Traducción Luis Juberías¿Cómo convencerías a un ciudadano preocupado por sus problemas cotidianos que no ve la importancia de las elecciones europeas? Las elecciones- cualquier elección- no es nada más que un momento de la lucha diaria, de la lucha de clases que vivimos cotidianamente en el trabajo. Es un punto y seguido del proceso de […]
Traducción Luis Juberías
¿Cómo convencerías a un ciudadano preocupado por sus problemas cotidianos que no ve la importancia de las elecciones europeas?
Las elecciones- cualquier elección- no es nada más que un momento de la lucha diaria, de la lucha de clases que vivimos cotidianamente en el trabajo. Es un punto y seguido del proceso de autoafirmación y de toma de conciencia de nosotros mismos y del papel que jugamos y podemos jugar en este mundo globalizado. Es un momento más de ese irse poniendo en pie y hacernos grandes, y aprender que las decisiones importantes las hemos de tomar por nosotros mismos, porque si dejamos que las tomen otros en nuestro nombre, lo harán en contra de nuestros intereses, de nuestra gente, de las personas con las que hemos crecido y a las que vemos crecer, las que queremos y más nos importan.
Se que ahora la convocatoria de elecciones generales puede parecer el final de un período de elecciones muy largo, pero la realidad es que puede ser un paso adelante más en el proceso de afirmación de las izquierdas, más todavía hacia el rojo y la paz Hay que reforzar el resultado en las urnas con decisión, más allá de la socialdemocracia, por una Europa de izquierdas.
¿Qué propuestas del programa impulsarías de forma prioritaria si salieras elegida eurodiputada?
Una buena manera de distribuir tareas en un colectivo es encargar a cada cual el que está más acostumbrado a hacer. En este sentido, por mi trayectoria creo que estoy más cerca de los aspectos sociales, de defensa de los trabajadores y trabajadoras y de las cuestiones de género. Y una tarea también muy importante y urgente es conseguir el respeto y los derechos que les corresponden a los emigrantes, en tanto que parte integrante de la clase obrera. Es indignante ver como los capitales, hasta los más especulativos se pueden mover sin límites ni pagos de impuestos, y en cambio, se quiera esconder de forma hipócrita la realidad de la emigración como nueva forma de explotación muy cercana a la esclavitud. Y salga escogida o no, seguiré apoyando con todas las fuerzas los valores de la paz y la igualdad.
¿Es posible hacer o que haya cambios en la política internacional; puede convertirse Europa en un contrapeso a los Estados Unidos y ser un factor de paz?
Europa ha de ser factor de paz o no será: en el proyecto constituyente podemos leer le artículo de abolición de la pena de muerte. Es un paso importante, que hay que saludar y hacer cumplir en todos los territorios de la UE. Pero es igualmente importante y llevar ante los Tribunales Penales Internacionales las guerras preventivas, construir una auténtica política de paz que prohíba para siempre más las guerras preventivas, construir una auténtica política de paz que prohíba para siempre las guerras ofensivas e ir limitando los ejércitos y el armamento para que no haga falta siquiera hablar de guerras defensivas. Europa no ha de tener ejército propio, sino apostar por unas Naciones Unidas libres del hegemonismo de los EEUU, que trabaje con eficacia para la resolución de los conflictos y la progresiva eliminación de la guerra, la tortura, el hambre, las desigualdades, las enfermedades curables, las violaciones y cualquier tipo de violencia.
Y eso quiere decir también no permitir ideologías xenófobas, fascistas, homófobas. En el seno de una Europa de izquierdas no hay lugar para organizaciones paramilitares, para las bandas que apalizan inmigrantes, para la violencia de género.
De hecho, Europa ha de trabajar para llevar la cultura de la paz a las escuelas y a los medios de comunicación, y no financiar organizaciones ideológicas o religiosas que fomentan las desigualdades y predican el odio.
Pero es muy importante también, y hasta fundamental que la estructura económica cambie y la lógica de la competencia, el crecimiento y el beneficio del capital, que se han constituido en un elemento claro de insostenibilidad se substituyan por criterios sostenibles de abastecer a todas las personas de la tierra con los mínimos vitales que necesiten y nos vayamos replanteando lo que hace falta producir, quién lo ha de hacer, para quién y para qué.
Junto con esto y en lugar del ansia y de las medidas que lo hacen posible la acumulación del capital, deberían ser políticas redistributivas, dirigidas hacia la inmensa mayoría de la población y amigas de las personas más débiles- mujeres, niños, personas mayores, enfermos, etc.. – las que deberían ocupar el centro de las políticas públicas porque eso querrá decir que las necesidades reales de las personas se están imponiendo a los intereses del capital. Las noticias que deberíamos escuchar cada día en la radio no deberían ser las oscilaciones de la bolsa, sino la cantidad de personas que vencen al hambre y la enfermedad.
Y todo esto no nos aleja en absoluto de las elecciones europeas, sino que las coloca en el centro de otra forma de entender la globalización, porque si otro mundo es posible ya podemos comenzar a hacer posible otra Europa.
¿Crees posible defender los derechos nacionales de Catalunya en el marco de esta Europa?
Europa ha de potenciar los derechos nacionales de todos los pueblos que la forma, su universidad de culturas, idiomas, de maneras de ser y de entender la vida. Hay que avanzar en el sentido de que todos los pueblos de Europa sean respetados plenamente y convivan en igualdad y armonía, sin prepotencias, y dispongan de todas las posibilidades de autogobierno que voluntariamente se quieran otorgar y estén en condiciones de llevar a cabo. De hecho, el principio de subsidiariedad entendido de abajo a arriba y de forma radicalmente democrática así lo implica y también la más grande proximidad posible entre ciudadanía y los órganos de decisión. Así se pueden ir reduciendo las diferencias, crear puentes sólidos de entendimiento y diálogo, y lo que también es muy importante, establecer un control muy próximo de los políticos y legisladores. La cuestión nacional de cada pueblo se vincula con la historia y las emociones de cada colectivo pero también de cada persona que tiene en sus orígenes la matriz de sus señales identitarios. En este sentido, es importante dar la máxima dimensión posible a nuestra lengua, el catalán, y hacerlo idioma oficial de la Unión. Pero sería muy absurdo contentarse con la traducción al catalán de la Constitución, en especial para lo que implica relación con el hecho nacional. Se ha de tener presente que la propuesta de constitución, en especial en relación al hecho nacional. Se ha de tener presente que la propuesta de constitución quiere acabar con el derecho de autodeterminación de los pueblos de Europa. Por eso hay que conseguir el compromiso de un referéndum, antes de su realización, el inicio de un amplio debate en profundidad y sin trampas porque todas las personas puedan escoger el modelo de Europa, el neoliberal que nos quieren imponer de o la Europa de la paz, la solidaridad y la igualdad, es decir, la Europa de los valores y de las izquierdas.
Con una postura contraria a esta Constitución, Europea, ¿no tienes miedo que se tilde a la coalición de antieuropeísta?
Sobre si se tilda a la coalición de antieuropeísta me vienen las palabras que decía Clark Gable en «Lo que el viento se llevó», «francamente, querida, no me importa. Lo importante no son los adjetivos interesantes que ponen los defensores del neoliberalismo, sino que la coalición no puede ir en contra de las personas, no puede hacer el juego ni a los lobbys europeos ni a las grandes multinacionales ni al pensamiento globalista. No puede aceptar que la parte II de la Constitución haga referencia a un Banco Central Europeo sin controles políticos y democráticos, que la política monetaria no sirva más que para combatir la inflación cuando puede reducir el paro, ni tampoco que para los grandes negocios financieros y privatizadores se acabe con el sistema de pensiones públicas de acuerdo con los dictados del «Consenso de Washington». Como tampoco puede aceptar que, por imperativos de los lobbys empresariales el principio de competencia defina nuestra sociedad.
El europeísmo ha de querer lo mejor del espíritu de construcción europea: un estado de bienestar con unas políticas de plena ocupación puestas al día, que rehagan el pacto social de nuestros tiempos con el nuevo papel de las donas y sus derechos inviolables, y un nuevo reparto de las tareas – todas las tareas necesarias para la vida, las mercantilizadas y las que no- un reparto del tiempo y las responsabilidades que no prive a nadie del derecho a escoger, a formarse, a disfrutar y a amar.