Berlusconi se comprometió a obtener 53.000 votos en Milán, su ciudad -«impensable que no la gobernemos nosotros» y ha obtenido 27.000. Su partido sale derrotado y se detiene la parábola ascendente que hasta ahora había tenido la Liga Norte, socia de gobierno de Berlusconi. El secretario del Partido Democrático resumió la situación con un símil […]
Berlusconi se comprometió a obtener 53.000 votos en Milán, su ciudad -«impensable que no la gobernemos nosotros» y ha obtenido 27.000. Su partido sale derrotado y se detiene la parábola ascendente que hasta ahora había tenido la Liga Norte, socia de gobierno de Berlusconi. El secretario del Partido Democrático resumió la situación con un símil meteorológico: «Sopla un nuevo viento del Norte». Varapalo, revés o castigo a Berlusconi: estos son los términos que se han empleado para resumir los resultados de la primera vuelta las elecciones municipales y administrativas en Italia. En lenguaje berlusconiano: «al final del primer tiempo del partido, el equipo de Berlusconi va perdiendo en casa». Nadie se esperaba tan contundente resultado, pero parece que, por fin, la gente ha aprendido que si hay un momento en que Berlusconi se emplea a fondo es durante las campañas electorales. En esta ocasión el máximo accionista de la holding Fininvest ha usado las artimañas que tantas veces le habían ayudado a recobrar consenso y a dejar sumidos en la perplejidad y la incredulidad a opositores y analistas. Para no faltar a la costumbre, el Presidente del Consejo de Ministros irrumpió en los salones de los italianos con mensajes de vídeo, falsas entrevistas y reportajes violando el equilibrio informativo escandalosamente (ver cifras) y la Autoridad Garante de la Comunicación tuvo que reconocer el atropello y multó a la Sky y TG4 con 100.000 euros. Una vez más, en pleno alarde de conflicto de intereses, aprovechó la victoria en el campeonato de fútbol de su club, el AC Milan, para colar mensajes políticos electorales (algunos candidatos de las listas de Berlusconi a la alcaldía de Milán se subieron al autobús en que iban Ibrahimovic, Pato y companía, flamantes campeones de Liga). En su línea de hábil mercader de alfombras de zoco, hizo también promesas como quien lanza ofertas irresistibles de última hora. En una Nápoles sepultada por la basura hasta pocos días antes, anunció primero que limpiaría la ciudad enviando el Ejército, y luego que eliminaría el impuesto de recogida de basuras. La oferta que remató la campaña tenía un gancho irresistible: en una región en la que hay 60.000 casas abusivas anunció que detendría las demoliciones. Como no podía ser de otro modo, también en esta campaña contó chistes en sus mítines. Así pues, los medios han sido los mismos, las técnicas también pero el eje temático de siempre -el miedo al comunismo- lo ha dirigido radicalizado al hablar de «brigadismo judicial», y abrir camino para que aparecieran carteles que decían «Fuera las Brigadas Rojas de los tribunales» o para que la candidata de su partido en Milán tachara de ser «amigo de terroristas» a Giuliano Pisapia, candidato elegido en las elecciones primarias del centroizquierda.
¿Cómo se explica, pues, que el espejismo publicitario berlusconiano no haya ofuscado esta vez al electorado? Por un lado, los escándalos sexuales pueden haber desplazado voto católico; por otro, aun debilitándose más, sigue ahí la escisión de Fini, que promueve una derecha respetuosa en teoría de las reglas. Es cierto también que la Liga Norte, desde que forma parte del gobierno, participa de decisiones como la guerra de Libia que entran en contradicción con su retórica xenófoba y han creado hondo malestar en su base popular, a la que ayer censuraron los comentarios en el portal de la radio de la Liga Norte (Radio Padania). Pero además, ocurre que Berlusconi resulta ya demasiado extremista para los moderados políticamente correctos. Añadamos también que hay poderes fuertes como la Patronal y la masonería que ven que los intereses personales de Il Cavaliere prevalecen siempre y ya están cansados de ello desde hace tiempo.
Hay quien ha recibido la decadencia de Berlusconi con gran euforia aullando a la luna de mayo y hay también quien mantiene un optimismo prudente hasta ver los resultados de la segunda vuelta. Los más pesimistas señalan un buen motivo para no crearse falsas esperanzas y no llevarse más palos de esta Italia berlusconiana. La oposición vence cuando presenta candidatos elegidos en primarias -Milán- y no por la oligarquía del Partido Democratico, como ha ocurrido en Nápoles, donde el ex juez Luigi de Magistris ha alcanzado un 28% que lo convierte en candidato del centroizquierda en la segunda vuelta. El éxito del Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo, que ha alcanzado cotas entre el 5% y el 11% en varias ciudades del Norte, revela también un deseo de renovación de la política, aunque en sustancia se trata de una estructura jerarquizada y personal, y su líder, Beppe Grillo, otro populista, una especie de anti-berlusconi, que no «es ni de izquierda ni de derecha sino que está más allá».
Un dato más: en el referéndum sobre energía nuclear en Cerdeña hubo un 98% contrario a las centrales nucleares.
Dicen que ha cambiado el viento en Italia y que sopla del norte. A juzgar por el deseo de cambio, que afecta no sólo a Berlusconi, sino al berlusconismo en sí, entendido como oligarquía de partidos (incluido el PD), y viendo las ocupaciones de plazas en España, cabría pensar que ráfagas de un joven viento de siroco procedente del Magreb y de los países árabes han alcanzado el norte del Mediterráneo.
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