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Política del Banco del Sur

Fuentes: Barómetro Internacional

El Banco del Sur nació oficialmente el 9 de diciembre de 2007 en Buenos Aires durante un encuentro entre presidentes sudamericanos. La previsión es que los países miembros contribuyan inicialmente con un total de 10 a 20 millones de dólares estadounidenses. Todavía se trata de un proyecto en construcción a pesar de la firma de […]


El Banco del Sur nació oficialmente el 9 de diciembre de 2007 en Buenos Aires durante un encuentro entre presidentes sudamericanos. La previsión es que los países miembros contribuyan inicialmente con un total de 10 a 20 millones de dólares estadounidenses. Todavía se trata de un proyecto en construcción a pesar de la firma de su acta constitutiva por estos presidentes.

Argentina, Uruguay, Brasil, Paraguay, Bolivia, Ecuador y Venezuela son los países que crearon el Banco del Sur, que posee un proyecto de expansión para la inclusión de otras naciones de América Latina. Sin embargo Chile, Perú y Colombia no pertenecen todavía al Banco del Sur. La sede de esta institución estará en Caracas y su subsede en la capital argentina.

El Banco del Sur pretende realizar préstamos al desarrollo social, financiar proyectos de infraestructura entre los países que lo integran, fomentar la integración económica regional y operaciones de ayuda humanitaria en caso de desastres naturales. Sus objetivos no imponen condiciones que contraríen el desarrollo autónomo de la región, al contrario de lo que hicieran otros bancos de gran porte, como obligar a privatizar empresas estatales o abrir mercados para autorizar los préstamos. Algunos bancos con sede en los Estados Unidos condicionaron sus préstamos a ajustes en la estructura económica de países de América Latina.

El plan político del Banco del Sur es sustituir al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional (FMI) en el financiamiento de proyectos de desarrollo nacional y regional. Aunque su finalidad varíe -por ejemplo entre el financiamiento de proyectos de desarrollo y la estabilización de la economía nacional- uno de los argumentos de los creadores del Banco del Sur es que algunos de estos bancos nombrados con sede en EE.UU. interfieren en la estabilidad económica y política de América del Sur.

Europa toma como base al euro y a la libra esterlina para las conversiones entre sus países. América Latina considera al dólar estadounidense y al euro, aunque ninguna de ellas sea moneda oficial de algún país del bloque sudamericano. Es notable que las casas de cambio en Europa tengan siempre euros disponibles en caja, y las de América Latina, dólares estadounidenses, mientras que otras monedas se compran sobre pedido y bajo programación. Mientras tanto, China propuso en marzo de 2009 la sustitución del dólar estadounidense por otra moneda en el sistema de conversiones internacional. En marzo de 2012 los países del BRIC (Brasil, Rusia, India y China) propusieron aumentar la lista del crédito local para proyectos de comercio e infraestructura. Se piensa además en la creación de una moneda común sudamericana que sirva de reserva monetaria o para el comercio regional, cuyos nombres sugeridos son «peso-real», «peso americano», «latino», «colombo», etc. No será necesario que los países latinoamericanos sustituyan sus monedas nacionales, pero así prescindirán de la referencia al dólar, el euro o la libra.

Los economistas prevén que el Banco del Sur tendrá dificultades para ofrecer tasas bajas de interés en sus préstamos en niveles similares a los de los bancos con sede en América del Norte o en Europa. La decisión sobre quien debe ser el prestamista del dinero debe pasar por la economía de mercado y la competitividad, según este argumento, para que los riesgos estén avalados. Mientras tanto, la propuesta del Banco del Sur es la de pensar como un bloque y no individualmente desde cada país. Por lo tanto la realización de grandes proyectos políticos alternativos en nuestra región, no pasa necesariamente por la propuesta del libre mercado ni la competencia.

Hay quienes defienden que el Banco del sur es una estrategia meramente política para conseguir apoyo al proyecto de «Socialismo del Siglo XXI» de Hugo Chávez en Venezuela, o que es un paso autonómico de Cristina Fernández en Argentina, tal como la lucha por las Islas Malvinas. Esos mismos críticos podrían también tener en cuenta que muchos observadores internacionales están viniendo a aprender algunas cosas con nosotros, ya que sus países del Norte están inmersos en una crisis de modelo de desarrollo y en una crisis humanitaria que los frívolos creadores de las ideologías eurocéntricas y colonizadoras nunca previeron. O que rehuyeron asumir responsabilidades a mediano y largo plazo, que más tarde han golpeado en sus propias puertas.

La propuesta política del Banco del Sur, que nació al principio de 2007 y se oficializó al fin del mismo año, ha madurado y ofrecido la oportunidad de repensar el desarrollo de América Latina sin condicionamientos extra-regionales. La firma de su acta constitutiva en Buenos Aires simboliza algo más importante que el valor inicial de las contribuciones y de los préstamos, en la medida en que se está ensayando con la valorización de un camino propio de integración regional.

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