En un portal oficial de Internet se invita a responder a la pregunta «¿Qué es ser francés?» y a aportar ideas y sugerencias destinadas a «afirmar la identidad nacional», según dice el portal. Críticas del socialismo y de los verdes.
Francia empezó la semana mirándose en el espejo. Nicolas Sarkozy, por medio del ministro de Inmigración e Identidad Nacional, el ex socialista Eric Besson, planteó a la sociedad una pregunta llena de astutos objetivos políticos: «¿Qué es ser francés?». No se trata de una campaña, sino de una invitación concreta para que los ciudadanos respondan a esta pregunta a través de una página de Internet (de batidentitenationale.fr) que el gobierno habilitó especialmente.
El primer paso del operativo identidad es una circular enviada por Eric Besson a los prefectos de los 96 departamentos de Francia a fin de que se organicen reuniones en las jurisdicciones, en las que participarán parlamentarios, integrantes de asociaciones civiles, sindicatos, grupos patronales, profesores de las escuelas primarias y de los colegios secundarios así como padres y alumnos. El segundo es el portal de Internet en donde se invita a responder a la pregunta «¿Qué es ser francés?» y a aportar ideas y sugerencias destinadas a «afirmar la identidad nacional», según dice explícitamente.
El tema de la identidad nacional es una de las grandes preocupaciones de los franceses, más aún que la crisis, el desempleo, el descalabro de las universidades, las insuficiencias del sistema de salud y otros desastres económicos y sociales. Puede parecer por demás asombroso que un país con tanta historia y que además fundó buena parte del mundo moderno se interrogue hasta ese punto sobre su identidad y que, incluso, sea el Ejecutivo el que organice el debate.
Pero el interrogante es recurrente, tanto más cuanto que en Francia viven más de 8 millones de inmigrantes (13 por ciento de la población) y que, en muchos casos, esa presencia es juzgada como una amenaza para la identidad nacional y los valores de la República. La pregunta «¿Qué es ser francés?» está acompañada de una serie de reflexiones sobre la integración de los inmigrados, el respeto de los símbolos patrios y la esencia francesa.
La idea del ministro de Inmigración e Identidad Nacional suscitó un nutrido flujo de críticas, tanto de la oposición socialista, que acusa al ministro de oportunismo electoralista, cuanto de los sectores universitarios. Sin embargo, el Ejecutivo apoya su argumento en los sondeos publicados desde hace una semana en el país y que respaldan la iniciativa.
Según una encuesta de la consultora CSA publicada por el diario Le Parissien, el 60 por ciento de las personas interrogadas aprueban la iniciativa y el 35 por ciento están en contra. Ese porcentaje se divide así: 50 por ciento de los electores de izquierda están a favor, 70 por ciento de los centristas se pronuncian de la misma manera, mientras que a la derecha el porcentaje sube a 72. La misma encuesta reveló que los elementos que constituyen la identidad son el idioma, para el 80 por ciento; la República, 64 por ciento; la bandera, 63 por ciento, y La Marsellesa, 50 por ciento. Otro sondeo realizado por BVA confirma esa tendencia: el 54 por ciento de los encuestados considera la iniciativa «importante», mientras que el 46 por ciento la desaprueba.
Si bien estos porcentajes son testimonios de un auténtico interés por el tema en discusión, los ciudadanos no parecen por ello perder la noción de las realidades, ya que, según BVA, el 64 por ciento de las personas interrogadas opina que, antes que nada, se trata de una táctica electoral que apunta a «movilizar los electores de la derecha antes de las elecciones regionales» (la consulta está prevista para el próximo marzo).
Nicolas Sarkozy prosigue con la estrategia que aplicó antes y durante la campaña electoral para las elecciones presidenciales de 2007: despojar a la extrema derecha de sus caballos de batalla favoritos. «No tengo ninguna intención de dejar a la extrema derecha el monopolio de la identidad nacional», había dicho Sarkozy en plena campaña.
Promesa cumplida ahora y, por las vueltas de la historia, llevada a la práctica por quien en ese entonces era su enemigo político, el socialista Eric Besson, hoy ministro de su gobierno y adversario de sus compañeros de antaño. Justamente, los socialistas salieron a criticar el debate propuesto por el Ejecutivo. La oposición denunció un operativo de «diversión» y de «recuperación» frente a la extrema derecha del partido Frente Nacional.
Los verdes hablaron de un debate «hipócrita». Benoît Hamon, portavoz del PS, fustigó lo que consideró una «operación de comunicación política y de recuperación electoral». No obstante, ni siquiera en estas cuestiones metafóricas los socialistas han sido capaces de ponerse de acuerdo entre ellos. La candidata del PS a las presidenciales del 2007, Ségolène Royal, convocó a los socialistas a no «rechazar el debate» y, menos aún, «a tenerle miedo».
Royal afirmó que «hay que reconquistar los símbolos de la nación. Por esa razón deseé que se cante La Marsellesa en mis actos y reivindiqué la bandera tricolor, que nos pertenece a todos, y no sólo a la derecha». En suma, mientras los conservadores aúnan a la sociedad para debatir sobre la identidad nacional, los socialistas caen en la trampa y empañan un poco más la suya.
El portal de Internet lanzado por el gobierno es de una pluralidad a la altura de la pregunta. En él aparecen textos de referencia para ayudar a la reflexión, como la Declaración de los Derechos Humanos o la letra de La Marsellesa y una extensa bibliografía ligada al tema. Hay también muchas citas oriundas de todas las corrientes políticas, desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha, comentarios de filósofos, historiadores y hasta extractos de la prensa que critican con virulencia la iniciativa del ministro de inmigración e Identidad Nacional.
El politólogo Vincent Tiberg comenta por ejemplo que «la identidad nacional, tal como la entiende Eric Besson y más ampliamente la derecha desde hace algunos años, tiene un contenido marcado políticamente, cristalizado en torno de la inmigración y los extranjeros». Es innegable que en muchos de los temas desarrollados en el portal aparece en primer y segundo plano el tema de los extranjeros y la forma en que éstos respetan los símbolos y costumbres de la identidad francesa.
El próximo 4 de diciembre, Nicolas Sarkozy se sumará al debate con su aporte personal a este interrogante. El 31 de enero se cerrará el ciclo de debates y en el curso del mes de febrero Eric Besson sintetizará las respuestas y adelantará un paquete de propuestas adecuadas a las mismas. Habrá que ver en ese momento si la sociedad se proyecta en el futuro o si vuelve al glorioso pasado.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-134635-2009-11-04.html