En memoria de mi hermano de sangre José Mario Hernández Romero, Asesinado por la violencia de la clase dominante. Introducción Las décadas de 1940 y 1970 fueron un periodo de auge, pero también de gran crisis del capitalismo mundial y la disputa por el camino a seguir por el mismo, que se expresa en […]
En memoria de mi hermano de sangre José Mario Hernández Romero,
Asesinado por la violencia de la clase dominante.
Introducción
Las décadas de 1940 y 1970 fueron un periodo de auge, pero también de gran crisis del capitalismo mundial y la disputa por el camino a seguir por el mismo, que se expresa en términos económicos, políticos, sociales y culturales. La elite dominante encuentra, a partir de los sesenta, que su status quo ya no es viable y se muestra con los recurrentes ciclos de crisis que se empiezan a dar a principios de los sesenta. La crisis de hegemonía de la elite, por usar un término gramsciano, se encuentra en un momento de declive por la fuerte influencia que ha ejercido la Revolución Cubana en América Latina y en el mundo, e inclusive en los EU (esto es viable en el movimiento negro). Los cuestionamientos a los patrones culturales paternalistas también se muestran caducos, pues los jóvenes se han alzado contra ello y muestran que ya no van a ser tolerantes ante una dominación que regía las decisiones paternales impuestas por los adultos.
Las décadas de los sesenta y setenta son un periodo de crisis política y económica que las elites no saben por dónde seguir para mantener su dominio, lo que va a llevar a que se imponga una serie de experiencias que no dejarán de presentarse hasta principios de la década de los ochenta. Pero en el periodo que he delimitado, y que interesa para justificar una parte de la historia latinoamericana, las experiencias que se estaban presentando para ser frente a la crisis generalizada, van a ser variadas para la elite, pero también van a ser algunas para los oprimidos y excluidos. En ese sentido, las dictaduras (o el fascismo o el Estado Burocrático), el populismo y el proyecto novedoso en el contexto en que se presentó en Chile, son parte de ese periodo de crisis, que es importante hacer notar porque son determinadas por las relaciones de fuerza. Mi objetivo es reflexionar y describir sobre estos tres fenómenos sociales que se dieron en América Latina. Voy a hablar de cada uno de ellos, situándolos más o menos en el tiempo, para finalmente expresar mis consideraciones finales.
El populismo
El tipo de gobiernos llamados populistas que se dieron en América Latina son los primeros que se presentaron en este contexto, es decir, la mayoría son manifestaciones o expresiones que se empiezan a dar después de la Segunda Guerra [1], sin embargo no dejan de presentarse hasta los años ochenta, por eso es que voy a iniciar por este tipo de regímenes de gobierno. Podríamos mencionar muchas de las definiciones del populismo que se han propuesto por una cantidad de pensadores los cuales han intentado acercarse a tal fenómeno, pero me parece más interesante y más completa la definición de Michael Löwy quien según él, apoyándose de la propuesta del marxismo revolucionario, en la cual se ha trabajado en gran medida para intentar comprender la realidad social latinoamericana y en particular el fenómeno del populismo, menciona que el populismo fue o sigue siendo un movimiento político el cual se conforma por una base organizacional conformada por partidos, sindicatos y asociaciones diversas, pero sostenido por una base social compuesta por obreros, campesinos y la llamada clase media.[2] Este populismo se comprende mejor si vemos sus diversos aspectos que según Löwy, son cinco. El primero es la dirección burguesa-pequeño burguesa, que son generalmente la clase dirigente, aunque puede existir una burocracia sindical de origen obrero. El segundo es el líder carismático, siendo este el caudillo y quien tiene el poder de conformación y de darle permanencia al movimiento. El tercero es la base social, compuesta por las clases pequeño burgueses, trabajadores, campesinos, entre otros. El cuarto es la ideología, que se expresa en términos de un nacionalismo pequeño burgués, siendo este antiimperialista y anticomunista a la vez. Quinto y último, el poder populista que se ha caracterizado por ser un tipo de régimen de tipo bonapartista que se apoya de los empresarios (nacionales como extranjeros), el ejército, los sindicatos y las movilizaciones populares.[3] Cada uno de estos aspectos es lo que se ha dado en llamar populismo. Aunque es justo mencionar que algunos de los países de América Latina (AL) las experiencias muestran algunas diferencias. No es el mismo populismo de los años cuarenta y cincuenta, por ejemplo el caso del peronismo, como el populismo militar que se expresó en Torrijos en Panamá en los años sesenta y setenta.
El populismo es hijo de la posguerra, como he mencionado, pero particularmente desde el fin de la guerra hasta 1964, que es el periodo de auge, después de este año es cuando se impone la primera en dictadura en AL, de la llamada segunda generación, particularmente en el Brasil, que viene a ser el punto de entrada a las nuevas dictaduras que va a imponer EU en gran parte de AL. Es de alguna manera el fin del apogeo de gobiernos populistas. Pero todavía hubo expresiones en otros países como el caso de México. Los ejemplos de gobiernos populistas en el periodo de auge son varios, el gobierno peronista en Argentina, el vanguardismo en Brasil, el gobierno del Movimiento Nacional Revolucionario de Bolivia,[4] pero también el caso de México que se dio mucho antes, por la década de los treintas.
El populismo se dio en un momento muy particular de la historia latinoamericana, bajo una política de sustitución de importaciones que impulsó una industrialización que tanto anhelaban las burguesías latinoamericanas. Fue un nuevo orden político en el que gran parte de los sectores sociales estaban insertas en el Estado. Inclusive la clase obrera todavía débil como grupo y con una formación política sin definir, era dependiente del Estado, es decir, carecía de autonomía y eso les daba, en parte, sustento a los gobiernos populistas. Lo mismo podríamos decir de los campesinos y otros sectores sociales. Aunque lo que dio a la formación del populismo se debió a la presión de dichos sectores para conseguir algunos derechos que venían exigiendo desde mucho antes de los regímenes populistas.
En términos económicos se dio un crecimiento de la economía que se demostró en términos cuantitativos de por lo menos el 7 u 8%. Esto trajo beneficios sociales, si se puede decir así, por ejemplo, el aumento del empleo produjo un mejor nivel de vida a una parte de la población que motiva el crecimiento de una clase media, que fue en parte la que más se benefició, pero también el empobrecimiento de las clases trabajadoras y otros sectores populares que a lo largo de este periodo no dejaron de manifestarse, salen a relucir las contradicciones que finalmente pusieron en cuestionamiento al populismo debido a las fuertes movilizaciones sociales que se manifestaron en gran parte de los países latinoamericanos. El caso de Argentina con Perón es un claro ejemplo. La crisis no solo se estaba poniendo en tela de juicio desde el ámbito social, que obligaron a preparar sus maletas para su punto de partida, sino también por la crisis económica del capitalismo que se estaba dando en los países más avanzados. De aquí que entramos en el papel que jugaron las dictaduras en ese proceso de contención, no solo desde el ámbito social y económico, sino también político y cultural.
Las dictaduras (o Estados burocrático-autoritarios o fascismos)
El otro fenómeno que se dio en AL, podríamos decir que después del populismo, aunque no en todos los casos necesariamente, son lo que los diversos investigadores llamaron dictaduras, fascismos o Estados burocrático-autoritarios. Estos regímenes se dan en un periodo de recrudecimiento de la crisis capitalista mundial dominado por Estados Unidos en AL. Cuando los cambios se estaban dando debido a la crisis, motivado también por muchos otros elementos que podríamos considerar, se pone en órbita un posible contexto que cambiaba la realidad de los sectores oprimidos, es en ese momento que los sectores dominantes se preocupan, tiemblan y buscan las medidas o mecanismo de dominio para seguir manteniendo su estatus quo, aunque de manera más reaccionaria, haciéndose del poder del Estado para cambiar el orden pero a la vez para mantener el mismo mecanismo que se había impuesto durante los regímenes anteriores. Es decir, cambiar algunas cosas para que todo siga igual. Es de este modo hay que comprender el surgimiento de estos regímenes.
En los años sesenta, setenta e inclusive ochenta las dictaduras, inauguradas en Brasil en 1964, después en Argentina en 1966, Bolivia en 1971, entre otras, fueron parte de una política contrarrevolucionaria impuesta por sectores acomodados de AL y el gobierno de EU, pero fue uno de otros planes que se impusieron en el subcontinente, ya que debemos advertir el resto que también jugaron un papel importe ante la crisis de hegemonía del capitalismo, estos fueron la Alianza para el Progreso (ALPRO) y el financiamiento de investigadores asalariados (como sociólogos, psicólogos y antropólogos) para contener la fuerza de los movimientos guerrilleros que habían surgido en gran parte del subcontinente e inclusive en EU, pues fue el auge de los movimientos guerrilleros que prometía una vía de lucha para cambiar el orden existente de parte de las clases oprimidas de la región, en medio de una fuerte influencia de la Revolución Cubana.
Las dictaduras responden a la crisis económica, política y social. El modelo de sustitución de importaciones que los regímenes populistas llevaron a cabo ya no respondían con la realidad, y diversos sectores sociales descontentos respondían con la movilización, las luchas guerrilleras continuaban aunque con serias derrotas, pero que no dejaban de buscar alguna posible esperanza. La crisis política, económica y social no se resolverá hasta casi bien entrado los años ochenta, con la entrada del llamado neoliberalismo experimentado por primera vez en Chile en los años setenta; pero también no se resolverá hasta cuando los sectores movilizados fueran derrotados en su mayoría, y capitalismo en su versión neoliberal se imponía. La función de las dictaduras sirvieron para generar las condiciones para el establecimiento de un nuevo modelo económico más conservador, y que lo veríamos después con el llamado modelo neoliberal.
Los estudiosos que han trabajado estos regímenes lo han definido de diferente manera. Veamos algunos de ellos, sin despreciar otros más que posiblemente han avanzado en el tema y actualizado. Guillermo O´Donell lo llama Estado Burocrático-Autoritario del cual sugiere algunas características que le sirven para delimitar un tipo de Estado. Y me parece pertinente mencionar algunas de las características: «a) Las posiciones superiores de gobierno suelen ser ocupadas por personas que acceden a ellas luego de exitosas carreras en organizaciones complejas y altamente burocráticas. b) Son sistemas de exclusión política, en el sentido que apuntan a cerrar los canales de acceso al Estado al sector popular y sus aliados, así como desactivarlo políticamente, no sólo mediante represión sino también por medio del funcionamiento de controles verticales (corporativos) por parte del Estado sobre los sindicatos. c) Son sistemas de exclusión económica en el sentido que reducen y postergan hacia un futuro no precisando las aspiraciones de participación económica del sector popular. d) Son sistemas despolitizantes, en el sentido de que pretenden reducir cuestiones sociales y políticas a problemas «técnicos», a dilucidar interacciones entre las cúpulas de las grandes organizaciones. e) Corresponden a una etapa de importantes transformaciones en los mecanismos de acumulación de sus sociedades, las que a su vez son parte de un proceso de «profundización» de un capitalismo periférico y dependiente pero dado ya de una extensa industrialización».[5]
En tanto que Luis Maira las llama Estados de excepción o dictaduras capitalistas. Las mismas que las diferencia entre: a) Dictadura militar clásica y B) Dictadura militar. La primera «corresponde a la etapa en que la hegemonía política es detentada por las oligarquías terratenientes dirigidos por partidos conservadores y liberales que cuentan con el apoyo de la iglesia».[6] Mientras que la segunda «encuentran su razón de ser a partir del ascenso de la industrialización con el consiguiente proceso de urbanización que maduran luego de la reorganización internacional del proceso productivo que se inicia al término de la Segunda Guerra».[7]
Por último Theotonio Dos Santos los llama fascismo y dice que es un «régimen de excepción del gran capital, que utiliza sistemáticamente los métodos terroristas de represión».[8] Los divide en a) Fascismo como movimiento político y b) Fascismo como régimen político. Del primero «Correspondió a un momento político específico de Europa de los años 20-30, muy apoyado en la pequeña burguesía con matices ideológicos específicos».[9] Del segundo «Debe apoyarse en el carácter histórico y de clase de éste fenómeno».[10] En otras palabras, es una forma contrarrevolucionaria de la época del imperialismo, que se muestra a través de un fascismo latinoamericano que es producto de la hegemonía del capital monopólico, en el que los países latinoamericanos se sitúan en una posición dependiente. Pero dentro de este periodo de contraofensiva o contrarrevolucionaria como dice Theotonio, el contexto revolucionario mostraba nuevas experiencias a través de una nueva forma de alcanzar un nuevo orden social que fuera justo para toda la población latinoamericana: el socialismo en Chile.
El socialismo en Chile, una experiencia novedosa en AL
En la segunda mitad de los años sesenta los movimientos revolucionarios a través de la lucha guerrillera mostraban signos de desgaste. Algunos habían sido rápidamente derrotados y motivó a sus integrantes, entre otras cosas, a la reflexión y su posterior reorganización, o inclusive a que surgieran nuevos grupos guerrilleros como el caso de los Tupamaros en Uruguay. En medio de ese contexto se presenció el triunfo de la Unidad Popular en Chile al gobierno a través de las urnas o la vía pacífica, como una nueva forma para transformar la sociedad chilena y llegar al socialismo. La lucha popular en Chile se había dado desde muchos años atrás, pero lo que posibilitó a que ganara las elecciones Salvador Allende por un rango muy pequeño frente a la oposición, fue la movilización que se había dado durante el gobierno de Eduardo Frei. La democracia cristiana había asumido la presidencia con una parte del apoyo popular, pero también con el apoyo de los sectores dominantes e inclusive inyectando dinero de las instituciones de EU para favorecer la elección, que muchos otros sectores y la burguesía nacional lo veían de manera viable y más que nada para el gobierno y empresas trasnacionales estadounidenses.
En un primer momento el gobierno de Frei marchaba bien, pero cuando la economía mostraba síntomas de estancamiento y en general el proyecto de tipo de neopopulista que siguió en al comienzo de su gobierno, se llegó a dar cuenta que no era viable, y lo obligó una serie de reformas, que entre otras, había impulsado la participación del Estado en el desarrollo de las empresas como el caso del cobre, pero también había permitido, bajo la presión de los trabajadores, la organización de sindicatos. Esto les daba posibilidad de participación política a los obreros y campesinos, con lo cual tuvieron el medio para la búsqueda de derechos que le había sido negados por los diferentes gobiernos anteriores. La incapacidad del gobierno para hacer frente a la crisis económica y la crisis política, que entre otras cosas, les abrió espacio de participación a los obreros y campesinos que cuestionaron al mismo, generó la división dentro de la Democracia Cristiana. En ese sentido, cuando se presentaron las elecciones en 1970, la UP gana, aunque con un mínimo de diferencia, es decir, un tercio de los votos.[11] El ascenso de UP y de Salvador Allende al gobierno, fue de alguna manera débil, pero llevó a la posibilidad de plantear la posibilidad de llevar a cabo una trasformación en Chile, sobre todo al socialismo. La UP llega al gobierno pero no al poder, y entonces había que conseguir ese poder para alcanzar el socialismo. Y ese fue el problema en el que se enfrentó el nuevo gobierno. Desde el inicio del gobierno de la UP impulsó una serie de transformaciones que terminó por enfrentar a quienes realmente tenían el poder, los dueños del gran capital. Las nacionalizaciones de las empresas, y otras series medidas que favorecían a los sectores populares, habían tocado los intereses de las grandes empresas trasnacionales estadounidenses y empresarios nacionales. Lo que traería consecuencias casi desde el principio de su gobierno, pues el sabotaje y terrorismo impulsado por los sectores de la burguesía nacional y el gobierno estadounidense, terminarían por imponerse mediante un golpe de Estado el 11 de septiembre de 1973. El camino al socialismo por vía pacífica había sido frustrado, y para los sectores dominantes había sido un momento de preocupación, pero también el momento de experimentar un nuevo modelo que estaba por nacer: el neoliberalismo, que debió ser la salida a la crisis en que se había postrado desde hacía algunos años.
Conclusiones
Entre la década de 1940 y hasta 1970 fue un periodo que estuvo motivado por un gran antagonismo en diversos sectores sociales que estaban en contradicción en América Latina. Desde un periodo de auge de los gobiernos populistas, con una economía de posguerra en crecimiento, pero también con debilidades debido a la explotación de sectores sociales que sostenía dicho crecimiento, hasta la crisis económica y política que se muestra posteriormente; lo que genera una serie de preocupaciones del sector dominante que le urgía resolver el problema y que lo hace con un mecanismo político muy conservador, que es con la imposición de dictaduras militares, las cuales les sirve, entre otras cosas, como contención al cambio social que se estaba generando en el subcontinente. Este cambio social que se estaba dando, fue a través de organizaciones armadas como los movimientos guerrilleros en Venezuela, Colombia, México, entre otros, hasta la vía de elecciones como el caso de Chile. En 1970 emerge una nueva forma de cambiar el mundo, pero se frustra con la imposición de una de las dictaduras más sangrientas de América Latina, y el advenimiento de un nuevo modelo económico y político contrarrevolucionario: el llamado neoliberalismo.
Bibliografía utilizada
Dos Santos, T. «El fascismo dependiente y sus contradicciones» En Marini, R. y Millán, M. (Compiladores) La teoría social latinoamericana. Textos escogidos. Tomo 3: La centralidad del marxismo. México: UNAM-FCPyS/CELA. Pp. 101-107.
Kaplan, M. «Estado, populismo y movimiento obrero» en Martínez, E. (Coord.) Proceso político y movimiento obrero en América Latina. México, UNAM-UAEM, 1983. Pp. 19-33.
Löwy, Michael, «Transformación del populismo en América Latina», p. 5. En www.ultimorecurso.org.ar/, consultado el día 16 de octubre de 2014.
Maira, L. «Las nuevas dictaduras militares en América Latina» En Marini, R. y Millán M. (Compiladores) La teoría social latinoamericana. Textos escogidos. Tomo 3: La centralidad del marxismo. México: UNAM-FCPyS/CELA. Pp. 123-134.
O’Donell, G. «El estado burocrático-autoritario» En Marini, R. y Millán, M. (Compiladores) La teoría social latinoamericana. Textos escogidos. Tomo 3: La centralidad del marxismo. México: UNAM-FCPyS/CELA. Pp. 55-77.
Olave, Patricia, «La vía chilena al socialismo: una visión retrospectiva», en Marini, R. y Millán M. (compiladores) La teoría social latinoamericana. Tomo III. La centralidad del marxismo. México: UNAM-Ediciones El Caballito, pp. 113-124.
Notas:
[1] Kaplan, M. «Estado, populismo y movimiento obrero» en Martínez, E. (Coord.) Proceso político y movimiento obrero en América Latina. México, UNAM-UAEM, 1983, p. 20.
[2] Michael Löwy, Transformación del populismo en América Latina, p. 5. En www.ultimorecurso.org.ar/…, consultado el día 16 de octubre de 2014.
[3] Ibid., pp. 6-8.
[4] Marcos Kaplan, op. cit., p. 20.
[5] Guillermo O’Donell, «El estado burocrático-autoritario» En Marini, R. y Millán, M. (Compiladores) La teoría social latinoamericana. Textos escogidos. Tomo 3: La centralidad del marxismo. México: UNAM-FCPyS/CELA. Pp. 55-56.
[6] Luis Maira, «Las nuevas dictaduras militares en América Latina» En Marini, R. y Millán M. (Compiladores) La teoría social latinoamericana. Textos escogidos. Tomo 3: La centralidad del marxismo. México: UNAM-FCPyS/CELA, p. 127.
[7] Ibíd.
[8] Theotonio Dos Santos, «El fascismo dependiente y sus contradicciones» En Marini, R. y Millán, M. (Compiladores) La teoría social latinoamericana. Textos escogidos. Tomo 3: La centralidad del marxismo. México: UNAM-FCPyS/CELA, p. 101.
[9] Ibíd.
[10] Ibíd.
[11] Olave, Patricia, «La vía chilena al socialismo: una visión retrospectiva», en Marini, R. y Millán M. (compiladores) La teoría social latinoamericana. Tomo III. La centralidad del marxismo. México: UNAM-Ediciones El Caballito, p. 115.
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