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¿Qué hay que decir en la sede de la ONU?

Fuentes: Rebelión

La pasada semana, el Presidente Rajoy habló en una de las tribunas mundiales más prestigiosas, quizá la más prestigiosa de todas, como es la Asamblea General de    Naciones Unidas, concretamente su número 68. Lástima que su discurso no pasara de ser una burda proclama en clave nacional destacando los «logros y avances» de nuestra economía, […]

La pasada semana, el Presidente Rajoy habló en una de las tribunas mundiales más prestigiosas, quizá la más prestigiosa de todas, como es la Asamblea General de    Naciones Unidas, concretamente su número 68. Lástima que su discurso no pasara de ser una burda proclama en clave nacional destacando los «logros y avances» de nuestra economía, la denuncia sobre    el anacronismo de Gibraltar, y nuestra petición para ocupar un puesto no permanente en el Consejo de Seguridad de dicho Organismo. De nuestros niveles alarmantes de pobreza infantil no dijo nada,    ni del paro crónico y masivo que sufre la población, ni del empobrecimiento generalizado de las familias. Pero lástima que nuestro mandatario no     aprovechara el poder hablar en ese Foro de todas las naciones para reclamar, por ejemplo, una ONU mucho más democrática, y con más poder sobre las naciones, los países y los estados miembros.

Lástima que no aprovechara para denunciar la escalada militar, el cambio climático o el incumplimiento de los Objetivos del Milenio. Pero sobre todo, como han hecho algunos otros dirigentes de otros países, para meter el dedo en la llaga…¿y cuál es la llaga? Pues el imperialismo norteamericano, y todas sus    prácticas y efectos derivados y colaterales. Lástima que no haya tenido un discurso similar al del Presidente de Bolivia, Evo Morales, para denunciar al Presidente Obama por sus crímenes de lesa    humanidad. En efecto, el presidente boliviano propuso la creación de un «Tribunal de los Pueblos» para comenzar una demanda al Gobierno de los Estados Unidos. Porque eso es lo que hay que decir,    sobre todo, en la ONU. Hay que reclamar el fin del imperialismo, y de todos sus aliados y seguidores. Lástima que Rajoy, al igual que Morales, no condenara el nido de corruptos, terroristas y delincuentes que guían la política norteamericana, que se cree la    policía mundial, y que además se cree con autoridad moral para juzgar a otros países, y para autorizarles cuándo y cómo deben planificar su «democracia». Lástima que Rajoy no planteara, al igual    que lo hicieron otros dirigentes, que la sede de la ONU en Nueva York ha de ser cambiada de lugar, para no residir en un país tan demostradamente bélico e imperialista. Nuestro Presidente debería    haber planteado quiénes se benefician de las guerras, en manos de quién quedan los países después de las «intervenciones», quiénes se aprovechan del caos posterior y de la explotación de sus    recursos naturales, y quiénes intentan imponer su estrecha visión de la democracia, sin ser ejemplos ni maestros de nada.

Podría haber denunciado que los Estados Unidos continúan violando sistemáticamente los Derechos Humanos, que implementan sistemas de espionaje no sólo en el    interior de sus propios Estados, sino en el resto del mundo, de una forma impune y prepotente, y que provocan guerras basadas en mentiras, infundios y    pretextos. Rajoy podría haber aprovechado, como hizo por ejemplo la Presidenta de Brasil, Dilma Rouseff, denunciando los programas de espionaje personales, mediáticos, económicos y diplomáticos    que las Instituciones de Inteligencia norteamericanas ejecutan, con una absoluta falta de respeto hacia la soberanía y la independencia de los pueblos, violando el derecho a la privacidad de    empresas y ciudadanos de todo el mundo. Y también podría haber aprovechado nuestro Presidente Rajoy para reclamar que Estados Unidos ponga fin de una vez y para siempre al bloqueo económico,    comercial y financiero que impone a Cuba desde hace más de 50 años, así como haber hecho un llamamiento al cese de los hostigamientos hacia Corea del Norte, mediante las continuas maniobras    militares. En vez de eso, Rajoy finalizó su discurso con otra de sus pantomimas: «…España ha vuelto…y ha vuelto para quedarse». Sencillamente lamentable.

Blog del autor: http://rafaelsilva.over-blog.es/