Panamá, once años después del golpe de 1968. Agrega que floreció bajo el gobierno militar que lo utilizó para la creación de Presidentes títeres y para espiar a la población.

En otra parte del registro diplomático, señala que existían rumores en torno a la existencia de un pacto entre Martín y Mireya Moscoso sobre no acusarse mutuamente, lo que inclusive algunos medios panameños y ciertos sectores han denominado el pacto «MAMI» -Martín Mireya-.

¿Fue espuria la posición de Omar y Arnulfo, frente al derecho soberano de Panamá y sus ciudadanos? ¿Había claridad en ambos en torno al enclave colonial y otras pretensiones extranjeras, en detrimento de los nacionales? ¿Acaso estos escenarios no son contrarios a lo de sus supuestos relevos, hijo y esposa?

La verdad es juez de quienes pretenden salir impunes de sus errores o delitos, particularmente cuando el sistema lo permite y ante el sello de los pactos de silencio que se vienen profesando los Presidentes panameños durante los últimos 24 años para que no se investiguen entre ellos.

Torrijos y Moscoso son de esos expresidentes cuyos rastros dejan en evidencia lo que hicieron, o lo que no hicieron. Es derecho irrefutable, de la presente y futuras generaciones, saber lo que ocurrió y deber de los periodistas y cualquier otro ciudadano, revelar y recordar los hechos como una forma de profesar respeto a la sagrada conciencia histórica de la Nación y denunciar los desmanes de quienes no han vacilado en traicionar hasta su propia sangre.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.