Arde en la prensa italiana la paja mediática de la Seguridad. Arden en dos noches cinco campamentos de gitanos en Nápoles; arde también una tienda abandonada donde dormían un par de rumanos en Milán; violan a una rumana en un call center de Roma; en Turín un estudiante de secundaria agrede a un compañero rumano, […]
Arde en la prensa italiana la paja mediática de la Seguridad. Arden en dos noches cinco campamentos de gitanos en Nápoles; arde también una tienda abandonada donde dormían un par de rumanos en Milán; violan a una rumana en un call center de Roma; en Turín un estudiante de secundaria agrede a un compañero rumano, «un ser de raza inferior».
El nuevo ministro del Interior, Roberto Maroni, anunció que presentaría un paquete de medidas para la Seguridad -con mayúscula- en el próximo Consejo de Ministros. En declaraciones a la prensa propuso cinco puntos. El primero referido a la lucha contra la inmigración clandestina de los países extracomunitarios; el segundo, a la gestión de las relaciones con los países neocomunitarios, en especial con Rumanía; el tercero, al papel de las comunidades locales, alcaldes al frente, y la prevención y gestión de fenómenos criminales; el cuarto, a las sanciones penales para algunos nuevos delitos, como el de inmigración clandestina; el quinto, a la lucha contra el crimen organizado.
Hablando en plata: a los negros que crucen el Mediterráneo, que no los socorran en el mar; los rumanos y los gitanos romaníes, que se vayan a casa; los alcaldes y gobernadores civiles, que cuenten con comisarios extraordinarios[i] contra la emergencia gitana; y que todos los «sin papeles» sean ya, por ley, ilegales. El ministro de Defensa, Ignazio La Russa, no descarta el uso del Ejército para patrullas junto con carabinieri, policía y guardias municipales, «desde las 18 hasta las 2 de la madrugada, un centenar de equipos compuestos por cinco personas».
Comienza este gobierno Berlusconi jugando con el fuego de la xenofobia. Tanto es así que el Presidente de la República, Giorgio Napolitano, invita a que este paquete de medidas no se imponga por decreto ley, salvo en caso de urgencia. Tanto es así que democristianos como Beppe Pisanu, ministro del Interior en el precedente gobierno Berlusconi, se desmarcan de estas medidas: «Veo mucha improvisación». Tanto es así que el antiguo presidente de la República, Francesco Cossiga, vota la confianza a Berlusconi pero no al ministro de Interior. Tanto es así que de boca de Ratzinger llega puntual una sutil invitación a favorecer la reunificación de los familiares de los inmigrantes.
Total: que, al final, el propio ministro Maroni recula, califica de injustificables los pogrom de Nápoles e invita a que «la rabia no pueda a las reglas». Tirar la piedra y esconder la mano.
El caso es que estas llamaradas racistas son una cortina de humo que intenta tapar problemas mucho más graves. Berlusconi celebrará, tal y como había prometido en la campaña electoral, su primer consejo de ministros en Nápoles. Decía que la emergencia basura[ii] iba a ser el primer problema que iba a resolver. Lo usó como arma contra Prodi. Hoy apenas se habla de ello. La emergencia actual, el humo en los ojos, son hoy los gitanos, no la basura. Y sin embargo, en pequeñito, rebuscando, se leía en la prensa ayer que la situación de la basura sigue empeorando. En Castellammare di Stabia escuelas, mercados y estructuras públicas tal vez no abrirían al público. Los bomberos de la región Campania informaban de que habían efectuado 56 salidas para apagar incendios: 43 en Nápoles, 10 en Caserta, 1 en Benevento y 2 en Salerno.
De estos fuegos, que fueron noticias incendiarias, emergencias, bombas electorales, hoy ya casi nadie habla. Otros son los fuegos, otros quienes tienen que ir a la hoguera mediática. Y sin embargo, en un reportaje del Corriere se afirma que los molotov los lanzaron desde motos que habían salido del fortín de un capo camorrista…
El gobierno Berlusconi ha provocado -mudo Veltroni, mudo el centroizquierda que quiere cabalgar el Coco de la Seguridad- un nuevo frente de fuego, y los habitantes de los suburbios se sienten atizados para tomarse la justicia por su mano. Entre tanto, de la basura ya nadie se acuerda (ver -en italiano- Biùtiful cauntri[iii] o Terra bruciata). ¿Y la mafia? La mafia no existe.
[i] Milán, Roma, Nápoles y Turín ya lo han solicitado.
[ii] Este estado de emergencia comienza en 1994. 10 comisarios extraordinarios. 2.000 millones € gastados hasta 2006 en concepto de emergencia basura. Varias comisiones parlamentarias. Ecomafia. 1763 km2 de terreno gravemente contaminado. 600 efectivos del Ejército (la mitad que en Afganistán). 171 ayuntamientos disueltos por infiltración mafiosa. Aumento de patologías tumorales, según la zona, de hasta el 400%. Un negocio que mueve 5.800 millones € de facturación anual. Ningún terreno abonado. Una matanza lenta. Silenciosa.