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Moldavia

No es la Constitución lo que hay que cambiar, sino el gobierno

Fuentes: Pravda

Traducido del ruso para Rebelión por Josafat S. Comín

El referéndum, para el que el Partido de los comunistas de la República de Moldavia pedía el boicot popular, ha fracasado.

Según datos provisionales, la participación en el referéndum ha sido de cerca del 31%. Para poder ser validado la asistencia mínima a las urnas tenía que haber sido del 33,33% del electorado moldavo.

Tras estas dos cifras se oculta el dramatismo de la lucha política con todo lo arriesgado de sus apuestas. Ciertamente estaba en juego una cuestión fundamental:

¿Hacia dónde se encamina Moldavia? ¿Podrá el pueblo poner en su lugar a esos politicastros arribistas, con una clara orientación pro rumana y pro OTAN, o vencerán el sentido común y las tradiciones seculares de un pueblo trabajador y amigo de Rusia?

Tanto la preparación como la celebración del referéndum parecían formar parte de una novela policiaca de complicada trama.

El referéndum en sí, fue» inventado» por ese grupo de ultraliberales derechistas de los partidos de la «Alianza por la integración europea» aupados al poder, con el objetivo de esquivar los dictados de la Constitución y no convocar elecciones anticipadas, en las que estos partidos indefectiblemente se verían abocados a la inexistencia.

En el referéndum se sometía a votación el proceso para elegir presidente del país: De acuerdo con la constitución vigente, el presidente es elegido en el parlamento, y en caso de no obtener los respaldos necesarios, el parlamento se disolvía y se convocaban nuevas elecciones. La derecha quería que el pueblo se pronunciase en el referéndum a favor de la elección de presidente mediante votación popular directa. En ese caso, independientemente de quién resultase elegido presidente, desaparecía el motivo para tener que convocar elecciones generales anticipadas. Es decir, con esa estratagema se lograba la permanencia en el poder de los rumanófilos en el parlamento y el país. Los comunistas de Moldavia no tardaron en desentramar su verdadero propósito y llamaron al pueblo a boicotear el referéndum.

Convencer al pueblo de la necesidad del boicot, no era tarea fácil, pues los organizadores del referéndum, lo envolvieron como caramelo, presentando la elección de presidente mediante votación directa como la verdadera democracia, etc. No escatimaron en halagos y lisonjas con el pueblo. No era fácil hacer ver el verdadero objetivo que perseguía el referéndum.

Además, en la preparación y durante la celebración del plebiscito, el gobierno no dudó en cometer violaciones sin precedentes de la ley, intentando que su idea se «abriese paso».

Lo que ellos llamaron «referéndum» no era sino una modificación en la ley que rebajaba la participación mínima para que tuviese validez, del 60 al 33%. Crearon condiciones propicias para falsificar los resultados en el extranjero, modificando el proceso de votación y el escrutinio, ampliando el número de colegios.

El día de la votación, no solo no retiraron la propaganda, sino que siguieron haciendo campaña por el voto en todo el país, incluyendo la publicidad en televisión, con el fin de influir en los resultados del plebiscito.

Cuando empezaron a llegar los primeros datos desesperanzadores sobre la participación (a las 10 de la mañana sólo había votado el 2% del censo), la Junta electoral central (JEC) de Moldavia, informó de una avería en el servidor, que impedía acceder a su web. Se estaban así sentando las bases para una adulteración de los resultados. Se hacía imposible estudiar la tendencia de asistencia, y pillar a los promotores de la consulta orquestando un repentino y masivo flujo de votantes, ya que el ordenador estaba averiado. Para Moldavia estos «juegos electrónicos» no son nada nuevo. En 1999 y 2003 fue así como logró imponerse el antiguo alcalde de Chisinau, que es hoy uno de los líderes de la Alianza de derechas, Serafim Urechean. Justo en el momento más dramático de su inminente fracaso, hubo un corte en el suministro eléctrico en Chisinau, y se pasó al escrutinio manual que arrojó como «vencedor» de nuevo a Urechean. En ese intervalo de dos horas que duró el fallo informático, la asistencia creció bruscamente en un 10%, y sólo tras la airada protesta de los comunistas, cesaron esos juegos.

En muchos lugares se denunció por parte de los observadores, la asistencia obligada a las urnas. Los médicos, dirigidos por uno de los líderes de la Alianza, el ministro de salud Vladimir Hotineanu, fueron de los que más empeño pusieron. En el hospital clínico republicano, en el materno infantil y en el oncológico, presionaron a los enfermos, vinculando su tratamiento con su participación en el referéndum.

Se detectaron casos en que se movilizaron electores entre aldeas, para votar en ambos lugares. Algo en lo que insistieron los celosos y diligentes administradores locales.

Los comunistas se opusieron activamente a los intentos de falsificar los resultados del referéndum. A menudo sus denuncias de violación de las normas no eran aceptadas. Fue algo que lograron invitando a juristas y con la ayuda de observadores independientes. La presidenta del colegio electoral nº 154 del sector de Ciocana tuvo que llamar en dos ocasiones a la policía, ya que el observador del PCRM había detectado irregularidades durante la votación por parte de ella. Los agentes impusieron una multa de 200 leus, y le impidieron acceder al colegio durante más de una hora. Pero los comunistas han recogido hasta la última de las irregularidades y pueden decir con pleno fundamento, que poseen la información más completa sobre el transcurso y el resultado de la votación.

A la hora del cierre de colegios electorales la página de la JEC de Moldavia volvió a bloquearse, para que fuese imposible poner el punto final. Pese a la promesa de hacer públicos los resultados provisionales a las 21h, la JEC se negó a hacerlo. Su portavoz remitió a todos a una rueda de prensa para el día 6. Se trataba del último intento de adulterar los datos, utilizando la votación en el extranjero. Para algo se habían enviado 131.000 boletos al extranjero, lo que suponía casi el 5% de los votos. Se hacían tan necesarios en ese momento…

Sin embargo todas las esperanzas de los falsificadores se desvanecieron con los resultados provisionales que fueron llegando del exterior. Así por ejemplo en Odessa donde viven y trabajan miles de ciudadanos de Moldavia (hay cientos de estudiantes), al mediodía habían ejercido su derecho apenas…10 personas. En los dos centros habilitados en Milán habían votado respectivamente 103 y 98 personas respectivamente, en Chipre 43 y en Barcelona 74. Incluso en Bucarest en los centros disponibles habían votado 203 y 178 electores. ¡Y esperaban miles…!

Fuente: http://gazeta-pravda.ru/content/view/5619/34/