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¿Que pasaría en Latinoamérica si estallara el conflicto entre OTAN-Ucrania-Rusia?

Fuentes: Rebelión / CLAE

Lo que nos preocupa no es que el problema vaya a estar por allá en el este europeo, sino que los latinoamericano-caribeños estamos imbricados en la dinámica de un profundo conflicto internacional, que tiene características de convertirse en una (terminal) Tercera Guerra Mundial.

Por ahora hay que aplicar la máxima de la Teoría del Caos: “El aleteo de las alas de una mariposa, se puede sentir al otro lado del mundo”.

Nos debe preocupar este litigio a los latinoamericano-caribeños sobre todo por el impacto sobre nuestras economías. El doble efecto será por un lado un aumento del precio de las commodities agrícolas de las Ucrania es exportador, esperando así un incremento en el ingreso de divisas. Por el otro, el alza de precios internacionales del petróleo y el gas generando una presión inflacionaria respecto a la energía y los alimentos.

Al proclamar el inicio de una invasión de Ucrania (que nunca sucedió), el presidente estadounidense Joe Biden, anunció sanciones contra oligarcas y bancos rusos, así como el despliegue de más tropas en los países bálticos, mientras la Unión Europea ordenó represalias contra políticos y funcionarios rusos, en respuesta a su decisión de reconocer la independencia de las autoproclamadas repúblicas populares de Donietsk y Lugansk

Las sanciones anunciadas incluyen al Banco Central, al Ministerio de Finanzas y el Fondo Nacional de la Riqueza, con más de 80 mil millones de dólares en activos. Según las sanciones, se congelarán todos los activos de esos bancos en jurisdicciones de EEUU.

Biden pareció guardarse algunas de las sanciones financieras más estrictas y de mayor alcance, que incluirían la prohibición a las exportaciones que dejaría a Rusia sin acceso a alta tecnología para sus industrias y fuerzas armadas, y prohibiciones que dejarían de lado cualquier capacidad de Moscú para hacer negocios con el resto del mundo.

Por su parte, el socialdemócrata canciller federal alemán, Olaf Scholz, anunció la suspensión de la certificación del gasoducto, imprescindible para su puesta en marcha. El proyecto será sometido a una revaluación política por el Ministerio de Economía debido a la nueva situación geopolítica tras el reconocimiento de Rusia a los territorios separatistas del este de Ucrania.

Quizá la mejor manera de empezar a comprender lo que sucede en Ucrania es dejar de lado la información suministrada por los medios concentrados, desesperados por jugar a la guerra. Lo último que haría China es quebrar el sólido vínculo con Rusia. Todo el armado multipolar se asienta allí, con vectores en varias direcciones (ASEAN, BRICS, Asia Central y Oriente Medio, América).

Al revés de los nada inocentes disparate mediáticos, China, a través de la Nueva Ruta de la Seda, está intentando hilvanar todas esas regiones y allí Rusia cumple roles fundamentales en materia geoeconómica y de seguridad sobre el territorio asiático. La prensa hegemónica señala también que Alemania y Francia se endurecen ante Rusia, pero en las reuniones de Múnich y  de Bruselas sus representantes indicaron que era preciso aflojar la tensión y promover el diálogo entre los protagonistas.

Nos enfrentamos hoy a una crisis evitable que era previsible e incluso se predijo, se precipitó deliberadamente, pero que se resuelve fácilmente con sentido común, señaló el exembajador estadounidense Jack F. Matlock. “ no puedo evitar la sospecha de que estamos ante una elaborada farsa, groseramente magnificada por destacados elementos de los medios de comunicación estadounidenses para servir a un fin político interno”.

 El gobierno de Joe Biden, que se enfrenta a una inflación en alza, a los estragos de Omicron, a la culpa por la retirada de Afganistán, además de a no haber conseguido el apoyo de su propio partido a la legislación Build Back Better, se tambalea bajo unos índices de aprobación que disminuyen justo cuando se prepara para las elecciones al Congreso de este año. Entonces, ¿por qué no fabricar una victoria haciendo creer que impidió la invasión de Ucrania al “hacer frente a Vladimir Putin”?, se pregunta Matlock.

A través de los monopolios de comunicación hegemónicos, los aliados deEEUU y Europa intentan promulgar una narrativa que estigmatiza a Rusia por los eventos en Ucrania. Para ello, retoman la cartilla maniquea de la guerra fría y se presentan como los heroicos buenos que protegen a Europa y al mundo occidental de las amenazas de los “bárbaros caucásicos”.

Los precedentes del conflicto actual muestran, sin embargo, que la realidad es bastante diferente a la versión propagada por las grandes potencias occidentales y los medios hegemónicos. Más allá de la identidad étnico-cultural y el mercado de consumo de alrededor de 44 millones de personas, Ucrania es central para Moscú, ya que forma el extenso cinturón de seguridad en la frontera rusa.

Ucrania heredó la industria de la aviación y la alta tecnología de la era soviética y es uno de los principales productores de alimentos del mundo. El gasoducto que aún transporta el mayor volumen de gas ruso vendido a Europa atraviesa territorio ucraniano. La línea Nord Stream2 del nuevo gasoducto de 1.224 kilómetros, que discurre por el mar Báltico y no por territorio ucraniano, ya está finalizada, pero pendiente de la certificación por parte de Alemania para entrar en funcionamiento .

Escalar el conflicto

Para algunos escépticos, lo que está sucediendo en Ucrania y los intercambios de dimes y diretes y amenazas entre Estados Unidos (y sus acólitos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN) y Rusia representan un alardeo (un bluff) como lo que tanto ha pasado desde la Guerra Fria, cuyo caso más detonante fue la crisis de los Misiles Balísticos en Cuba en 1963, que se resolvió por la intermediación papal.

La realidad muestras que hoy hay una amenaza real sobre Rusia por parte de la OTAN, el tratado hemisférico de defensa militar y agresión, más extenso, que sobrevivió a la Guerra Fría y que se ha expandido, con la cantidad de miembros, su poderío militar y estratégico.

Los acontecimientos en Ucrania son, desarrollos predecibles de la esperada reacción rusa a las políticas intervencionistas de EEUU y la OTAN en Europa del Este. Vladimir Putin siempre ha dejado en claro que no admitirá ningún tipo de expansión de la OTAN que pueda poner en peligro la seguridad de Rusia, mientras la prensa hegemónica occidentales replican la narrativa rusofóbica que los medios colonizados de todo el mundo repiten como si fuera la verdad absoluta.

Lo cierto es que Rusia ha invertido mucho más en armamento y modernización, muy por encima que todos los miembros de la OTAN, además del factor a favor que representa el entrenamiento del ejército ruso, en condiciones climáticas extremas que genera serias diferencias en cuando a movilización, dinamismo y efectividad.

Hay varias premisas-hipótesis para el análisis, alguna de ellas parecen disparatadas . A Estados Unidos no le interesa escalar el conflicto directamente en el plano militar, más allá de lo requerido para convencer u obligar a los países europeos a cumplir el porcentaje de su PIB dedicado al gasto militar y a la adquisición de armamento estadounidense  o de alianzas para producir parte de sus componentes en Europa.

Lo que les interesa a Washington es escalar el conflicto en el plano comercial y financiero,  bloquear el uso del gasoducto Nord Stream II y, en general, disminuir al máximo el flujo de gas ruso a Europa, e imponer a Europa el uso del gas licuado estadounidense, mucho más costoso, mientras se amplía el suministro de gas de Qatar y «offshore» con participación israelí.

Estamos hablando de yacimientos desde Egipto hasta Chipre y el Líbano, pero la piedra en el zapato es Siria con sus aliados Irán y Rusia. Igualmente con Libia, mientras siguen los intentos estadounidenses-franceses de desestabilizar a Argelia (primavera de colores, tensiones con Marruecos) para sumarla a su Santa Alianza energética, mientras Rusia tratará de mantener y reforzar sus tradicionales lazos con Argelia.

Trasnacionales estadounidenses como Chevron y Exxon Mobil tienen contratos para investigar, extraer y explorar gas en Ucrania. Además de sus extraordinarios beneficios, las inversiones pretenden reducir la dependencia energética y, por tanto, política de Rusia.

Las hipótesis

Unos buenos análisis nos ponen de cara a las premisas-hipótesis del conflicto. Una, que la OTAN y EEUU van a crear un falso positivo que genere una respuesta rusa, que puede surgir de un disparo o de un enfrentamiento con las fuerzas prorrusas en Dombast y Luganst, lo que provocaría  un desplazamiento inmediato de Rusia ante el acto de agresión, que daría pie a una confrontación directa entre OTAN y Rusia.

De acuerdo con esta premisa, según sean los avances y retrocesos de ambos bandos irán escalando los niveles de confrontación/agresión, puesto que es una estrategia muy usual de la OTAN abrir varios flancos de guerra. El segundo flanco de guerra podría ir tras Crimea y Sebastopol, en donde Rusia trasladaría su fuerza y poder de fuego con lucha marítima, submarina y multimodal para defender la entrada marítima de Rusia al Mar Negro.

La segunda premisa en la mesa es que la OTAN admita a Ucrania como miembro de pleno derecho y Rusia reconozca la independencia de Dombast y Luganst. La OTAN puede declarar (inclusive sin el consentimiento del presidente Zelenski y el establishment ucraniano) la admisión en el bloque, lo que llevaría a dos respuestas de Rusia. La primera que Dombast y Luganst “independientes” admitan el ingreso de tropas rusas, lo que generaría una guerra total de aniquilación, junto a guerra híbrida para controlar Crimea y llegar rápidamente a Kiev.

La incorporación de Ucrania en la OTAN, que requeriría una modificación de sus estatutos, toda vez que un país en conflicto con un vecino o sin plena soberanía sobre todo su territorio (caso Ucrania y Georgia) no puede ser admitido hasta tanto cesen esas dos situaciones. Para esa modificación estatuaria haría falta el voto de todos los países miembros, lo cual no luce factible y podría generar tensiones entre  EEUU y algunos de sus aliados (Alemania, por ej.).

Rusia desplegaría sus aviones de combate al igual que la OTAN. Rusia tendría superioridad aérea por los cazas Sukhoi y de otra generación que haría replegar a la OTAN rápidamente.

La tercera premisa señala que ante la derrota en el conflicto de Ucrania, la OTAN decide abrir frente en otra región, lo que puede suponer la participación china en el Conflicto. La OTAN para desgastar a Rusia puede amenazar a cualquier país en donde Rusia tenga intereses. Aquí se presentan dos posibilidades: Turquia y Venezuela.

 Turquía por el posicionamiento geográfico y militar, y que al alejarse militarmente de la OTAN tiene una deuda con el bloque, más moral que de otro tipo, además que representa un aliado para Rusia para establecer una estrategia de doble pinza que pueden encajonar a la OTAN. Turquia tiene un buen equipamiento militar y ejército, al igual que algunas naciones árabes pro Rusia se unirían para dar apoyo y replegar las fuerzas de la OTAN hacia el occidente europeo.

Ello obligaría a que Italia, Grecia y otros establezcan si intervienen en el conflicto o establecen neutralidad. Rusia tiene un arma a su favor: cerrar la llave del gas para Europa como medida de presión. Europa sin gas y sin combustible queda en una posición de minusvalía que los obliga a una vía racional -negociar con Rusia y retirar apoyo a la OTAN- y otra irracional, ir tras Rusia.

Mientras EEUU está flexibilizando su postura con relación al acuerdo nuclear con Irán, justamente para prevenir que se les abra otro frente en el Golfo Pérsico, hay analistas que apuestan a que prevalezca la vía irracional, porque la OTAN está por encima de la Unión Europea, ya que cuenta con mayor presupuesto que el propio Banco Central Europeo, y cuenta con las principales industrias armamentistas del mundo y otros lobby.

Washington  trata de impedir que países europeos y asiáticos utilicen la «ruta del Norte» (ártica) no sólo para afectar a Rusia sino también a China. Es de esperar, en ese sentido, una fuerte campaña «ecologista», incluso en entes multilaterales, de «protección» al Ártico. Asimismo, trata de  seguir dificultando la normalización de las relaciones ruso -niponas, mediante la solución del problema de las Kuriles y la firma de un tratado de paz

En una hipótesis conflictiva, los países de Medio Oriente (Arabia Saudi, Qatar, Bahrein, Irak) y Nigeria, van a colocar petróleo muy caro para Europa y para la OTAN, eso sin contar que Irán (aliado de Rusia) puede bloquear el Estrecho De Ormuz, por donde pasa más de 70% del petróleo del mundo. La OTAN usaría entonces a Israel para limitar a Irán, lo cual abriría un nuevo boquete del conflicto.

Mientras eso sucede, la OTAN pretenderá usar a Taiwan para controlar el Mar de China y atacar a Rusia por su flanco oriental, hecho que movilizaría a China (aliado de Rusia) a neutralizar a Taiwan y posicionarse en el territorio, demoliendo la Quinta flota de EEUU.

Visto eso, la OTAN movilizaría a Colombia y a Brasil contra Venezuela, que es el primer país con reservas de petróleo que podría servirle geopolíticamente a Rusia, al igual que bases de aprovisionamiento geoestratégico. La meta sería movilizar a Colombia y a Brasil, para que en una estrategia de triple pinza -norte, oeste, sur- atacar a Venezuela militarmente y tener control sobre los pozos de petróleo. Venezuela tiene mejor dotación de armas que Colombia y Brasil, los socios sudamericanos de la OTAN.

Cabe recordar que el presidente colombiano Iván Duque ya discutió con la OTAN sobre el Caso Venezuela, al igual que su par brasileño Jair Bolsonaro.

Con relación a Venezuela, la amenaza de la OTAN es real, vía Colombia. No está tan clara la situación con Brasil, luego de la reciente visita de Bolsonaro a Moscú (es determinante la posición de los militares brasileños y el peso de su componente nacionalista)  y la nueva correlación de fuerzas en América del Sur (Argentina, Chile, Bolivia y Perú).

Por otro lado, el reforzamiento de la cooperación militar rusa con Venezuela, con miras a neutralizar cualquier amenaza desde el lado colombiano, incluyendo las ocho bases estadounidenses , pareciera incluir  infraestructura logística de apoyo a una presencia rusa estable (básicamente de submarinos) en el Caribe y Golfo de México.

Y llegando a la hipótesis apocalíptica, ante la desesperación de la derrota, será la OTAN y no Rusia la que usará su arsenal nuclear. Rusia tendría capacidad de respuesta inmediata y superior, pero esto abriría confrontación nuclear en cada frente que se abra en el conflicto. Y seguramente nos quedaremos sin saber cuál premisa o hipótesis era la acertada.

El expresidente uruguayo José Pepe Mujica se refirió al aumento de la tensión en Europa del Este y se preguntó si en un futuro se podrá “abandonar los presupuestos militares”. “Mientras la guerra sea una manera de desempatar, seguiremos en la prehistoria”, dijo.

Álvaro Verzi Rangel. Sociólogo venezolano, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)