La crisis del bipartito CDU-SPD de la canciller alemana, Angela Merkel, pareja a la caida en picado de su popularidad y al creciente nerviosismo entre los barones cristianodemocratas, pone en cuestion tanto la duración de la Gran Coalicion como su liderazgo. Los medios alemanes especulancon comicios anticipados y nuevas coaliciones. Como simples «juegos tácticos» ha […]
La crisis del bipartito CDU-SPD de la canciller alemana, Angela Merkel, pareja a la caida en picado de su popularidad y al creciente nerviosismo entre los barones cristianodemocratas, pone en cuestion tanto la duración de la Gran Coalicion como su liderazgo. Los medios alemanes especulancon comicios anticipados y nuevas coaliciones.
Como simples «juegos tácticos» ha calificado el diario conservador «Frankfurter Allgemeine Zeitung» (FAZ) los recientes debates en torno a la formación de un nuevo gobierno en Alemania, compuesto por el Partido Socialdemócrata (SPD) y el Partido Liberal (FDP). Estas especulaciones surgieron tras un encuentro entre el presidente del SPD Kurt Beck y el jefe del FDP de Renania del Palatinado, Wolfgang Brüderle. Ambos políticos gobernaron en este estado federal conjuntamente hasta principios de 2006, cuando el SPD de Beck ganó la mayoría absoluta en los comicios regionales. Después de la reunión del sábado, Brüderle pensó en voz alta sobre una reedición de un bipartito roji-amarillo a nivel nacional.
Aunque el FAZ no ve posible en el momento actual «un cambio de coalición en vuelo», el debate sí demuestra que la Gran Coalición, formada por la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y el SPD, no sólo está atravesando una crisis sino que incluso se está acercando a su fin.
Brüderle ha hecho públicas sus ideas en un momento en el que la canciller Angela Merkel está pasando su peor rato tanto al frente del Ejecutivo como también en la Presidencia de la CDU. Por primera vez desde hace un año, los sóndeos ven al actualmente minoritario SPD empatando con los cristiano-demócratas. En doce meses, la primera jefa de un Gobierno alemán ha perdido todo su prestigio, que a principios del 2006 la situó como la política más estimada por lo alemanes con una sólida diferencia de hasta 10 puntos frente a la competencia socialdemócrata. Hoy por hoy Merkel ha perdido no sólo este comodín personal sino incluso el apoyo que le han brindado los influyentes «barones» de los comités regionales del oeste alemán. Estos ven con preocupación que la caída libre de la presidenta y canciller les podría arrastrar y, por lo tanto, buscan una salida, sin aparecer como los conspiradores que le causarían la muerte política. Sin embargo, son los ministropresidentes de los länder occidentales entre ellos el de Baviera, Edmund Stoiber, a la sazón líder de la hermana da Unión Social Cristiana, los que ponen en duda el pacto de Gobierno suscrito con el SPD.
Mensaje incomprensible
Los barones quieren renegociar la reforma del sistema de Sanidad, mientras que los socialdemócratas se oponen a ello. Esa discusión ha contribuido a que la imágen de la primera dama de Alemania caiga en picado porque el electorado ya no entiende de qué se está hablando.
Ante estos ataques, que sí son considerados por los medios de comunicación como un inminente peligro para la continuidad del actual bipartito negri-rojo, el vicecanciller Franz Müntefering, a la sazón ministro de Trabajo en el gabinete de Merkel, lanza una pregunta con una carga de profundidad indudable: «¿Quién está gobernando Alemania?» El ala derecha del SPD exige a la canciller que muestre su liderazgo para poner orden en sus filas y para que se vuelva a lo acordado en octubre pasado.
Dado que Merkel procede del poco influyente comité regional de Mecklenburgo Antepomarania, no cuenta con el poder suficiente para frenar tanto a Stoiber en Baviera como a sus rivales internos Christian Wulff, de Baja Sajonia, y Roland Koch, de Hesse. El que fuera secretario general de la CDU en tiempos de Helmut Kohl, Heiner Geissler, recomendó a su correligionaria que vaya a la ofensiva en la convención de la CDU, prevista para el 26 de noviembre en Dresde. «El congreso del partido es la instancia del jefe del partido, no de los ministro-presidentes», le conminó el veterano político. Sin embargo, ese tiro también le puede salir por la culata. Aquella dolorosa experiencia la vivió en su propia carne el presidente del SPD Rudolf Schapring cuando en 1995 Oskar Lafontaine le arrebató el cargo tras una fulminante intervención en aquel congreso que precedió a su inesperada candidatura para el máximo puesto del partido. Merkel está advertida ante semejante golpe de mano. Además, es difícil imaginarse que su situación va a mejorar porque tiene unos factores externos en su contra.
El primero es la intervención de la Armada alemana ante la costa de Líbano. La canciller declaró en el Parlamento que la misión de los soldados y policías germanos sería la de desarmar a Hizbula. El líder del Partido de Dios, Hassan Nasrallah, ha criticado estos días directamente a la líder alemana recordando que las tropas al mando de la ONU «no podrán limitar los movimentos de Hizbula ni su suministro de armas».
Precariedad en Afganistan
A ello se añade la precaria situación de las tropas europeas en Afganistán. Han llegado a Alemania las alarmantes noticias de que sus soldados carecen del material necesario para poder repelar los ataques de los talibán cuando estos, con toda probabilidad, lleguen al norte del país, donde está desplegada la Bundeswehr. Hasta ahora ningún gobernante ha hablado de un plan B para el caso de que hiciera falta retirarse de Afganistán.
A nivel nacional ha creado impacto la noticia de que la economia alemana podría sufrir mayores recesiones, ante lo cual el Ejecutivo ha previsto la subida del IVA en tres puntos, al 19%.
La canciller vive la misma situación que su antecesor en el cargo, el socialdemócrata Gerhard Schröder, en los meses anteriores a su retirada del poder. Dado que la CDU y el SPD están aún empatados en los sondeos, la formación de un ejecutivo diferente al actual dependería de la fuerza que acumularían no sólo los liberales, sino también los verdes y socialistas. Si el actual Ejecutivo es producto de una boda por conveniencia, seguida por la previsible separación, el sucesor corre el peligro de cometer el mismo error. Con este fondo, el FAZ sentencia: «La cuestión de que las elecciones anticipadas serían la solución o que, más bien, crearían aún problemas más grandes, está abierta». Una de las mayores potencias europeas no consigue superar la crisis política que vive desde hace más de un año. –