Recomiendo:
0

Decenas de casos de Lesiones por Esfuerzos Repetitivos en Nestlé Nicaragua

«Nuestra vida ya no es la misma»

Fuentes: Rel-UITA

El Sindicato de Trabajadores de Productos Lácteos SA (SINPROLAC) ha alertado sobre la presencia de unos 40 casos de trabajadores afectados por Lesiones por Esfuerzos Repetitivos (LER), en la planta de producción de PROLACSA (Nestlé) en Matagalpa. La Rel ha viajado a esta ciudad para conocer la historia, el sufrimiento y las demandas de algunos […]

El Sindicato de Trabajadores de Productos Lácteos SA (SINPROLAC) ha alertado sobre la presencia de unos 40 casos de trabajadores afectados por Lesiones por Esfuerzos Repetitivos (LER), en la planta de producción de PROLACSA (Nestlé) en Matagalpa. La Rel ha viajado a esta ciudad para conocer la historia, el sufrimiento y las demandas de algunos de ellos.

Francisco Javier Estrada Jarquín, 36 años, tiene 6 años de estar trabajando en PROLACSA y hace 6 meses fue intervenido quirúrgicamente en su columna.

Los exámenes médicos que hizo al entrar a trabajar en la empresa en 2007 no revelaron ningún tipo de problema y él estaba perfectamente sano. Se desempeñó como operador de producción, cargando bolsas de hasta 25-30 kilos, y subiendo y bajando gradas durante todo el día sin ninguna protección. En ningún momento, dice, la empresa le dio cinturones o fajones de seguridad.

Después de algunos años comenzó a sufrir de dolores en la columna y el médico de la empresa lo transfirió donde un especialista en ortopedia, no sin antes esperar casi ocho meses, quien finalmente le detectó 4 ernias en la zona lumbar y sacral.

«Debido a la enfermedad casi no podía caminar, se me dormía la parte izquierda del pie y el dolor era muy fuerte. El doctor me prohibió seguir cargando peso y subir gradas y también recomendó alternar cada media hora la posición de pie y sentado. Fue así que la empresa me reubicó en el área de empaque y embalaje», explicó Francisco Javier.

Lamentablemente, los problemas no sólo no terminaron, sino que se profundizaron, ya que en su nueva ubicación pasaba días enteros sin poder cambiar de postura, y con un movimiento repetitivo de tronco y cadera que afectaba aún más su problema subyacente.

«Al final tuve que operarme y pasé 4 meses de subsidio, pero ahora que he regresado se siguen irrespetando las restricciones del médico. No me toman importancia y mi temor es que pueda tener otra recaída», dijo a La Rel.
 
La misma pesadilla

Jairo Martínez Chavarría, 39 años, está viviendo la misma pesadilla. Después de haber pasado 7 años en el área de producción de PROLACSA, cargando bolsas de 25 kilos de café para abastecer las máquinas, en enero de 2012 comenzó a sufrir de fuertes y constantes dolores de espalda y de la columna.

«Fui donde el médico de la empresa que me diagnosticó lumbalgia y me dio el respectivo tratamiento. Después de tres meses el dolor se intensificó más y llegó al punto de que ya casi no podía caminar», recordó.

Jairo explicó a La Rel que los doctores de la empresa tienden a no transferir de inmediato el trabajador donde un especialista, «porque esto significa incurrir en gastos mucho más altos para la empresa».

Después de algunos meses lo transfirieron donde un ortopédico, quien le diagnosticó tres hernias, le prescribió 4 meses de subsidio y le recomendó una cirugía instrumentada.

«Regresé al trabajo en enero de este año, con la restricción médica de no cargar peso y de alternar mi postura durante la jornada de trabajo. No tuve ningún problema hasta que un día me dejaron ocho horas de pie, empacando. Sufrí una recaida grave», dijo.

Ahora Jairo está nuevamente de subsidio y con muy poca esperanza de poderse operar, ya que ese tipo de operación tiene un costo que supera los 5 mil dólares.

Pidió a la empresa que le ayudara a cubrir estos gastos, pero hasta el momento no ha tenido ninguna respuesta. Mientras tanto, su futuro, como el de Francisco Javier y de los más de 40 trabajadores afectados, es incierto.

«Estoy lisiado y mi vida ha cambiado. Ya no puedo jugar, ni cargar en mis brazos a mi hija como hacía antes. No puedo caminar mucho, ni levantar pesos o hacer trabajos en mi casa. El dolor es permanente y esto me afecta emocionalmente», explica Francisco Javier.

«Son dolores terribles que me mantienen en un estado de permanente alteración y nerviosismo. Ya no soy la misma persona de antes», agrega Jairo.

Ambos recuerdan que entraron a trabajar sanos y que es en la fábrica que adquirieron esta discapacidad.

«De alguna manera la empresa debe responder por lo que ha pasado, ayudándonos a cubrir los gastos médicos y la rehabilitación, y buscando la manera de que sigamos sirviendo a la empresa sin que esto afecta aún más nuestra salud.

Además, debe entender que hay que invertir en la salud y el bienestar de sus trabajadores, porque solamente de esta manera puede lograr mayor productividad y ganancia», concluyeron los dos trabajadores afiliados al SINPROLAC.

Fuente: Rel-UITA  y   LINyM