Traducido del ruso por Carlos Valmaseda
El espíritu nacionalista militante de los partidarios de la ATO [Operación Antiterrorista] siempre se combina con éxito con la esperanza de que todo el trabajo pesado lo hará Occidente para le gobierno de Kiev. Al principio pensaron que la UE y el FMI pagarían por nuestra eurointegración, compensando las pérdidas económicas por la introducción de nuevos estándares. Despues se les dijo a los ucranianos que el FMI asignaría dinero para la «estabilización» económica. Sin embargo, recordamos que a este plan caníbal de reformas ultraliberales impuesto por la organización financiera internacional con el objetivo de la reducción de la esfera social, el aumento de las tarifas de los servicios comunales, la congelación de salarios y pensiones y una privatización a gran escala se le añadió en su momento la exigencia de «establecer el control sobre todo el territorio del país». Y, de esta forma, el FMI ha interpretado un papel importante en empujar al gobierno de Kiev a la cruenta guerra en el Este. Después, tras las trágicas muertes del avión malasio, se extendió ampliamente la opinión de una inminente incursión de las tropas de la OTAN, que debería llevar rápidamente a la contundente derrota de los «separatistas». Es representativo que en las primeras horas después de la tragedia, en el sector ucraniano de las redes sociales se extendiese la opinión de que a bordo del MH-17 al parecer había muchos ciudadanos norteamericanos y que la intervención activa de los EEUU era ineludible.
Sin embargo, la gran mayoría de los ucranianos simplemente no entiende la estructura de la opinión pública en la Unión Europea y los EEUU. La mayor parte de los votantes -tanto en la UE como en los EEUU- tiene un espíritu extremadamente antimilitarista. Baste recordar que para la invasión de Afganistán hubo que utilizar como motivo el mayor acto terrorista de la historia, con la destrucción del World Trade Center. Absteniéndonos en este texto de cualquier valoración de aquellos acontecimientos, es necesario subrayar que para una intervención militar abierta a las sociedades occidentales les hace falta un motivo muy serio y una victoria evidente, especialmente tras desenmascararse las mentiras de las armas de destrucción masiva en Irak.
Incluso la extensión de las sanciones económicas contra Rusia ha provocado una reacción muy ambigua en Europa, por cuanto el paso de las sanciones individuales a las sectoriales golpea muy duramente a las empresas europeas, fuertemente ligadas a los programas de inversión rusos.
De esta forma, hasta ahora, al gobierno de Kiev se le ha propuesto encargarse a solas de sus problemas, tanto políticomilitares como financieros. Mientras tanto, la guerra ya ha asolado prácticamente la Tesorería ucraniana. La ATO, en la que se gastan cerca de 1,5 millardos de grivnas al mes, ha puesto en la agenda la cuestión de la búsqueda de fuentes para la financiación de la guerra. El establecimiento de un control ilimitado de los oligarcas ucranianos sobre el gobierno elimina la cuestión de los medios de la gente más rica del país. Ellos no solo no piensan perder dinero en este conflicto sino que también intentan aumentar su riqueza tanto gracias a la mayor privatización de los últimos veinte años, anunciada por Yanukovich, como gracias a la venta de armas, equipamiento, combustible y suministros al ejército ucraniano, a precios francamente hinchados. El pago de los costes le toca a las capas más pobres de la población. Es más, tanto indirectamente (mediante la congelación de salarios y pensiones y la reducción del gasto social), como directamente (mediante la subida de tarifas en vivienda y servicios públicos). El Kiev oficial ya ha anunciado una nueva subida de precios en este sector de la economía ucraniana, el más corrompido, a partir del 1 de agosto. La conocida abogada ucraniana Tatiana Montian ha señalado repetidamente la completa opacidad de la conformación de tarifas y la falta de control ciudadano en este campo. Mientras tanto, esta será ya la segunda gran subida desde el inicio del conflicto, lo que provoca perplejidad en la gente: ¿acaso las tarifas de los servicios públicos van a subir ahora cada mes? Además, en la mayor parte de los barrios de Kiev ya se ha cerrado por un periodo indeterminado el agua caliente, exigiendo a los ciudadanos que solucionen a su costa el problema de la calefacción en invierno.
El empobrecimiento masivo, la «derivación» de las propiedades estatales, el robo a la población mediante exorbitantes tarifas de los servicios públicos, estos son los verdaderos resultados de la actual ATO. Cada vez más gente comprende este hecho. Sin embargo, el gobierno ya está preparado para declarar a cualquier descontento «agente del FSB» [servicios secretos rusos, nota del tr.], como ya hizo el primer ministro Yatseniuk. Las acciones de protesta serán sofocadas por paramilitares derechistas y la guardia nacional y sus participantes serán perseguidos por su postura «no patriótica».
Esto pone en la agenda el tema de la táctica de las fuerzas de izquierda y democráticas, que ya se enfrentan a una nueva ola de represión. Es evidente que el tiempo de hacer piquetes ante los órganos de poder ya ha pasado. Muy probablemente en un próximo futuro veremos nuevas formas de lucha bajo la forma de desobediencia civil espontánea. Al final, la evasión masiva del servicio militar fue una acción de protesta mucho más importante que todas las acciones contra la guerra previas.
El organizador de esta desobediencia es el pueblo. Y no se le puede meter en la cárcel.