Cualquier ciudadano se suele preguntar porque a pesar de la injusticia social, del statu quo deshumanizante, del dolor humano y de la estructura creadora de desigualdades que se generan en los Estados organizados por los que siempre han detentado el poder, siguen ganando los partidos de derecha cuyos discursos se decantan entre la conservación ineludible […]
Cualquier ciudadano se suele preguntar porque a pesar de la injusticia social, del statu quo deshumanizante, del dolor humano y de la estructura creadora de desigualdades que se generan en los Estados organizados por los que siempre han detentado el poder, siguen ganando los partidos de derecha cuyos discursos se decantan entre la conservación ineludible del stablisment, y el despojo inexorable de las conquistas sociales que ha conseguido a fuerza de sangre y de sacrificios humanos la izquierda con sus luchas.
Visto el panorama mundial y vislumbrando la gran tradición histórica de Francia en las luchas por su liberación social de estructuras de poder anquilosadas como la monarquía, resulta paradójico que en un país en que se ha alcanzado un grado superior de educación, y en el que se ha llegado a niveles de desarrollo envidiables, coexistiendo éstos con niveles también inaceptables de desempleo e inestabilidad económica, siga gobernando la derecha y peor aun gane de forma contundente con un discurso en el que se exalta la bonanza del estado de cosas, y se categoriza bajo argumentos de corte maniqueistas a las fuerzas del orden como las victimas y a los estudiantes de mayo 68 como delincuentes, profiriendo con ello un serio reproche a un fantasma lejano que encuentra en la actualidad muy pocos apologistas, y que irónicamente continúa asediando todavía la conciencia del poder público representado en el presidente Nicolás Sarkozy, atrofiado en la actualidad en el alcoholismo y en los affaires propios de un artista de la farándula frívola de tele culebrones de corazón.
La aceptación de este discurso oficialista nos hace arribar a la fácil conclusión de que en la Francia actual las generaciones presentes han envejecido física y espiritualmente, y que los escasos jóvenes sobreviven indiferentes ante la marcha inescrupulosa del mundo. El esfuerzo de mayo 68 fue espontáneo y a la vez sincero, en él se estructuraron formas de lucha, estrategias sobre la base de la necesidad y la improvisación, y no hubo por su parte ninguna clase de manipulación en sus inicios por la izquierda oficial, es más el partido comunista francés veía en ese brote de revuelta estudiantil una amenaza para sus luchas diplomáticas en que se esperarían la evolución del sistema capitalista hasta la llegada mesiánica del comunismo mundial. Estas tesis cuya aceptación no fueron aceptadas por el filosofo francés comprometido Jean Paúl Sartre, y han sido ya derogadas en lo inmediato por el devenir histórico del mundo real, y son tenidas ahora por la izquierda mundial como una de las causantes del fracaso socialista en los países del este, nos hacen reflexionar que los sistemas políticos y económicos se mantendrán en pie mientras no hayan propuestas agresivas que hagan tambalear sus principios, y la manifestación coercitiva de los poderes públicos.
El héroe de la Resistencia Francesa en la segunda guerra mundial, el General De Gaulle tembló ante el empuje fáctico de la revuelta estudiantil ( esperanzada en el triunfo de la revolución cubana, en la resistencia de Ho Chi Minh y su pueblo, la Guerra por la independencia de Argelia y la revolución cultural en China) que lo hizo huir fugazmente del país pero se burló igualmente del movimiento cuando estableció alianzas estratégicas con el partido comunista francés que en una posición de ceguera ideológica y alérgica a los revisionismos abjuró de esta inédita lucha popular.
A cuarenta años del Mayo 68, las opciones de conquista del poder siguen siendo en la actualidad las mismas e incluso algunos líderes de la izquierda mundial niegan que la lucha armada constituya una alternativa coherente. Al margen de ello los gobiernos socialistas actuales han conquistado el poder a través de procesos eleccionarios que ofrecen las repúblicas democráticas como ha sucedido recién con España y con los países del Cono sur de América. Sin duda alguna que el trabajo austero de muchos lideres sinceros, y el nivel de responsabilidad en sus respectivas funciones públicas han creado un espacio de simpatía hacia el mundo de la izquierda, pero igualmente la irresponsabilidad pública, las prácticas inmorales e ilegales de corrupción administrativa por parte de funcionarios socialistas han creado la percepción nada falsa para el ciudadano común de que los partidos de izquierda moderada y de derecha están hechos de la misma catadura, y solamente cambia el color de sus banderas y las sintaxis de sus discursos. En el trasfondo de todo quedan pendientes como viviendo en un universo de ideales inalcanzables la transformación y el cambio de las estructuras sociales, económicas y políticas, que no se tocan ni con el pétalo de una flor y son materia pétrea, erigiéndose en dogmas religiosos inefables en el discurso tanto de la derecha como de la seudo izquierda.
Se tiene que entender que la izquierda mundial tiene una gran responsabilidad en el mundo actual, por si la estrategia real eleccionaria de cambios está hecha de estadios y procesos sociales previos hacia el gran salto cualitativo indispensable y dialéctico, ya que es fácil para la mayoría de la gente que juega un papel acrítico de espectador en este mundo aceptar los errores, las mañas, la corrupción pública, las prácticas antidemocráticas, la explotación económica de la derecha, pero es imperdonable que un funcionario socialista entre en el mismo saco de trampas inmorales si partimos de la percepción monolítica que se tiene de la izquierda, sobre todo porque los esfuerzos de cambio social coherente históricamente hablando son cronológicamente recientes ante la apabullante tradición histórica y milenaria de un estado de cosas que ha sido defendido a punto de armas por los imperios, de literaturas al servicios de mecenas generosos, de modelos religiosos medievales embelesados en la armonía del universo, de estudios científicos y biológicos sesgados en las teorías de la sobrevivencia de Darwin, de sistemas de castas y puntos de eje en Jaspers, de voluntad de poder como la fuerte aspiración existencial en Schopenhauer, de esclavos bendiciendo la generosidad de sus cadenas, de siervos de la gleba rezándole al dios de los cielos por la bendición de compartir el derecho de pierna de sus mujeres con sus amos, de súbditos amantes de besarle los pies a los reyes y a las princesas como afrodisíacos, y de un sistema educativo que te ha enseñado que el mundo de los ancianos es el sacrosanto, y que los cambios solo producen el desarraigo familiar, y la consecuente muerte del mundo ideal y virtual que te han creado.
Dentro de esa lógica se prodigarán los Sarkozys, los Aznar, los Vargas Llosa, los Albertos Montaner que sacando ventajas de los errores personales tratarán de destruir las conquistas, los sueños y los sistemas teóricos coherentes y alternativos como el marxismo, defendiendo con el optimismo con que suenan las monedas metálicas la inmoralidad económica del capitalismo mundial que alimenta su pasión desmesurada con las guerras y el hambre de millones de seres humanos en el planeta, y que medirán con la elemental regla de tres de la moral burguesa las conductas superficiales de los dirigentes de la seudo izquierda que se quedaron varados en el limbo de la democracia liberal, y que sin intentar dar el salto hacia estadios de desarrollo y cambios sociales más auténticos aniquilan los mejores esfuerzos de los dirigentes de izquierda sinceros y honestos. Frente a esos escenarios de ambigüedades, repetimos los imaginarios de los jóvenes franceses del 68 que están a unos pocos días de cumplir 40 años. «Exijamos de nuevo lo imposible: Que la derecha tenga conciencia social». «Somos Marxistas de la Tendencia de Groucho» y «No le pongas parche, la estructura está podrida» y si Sarkozy tiene el gobierno, que la imaginación tome por primera vez el poder en Francia.