Traducido para Rebelión por Juan Vivanco
Toni Negri, italiano, de 71 años, es un pensador anticapitalista y una figura del altermundialismo. Inspiró a los «desobedientes» italianos del G8 de Génova y es conocido sobre todo por Multitud, obra escrita con el estadounidense Michael Hardt (2004). Esta noche va a participar en un mitin a favor del sí en Saint-Michel-sur-Orge (Essonne) junto con el socialista Julien Dray y el verde Daniel Cohn-Bendit.
¿Cómo es que un contestatario radical como usted llama a votar sí?
Porque la constitución es un medio para luchar contra el Imperio, la nueva sociedad capitalista mundializada. Europa puede ser un parapeto frente al pensamiento único del unilateralismo económico, que es capitalista, conservador y reaccionario. Pero Europa también puede convertirse en el contrapoder del unilateralismo estadounidense, de su dominio imperial, de su cruzada en Irak para dominar el petróleo. Estados Unidos lo sabe bien, y desde los años cincuenta lucha a brazo partido contra la construcción europea. Sabe que es un obstáculo para la extensión de su poder. Como también se opone a la pujanza de China y a una alianza regional en América Latina.
Precisamente los proeuropeos del no critican la constitución porque no ofrece un modelo suficientemente alternativo al de Estados Unidos.
Estoy de acuerdo. Pero yerran el tiro. Mitifican una constitución que es un mero trámite. Es positiva, y lo será en lo sucesivo. Porque la verdadera cuestión es quién va a regular el mercado mundial. La resistencia nacional ya no es un parapeto. Sólo si sacamos adelante la construcción europea podremos crear alternativas globales para lo que yo llamo las multitudes, los movimientos de resistencia al Imperio. Cambios que delimiten un nuevo espacio político en el que va a desaparecer esa mierda llamada Estado nación. La constitución marca una nueva etapa hacia el federalismo, aunque no es lo bastante federalista.
¿Cómo es que un azote de los mercados apoya un texto que santifica el liberalismo?
¡Esa no es la cuestión! De acuerdo, el espíritu de la constitución tiene un tufo liberal… ¿y qué? Sí, está llena de defectos, de carencias, pero introduce nuevos derechos con la carta de los derechos fundamentales. Hay que ser pragmáticos. ¿Qué significa hoy ser de izquierdas? ¿Qué alternativa propone el no? Desde hace una generación, ni un solo proyecto de reorganización social planteado por los sindicatos o la sociedad civil ha logrado avances reales… ¿Qué quieren? ¿Una constitución europea o una constitución según el modelo comunista?
¿Se ha vuelto usted «liberalrealista», como otros antiguos revolucionarios?
No es que me haya entrado de repente la chochera liberal. Soy un revolucionario realista. ¿Por qué Francia es tan porfiada? En Italia, Alemania o España, incluso en los círculos altermundialistas, mi mensaje ha tenido eco. Han comprendido lo que se juega con el sí. En Francia el debate es al revés. Como si yo no me aclarase, cuando los que no se aclaran son ellos. Yo soy claro: hay que ser idiota para creer que se puede lograr la igualdad a partir de una constitución. Si Francia dice no, siendo el motor de Europa junto con Alemania, perderá una oportunidad histórica.
¿Se une a los que dicen «el sí o el caos»?
Es el sí o la peor opción política. Es el sí o la desaparición de un nuevo espacio de lucha contra el hegemonismo del Imperio. Es el sí o rendirse a los neoconservadores estadounidenses. ¡No puedes ser antiimperialista, altermundialista, y no ser consciente de esa relación de fuerza! El no destruye ese equilibrio, lo destruye todo, el peligro es enorme. Cualquiera que sea el resultado, habrá una crisis. Si la constitución es rechazada, la crisis será europea. Habrá una vuelta a las disputas familiares, dentro de Francia pero también entre Francia y Alemania. Si gana el sí habrá una crisis, sin duda alguna. Pero entonces será internacional. Porque será la que enfrente dos modelos, el europeo y el estadounidense.
Texto original:
http://www.liberation.fr/page.php?Article=296227#