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¿Por qué Ecuador y Bolivia fueron una prioridad en la visita del Papa?

Fuentes: Rebelión

¿Por qué el Papa visita a pueblos que se revelan contra el capitalismo y no viene para Guatemala u Honduras a denunciar a este sistema que nos mata?, se pregunta un dirigente campesino católico, indígena quiché, al comentar la visita de Francisco I a Ecuador, Bolivia y Paraguay, y el II Encuentro Mundial de Movimientos […]

¿Por qué el Papa visita a pueblos que se revelan contra el capitalismo y no viene para Guatemala u Honduras a denunciar a este sistema que nos mata?, se pregunta un dirigente campesino católico, indígena quiché, al comentar la visita de Francisco I a Ecuador, Bolivia y Paraguay, y el II Encuentro Mundial de Movimientos Populares con el Papa, realizada en Santa Cruz, Bolivia.

Esta pragmática interrogante motiva a reflexionar, más allá del temor de creyente o del sentimiento de culpa, la histórica correlación del poder político-económico hegemónico occidental y el poder hegemónico espiritual.

Primero. Desde finales del siglo IV e inicios del V, el rebelde movimiento socioreligioso de los seguidores de Jesús el Nazareno, fue cooptado por los diferentes imperios hegemónicos del occidente. El Impero romano convirtió a la secta de los nazarenos en su religión oficial con la finalidad de postergar su desintegración política. Luego, los monarcas cristianos montaron sus reinos e imperios legitimados por la voluntad del Dios cristiano. Los reyes del Imperio español, hicieron lo mismo. Al igual que los imperios británico y norteamericano. A cambio, los jerarcas de la religión oficial recibieron sendos privilegios materiales, hasta convertirse en una de las entidades terrenales más ricas del planeta.

Segundo. La hegemonía política económica del sistema-mundo-occidental se construyó y consolidó gracias a la hegemonía cultural y espiritual del cristianismo (en su etapa romana española, católica; y en la británica norteamericana, protestante). Los imperios romano y español jamás hubiesen podido someter y despojar las riquezas de los pueblos de Europa, América Latina, Medio Oriente y norte de África, sino era por la eficiente herramienta performativa de la obediencia cristiana predicada por las iglesias oficiales. La misma hegemonía espiritual y moral de la resignación cristiana imposibilitó o desmovilizó todo intento revolucionario de cambios transcendentales.

Tercero. El mayor patrimonio/capital de la religión católica es la cantidad de su feligresía, y el control que ejerce sobre la misma. Si disminuye el número de católicos, la Iglesia Católica pierde no sólo poder demográfico, sino también disminuye la renta que recibe del sistema-mundo-occidental-cristiano por su hegemonía espiritual-moral al servicio de los imperios de turno. Desde hace algunos años atrás, el Islam tiene más seguidores que el cristianismo. Eso le pone en situación incómoda a este último.

Cuarto. Desde la segunda mitad del siglo pasado, el sistema-mundo-occidental-cristiano padece una entropía recargada producto del irracional espejismo del desarrollo infinito en un planeta herido. Frente a ello, las y los despojados desobedientes, en diferentes puntos del planeta nos rebelamos porque no estamos dispuestos a sacrificarnos otra vez para el desarrollo de los «pocos de siempre». Y muchos, tampoco estamos dispuestos a doblar la rodilla a los intereses del Imperio de las corporaciones, por más que éstos hablen lenguajes religiosos.

Quinto. En este contexto de entropía evidente, los agentes del sistema-mundo-occidental nominan como Papa a un católico latinoamericano (región donde se encuentra más del 40% de católicos del planeta, reservorio de cuantiosas riquezas naturales y culturales que el sistema necesita, y donde la rebeldía popular al saqueo comenzó a dar pasos). A Francisco I lo sentaron en la silla papal con tareas puntuales: Persuadir y moderar a los pueblos creyentes opuestos a los designios caprichosos del Imperio de las corporaciones. Evitar que fenómenos de rebeldía como el de Bolivia, Ecuador, Cuba (para septiembre próximo está la visita del Papa a Cuba) o Venezuela, se consoliden como referentes éticos y políticos a seguir en el mundo. Él tiene la misión de domesticar a esos pueblos rebeldes mediante la espiritualidad y moral cristiana de la «humildad», «mansedumbre», «prudencia», etc. Por eso dijo en Bolivia: «La ideología desune. Sólo la fe y la humildad une».

Recordemos que Paraguay es una de las potencias mundiales en reservas de agua dulce subterránea. Francisco I vino y está con la misión de contener la rebeldía y el triunfo de las luchas genuinas de los pueblos agobiados por la «desgracia» de la abundancia de sus riquezas.

Beatificó al rebelde y desobediente Mons. Oscar A. Romero de El Salvador para moderarlo y moderar a sus millones de seguidores rebeldes en la América Latina católica. Homenajeó al subversivo cura jesuita Luis Espinal, en La Paz, Bolivia, para instalar en el espíritu de sus seguidores la «virtud de la prudencia». Aunque Espinal fustigaba duramente la prudencia. Nos pidió perdón a los pueblos por la complicidad cristiana en el holocausto, seguido del saqueo, más descomunal que la humanidad experimentó, pero no nos dijo cuándo y cómo nos devolvería nuestras tierras, bienes y vidas que nos robaron en nombre del «único Dios».

Eh aquí algunas de las razones del por qué el Papa no va a desenmascarar y a denunciar públicamente y en persona a los agentes económicos y políticos del sistema-mundo-occidental-cristiano-capitalista. No va a los EEUU, Guatemala, Honduras, o África, porque allí no peligra la vigencia boyante del sistema neoliberal letal. En estos y otros países, aún la dosis de la creencia y obediencia cadavérica aún tiene su efecto para rato… El que no quiera ver, que no vea.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.