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Sandino, a 80 años de su muerte

Fuentes: Rebelión

El pasado viernes 21 de febrero, en la embajada de la Nicaragua Sandinista en Lima, tuvo lugar una emotiva y muy concurrida velada en homenaje a Augusto C. Sandino. Por invitación de la embajadora de ese país, Marcela Pérez Silva, el Presidente de los «Amigos de Mariátegui» y Director de «Nuestra Bandera» leyó la siguiente intervención


Queridos amigos:

El acontecimiento que nos convoca hoy, por iniciativa de la embajada de Nicaragua -el 80 aniversario del asesinato de Augusto C. Sandino, y el escenario latinoamericano agitado por los sucesos de Venezuela; nos obligan a formular algunas reflexiones. Ellas incluyen un justo homenaje a tan destacada figura de nuestro continente y afirman una nueva valoración de su mensaje en una circunstancia en la que los pueblos se empeñan en ser dueños de su destino.

De Sandino se pueden decir muchas cosas. Si queremos tomarlo como el invicto y valeroso combatiente de Las Segovias, podremos asegurar que fue el primer guerrillero que hizo morder el polvo de la derrota a los invasores yanquis que ocuparon el suelo de su patria. El fue quien perfiló una frase que hizo historia y recorrió continentes y países: «la soberanía de la patria no se discute, se defiende con las armas en la mano»

Si buscamos medirlo en su condición igualmente alta de precursor del proceso emancipador de América Latina, podríamos recordar que fue uno de los tres hombres que pensó más claramente en la unidad continental como herramienta esencial para el combate nacional liberador.

Antes que Sandino, fue José Martí, el primero que acuñó la expresión aquella de «Nuestra América» para evocar los inmensos territorios situados desde el sur del Río Bravo hasta la Patagonia. Y fue Mariategui quien diseñó las tareas de nuestros pueblos para abrir cauce a un nuevo escenario: la Revolución Socialista.

Los aportes de estas valiosas figuras del pensamiento latinoamericano sorprendieron a nuestro continente cuando le perfilaron una tarea que hoy asoma como el reto indispensable para nuestros pueblos: la defensa de la Soberanía de nuestros Estados, siempre amenazada.

Sandino vivió en una etapa aciaga de la historia, cuando regía particularmente en Centroamérica, la política norteamericana del Gran Garrote, y gracias a la que los inquilinos de la Casa Blanca disponían ocupar países, arrasar Estados y apoderarse de recursos y riquezas. Eran los años del «patio trasero» o «la despensa», que algunos buscan reeditar en nuestro tempo.

Sandino hizo frente a ese Poder. En la lucha, cayó abatido en febrero de 1934, hace 80 años, un día como hoy; pero no fue asesinado por la mano directa del Imperio sino por sus sicarios, por aquellos que vendieron su alma al opresor y se pusieron a su orden para proteger y amparar una política de saqueo y de pillaje.

El hecho conlleva una lección que hoy podemos observar en el escenario de nuestro tiempo: cuando se trata de sacar las castañas del fuego para preservar los afanes imperiales, no faltan quienes, como dóciles sirvientes, acomodan su juego a los designios de Washington y buscan generar caos y violencia en su provecho. El ejemplo más nítido, lo tenemos en la Venezuela de nuestro tiempo. Ella constituye una piedra de toque que sirve para delinear los campos.

La oligarquía latinoamericana, los grandes medios de comunicación, los Partidos a su servicio y los politiqueros de oficio que resguardan sus intereses; se valen de todos los recursos para engañar a los pueblos. Recurren a artificios inimaginables: publican fotos de crueldades ocurridas en otros tiempos y países, y nos dicen impúdicamente que se trata de hechos ocurridos ayer nomás en Caracas o en Maracaibo; o entregan escenas de pornográficas violaciones a menores correspondientes al comercio sexual en los Estados Unidos, asegurando que fueron fotos obtenidas de Cámaras de Tortura instaladas en puestos policiales venezolanos. No olvidemos nunca: ¡ese es el fascismo en acción! Contra él, tenemos el deber de estar todos.

En el extremo de la desvergüenza, estas gentes hacen causa común con los que alientan el crimen y la barbarie en las grandes avenidas caraqueñas. El grito ese de «Haga Patria, Mate a un Chavista»; es el mismo grito que se oía en las grandes alamedas de Santiago en agosto de 1973, en días previos al Golpe asesino de Augusto Pinochet, con una sutil variante: «Haga Patria, Mate a un Comunista», nos decían entonces. Y sí, mataron entonces a Salvador Allende, a Víctor Jara, a Pablo Neruda, y a miles más, a lo mejor del acerado pueblo de Chile. Hoy quieren destruir la obra de Hugo Chávez, sepultar al pueblo de Venezuela. Pero, sobre todo, escarmentar a todos los pueblos de América Latina. Enseñarles que con el Imperio no se puede, que es inútil cualquier rebeldía. ¡Que aprendan, entonces!

Con Sandino, se alzaron otros valerosos luchadores de América. Farabundo Martí, en el Salvador ahogado en sangre y dolor; Luis Carlos Prestes, en el gigantesco Brasil iluminado; Carlos Baliño y Julio Antonio Mella, en la Cuba donde nacía el sol y la esperanza. Y en su ejemplo renace Nuestra América con el sueño de Bolívar en las manos.

Hoy se habla, y se escribe mucho acerca del Bicentenario de la Independencia de América del yugo español. Esa lucha nos trajo millones de mensajes. Reivindiquemos uno, que para nosotros tiene vigencia plena: la lucha que tenemos por delante, no compete a los habitantes de uno, u otro país; es la lucha de todos, contra el Imperio.

Lo había dicho en los años 60 el «Che»: «a la estrategia continental del imperialismo, debemos oponer la estrategia continental de los pueblos». No veamos lo que ocurre en Caracas como algo que atañe apenas al pueblo de Venezuela. Allí también se juega nuestro propio destino.

Hoy Sandino es realidad viviente. Existe en la Nicaragua de nuestro tiempo. El país más seguro de la región, con menos índices de violencia ciudadana, según los estándares internacionales; el país de la recuperación más pronta.

Para que eso sea posible fue preciso, en su momento, librar una guerra. Ella abrió una esperanza que cuaja en los ojos encandilados de un pueblo de levanta su esperanza.

En los años de Sandino, podríamos decir parafraseando a nuestro admirado Comandante Tomás Borge, el amanecer era una tentación. Hoy, brilla un nuevo sol «que habrá de iluminar toda la tierra que nos legaron los mártires y héroes con caudalosos ríos de leche y miel».

Por Sandino, Por la Nicaragua de hoy, por la Patria de Bolívar y por nuestra propia causa, unamos nuestras fuerzas, y seremos imbatibles. Muchas gracias.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.