Traducido por María Enguix
Uno de los historiadores e investigadores antinacionalistas más eminentes de la historia reciente de Grecia es Yorgos Nacratsás, cuya postura política y opiniones han suscitado numerosos debates. Presidente de la Unión de Centro estudiantil de la Universidad Aristóteles de Salónica durante la década de 1960, ejerció de médico, neurólogo y director de clínica en Rótterdam, Holanda. En las últimas décadas, Yorgos Nacratsás se ha dedicado al estudio de la historia griega ―asuntos como el Desastre de Esmirna o la historia de Macedonia― desde una perspectiva antinacionalista y sus libros se publican en la editorial Batavia, fundada por él. Esta editorial ha publicado recientemente el controvertido Αbecedar, el abecedario de la lengua macedonia que el propio gobierno griego editó por primera vez en 1925, aunque lo retiró de inmediato. El periódico I Epojí le entrevistó con motivo de la reedición del abecedario macedonio y del debate público que suscitó tras su presentación en Atenas y Salónica, donde participaron incluso miembros de la extrema derecha griega.
Sabemos que conoce bien el tema de la creación de los estados nacionales en los Balcanes. ¿Cómo explica que se haya excluido de este proceso a los macedonios?
El Renacimiento europeo, y en concreto la revolución francesa, creó las entidades nacionales, cuyo objetivo en teoría era combatir el feudalismo y la teocracia en Europa. Como todos sabemos, hoy las entidades nacionales son artificiales, e incluyo también la de los habitantes de Grecia y la de los habitantes de la actual República de Macedonia. La creación de la entidad nacional griega empieza justo después de la revolución griega, gracias al movimiento de los griegos de la diáspora, como Adamandios Coraís o Rigas de Velestino, y apenas cien años más tarde surge la primera iniciativa de crear una entidad macedonia. Concretamente, en 1897 tuvo lugar el primer congreso de intelectuales macedonios en Salónica, con la presencia de Delchev. Para desgracia suya, estos jóvenes macedonios no querían un rey, pues eran socialistas, lo cual alarmaba a la clase dirigente europea, que regulaba entonces el destino de los pueblos. Hay que señalar que veinte años después estalló la Revolución de Octubre, con las sabidas consecuencias.
La entidad nacional de los macedonios no es, por tanto, creación de Tito ―como nos dice la propaganda nacionalista griega― sino que existía desde aquella época, al menos entre aquella fracción de macedonios concienciados políticamente.
¿Por qué la lengua macedonia fue expulsada sucesivamente de todos los mecanismos oficiales y oficiosos del estado griego? ¿Suponía una amenaza frente a la ideología del nacionalismo griego?
Sin duda, en aquella época la lengua y la entidad nacional de los macedonios entrañaban una seria amenaza para el nacionalismo griego. En 1912 Macedonia no fue liberada, sino ocupada por el ejército griego, por la sencilla razón de que su población la conformaban un 40% de turcos, un 40% de macedonios eslavófonos, un 10% de judíos y sólo un 10% de macedonios grecófonos.
Para conservar Macedonia, el nacionalismo griego tuvo que combatir tanto la lengua como la ensalzada entidad nacional de los macedonios. La religión de los griegos y de los macedonios no servía como punto de división puesto que ambos creían en la Ortodoxia. Sólo después de 1870 ―es decir, el año de la creación del Exarcado búlgaro― podía existir una separación entre «exarquistas» y «patriarquistas».
En 1924 el destructor del helenismo de Asia Menor, Elefcerios Veniselos, y no los turcos, logró imponer el intercambio obligatorio de poblaciones, con el cual se invirtió completa y definitivamente el mapa etnológico de la Macedonia griega. Tras el Desastre de Esmirna, los macedonios eslavófonos no eran ya sino una minoría, que se redujo más aún a raíz de la guerra civil y la emigración.
Por supuesto, este peligro ha desaparecido hoy definitiva e irrevocablemente, aunque los responsables del Ministerio de Exteriores de Grecia sufren autismo, al vivir en su propio mundo y ser incapaces de concebir lo que ocurre en el mundo exterior de la Unión Europea. Y lo peor es que su cerebro se ha quedado estancado en 1903.
¿Cómo explica el hecho de que el gobierno griego editase en 1925 el Abecedar para el aprendizaje de la lengua macedonia en el Norte de Grecia y lo retirase a continuación, sin que llegase jamás a manos de esos macedonios?
El gobierno griego nunca tuvo la intención de editar ningún Abecedar para que los macedonios del Norte de Grecia aprendiesen la lengua macedonia; simplemente se vio forzado a hacerlo entonces bajo la presión de la Sociedad de Naciones. Para entorpecer la aplicación del voto de la Sociedad de Naciones, el gobierno griego utilizó dos artimañas. En primer lugar, algunos de sus indignados ciudadanos (léase agentes provocadores) quemaron una parte del abecedario en Amindeo (Flórina) y el resto lo tiraron a un lago vecino. En segundo lugar, por lo que yo sé, el Congreso de los Diputados griego se negó a reconocer el voto de la Sociedad de Naciones para la edición del abecedario, del mismo modo que hoy rechaza la creación de la Casa de la Cultura de Macedonia a pesar de las varias sentencias del tribunal de los Derechos Humanos de Estrasburgo.
En un plano simbólico, ¿qué significa mutilar una lengua y poner trabas para que se hable libremente?
Desde un plano simbólico y realista, mutilar cualquier lengua en nuestra época significa violar cruelmente los derechos humanos. Que esto suceda en nuestro país se explica porque la sociedad griega moderna no se ha incorporado todavía al Renacimiento ideológico del resto de Europa occidental, sino que permanece en una fase casi a caballo entre la teocracia y la modernidad, cuyo vivo ejemplo es el actual arzobispo ultranacionalista de Grecia.
Lo que los griegos aún no tienen claro es que ya pasó la época en que un estado podía hacer lo que le viniese en gana con sus minorías, ya fueran lingüísticas, culturales, religiosas o nacionales. Esto es exactamente lo que dijo el ex ministro de Exteriores de origen albanés, el señor Pángalos, que afirma desde su posición ser descendiente directo de Alejandro Magno.
Personalmente, creo que pretender robarle a un pueblo su lengua materna clama al cielo. Remito a los lectores al excepcional artículo de Zanasis Triaridis «Μικρή σημείωση για κομμένη γλώσσα» [Breve apunte sobre una lengua cortada] (http://www.triaridis.gr/keimena/keimD046.htm) que su periódico publicó el año pasado, así como al reciente artículo sobre el Abecedar que Nicos Dimu ha publicado en su blog (http://doncat.blogspot.com/2006/11/to-abecedar.html). Ambos textos señalan lo evidente: que no hay lenguas prohibidas.
El estado griego ha reivindicado el aprendizaje de la lengua griega para los griegos en el extranjero. Por el contrario, aquí se niega a hacer lo mismo con quienes poseen otra lengua materna. Este hecho constituye un ejemplo clásico de insensibilidad ideológica, a la que se ha visto abocado nuestro pueblo a causa de su helenocentrismo y que actúa en detrimento de los verdaderos intereses nacionales de nuestro tiempo. Mire cómo se ha denostado a nuestro país en el extranjero a causa de la cuestión del nombre de la República de Macedonia y a qué terrorífica carrera armamentística se ha visto abocado por la absurda tesis de que las aguas territoriales de casi todo el Egeo y también las 9 millas de espacio aéreo del Egeo son exclusivamente nuestras. Piense en todo lo que podría lograrse si estas enormes cifras, literalmente malgastadas en armamento, se destinasen al desarrollo y a objetivos sociales.
¿Cómo pueden los ciudadanos sensibilizados mostrar su solidaridad con los que se ven privados de derechos lingüísticos?
No sólo se niegan derechos lingüísticos a los macedonios ―es decir, que conserven su lengua materna mediante la introducción de un Abecedar en el sistema educativo griego―, sino también a los valacos, albaneses y gitanos. Los ciudadanos sensibilizados pueden mostrarse solidarios con este problema si envían a sus partidos políticos, una vez que se hagan públicas, solicitudes para ayudar a nuestros conciudadanos privados de los derechos elementales.
¿Por qué razón fundó la editorial Batavia, donde ha publicado sus libros, el Abecedar y los libros de Dimitris Lizoxou, entre otros?
Yo fundé la editorial Batavia y me pertenece personalmente. Está constituida legalmente como una empresa individual con tarifas y libros normales, pero no me reporta beneficios. Básicamente, se trata de un intento ideológico; mis libros están disponibles en el mercado casi a precio de coste, mientras que los ganancias mínimas obtenidas se destinan a apoyar las necesidades del partido nacionalista de los macedonios de Flórina, «Ουράνιο Τόξο» [Arco iris].
Fuente: http://www.florina.org/html/2007/2007_interview_with_nakratzas.html
Artículo original publicado el 26 de noviembre de 2006
María Enguix es miembro de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a sus autores y la fuente.
URL de este artículo en Tlaxcala: http://www.tlaxcala.es/pp.asp?reference=3453&lg=es