El principal partido opositor de Grecia, el izquierdista Syriza, se aproxima a las elecciones legislativas del domingo con el aval de todos los sondeos durante la campaña que le presentaron siempre como vencedor. La percepción mayoritaria en el país es que la izquierda se impondrá a la coalición de gobierno, integrada por Nueva Democracia (conservadores) […]
El principal partido opositor de Grecia, el izquierdista Syriza, se aproxima a las elecciones legislativas del domingo con el aval de todos los sondeos durante la campaña que le presentaron siempre como vencedor. La percepción mayoritaria en el país es que la izquierda se impondrá a la coalición de gobierno, integrada por Nueva Democracia (conservadores) y Pasok (socioliberales), como respuesta a las duras políticas de austeridad impuestas durante la legislatura que termina.
Según la encuesta realizada por Pulse, un 64 por ciento de los votantes piensa que Syriza ganará las elecciones, mientras que solo un 26 por ciento confía en que lo hagan los conservadores. En todo caso, y a medida que se acerca la cita electoral, los sondeos muestran una tendencia favorable a Syriza que poco a poco amplia su ventaja en intención de voto. En los publicados este jueves, la brecha osciló entre los cuatro y los ocho puntos, y dependiendo del número de partidos que finalmente obtengan representación parlamentaria, la formación izquierdista podría obtener la mayoría absoluta o quedarse a pocos escaños.
Las consultas de opinión coinciden en señalar el número de otros partidos que accederán al parlamento unicameral y casi el orden de los mismos, que serían el socialdemócrata To Potami, seguido por el fascista Amanecer Dorado, el Pasok y el Partido Comunista, muy igualados, y finalmente los derechistas Griegos Independientes.
Syriza y su líder, Alexis Tsipras, son el punto de mira de la prensa internacional y contra su programa se desató una campaña de miedo y amenazas, al vaticinar todo tipo de desgracias para los sufridos ciudadanos griegos. Sin embargo, y a diferencia de lo ocurrido en 2012, los votantes parecen ignorar estas intimidaciones hastiados como están del panorama político y de la situación de postración en la que se encuentra el país.
La medida más polémica es sin duda la reestructuración de la deuda griega, que para algunos economistas podría ser reducida a la mitad, y la llamada a celebrar una Conferencia Europea que fije una quita a los países del sur. Syriza sabe que las negociaciones serán duras y con ese fin Tsipras introdujo en su discurso algunas concesiones a los socios europeos, como expresó el día 21 en un artículo publicado por el diario económico Financial Times. El candidato dijo que su partido respetará las reglas fiscales de la Unión Europea y se comprometerá con los objetivos del déficit público, pero también abogó por un «nuevo contrato social», que ponga fin a la austeridad para poder garantizar la «estabilidad política y la seguridad económica».
Al mismo tiempo, el programa contempla los «cuatro pilares para la reconstrucción nacional», medidas destinadas a poner fin a la crisis humanitaria que vive el país, a recuperar la economía, la justicia fiscal y el empleo, y a democratizar en profundidad el sistema político.
En palabras de Costas Isijós, responsable del área internacional de Syriza, «los primeros pasos y las primeras iniciativas del gobierno de la izquierda se encaminarán a recuperar la soberanía nacional y popular». Lo cual significará la ya citada negociación de la deuda y del memorando de préstamo, la elevación del salario básico a 751 euros, la reconexión de los cientos de miles de hogares que carecen de electricidad y la restitución de los convenios colectivos, entre otras cuestiones.
El dirigente también señaló la responsabilidad del Estado a la hora de ofrecer educación y sanidad pública de calidad, erradicar la corrupción y la injusticia fiscal y «fortalecer la democracia, las instituciones y la sociedad, como antídoto contra el aumento de la xenofobia, el racismo y el fascismo».
Encrucijada para la socialdemocracia
Las cercanas elecciones en Grecia podrían suponer el punto final del histórico Movimiento Socialista Panhelénico (Pasok), si su pérdida de apoyo popular le imposibilitara formar parte de un gobierno de coalición, como muestran todas las encuestas. Un resultado marginal en los comicios del próximo domingo sería fatal para un partido que durante tres décadas representó a la mayor parte de la clase media y de los sectores populares, y que desde el gobierno o en la oposición marcó el ritmo de la vida política en Grecia. Sin embargo, desde su llegada por primera vez al poder en 1981, hasta ahora, el partido fue perdiendo el respaldo social, al tiempo que ganaba el de los grupos económicos más poderosos del país.
El punto de inflexión lo marcó la irrupción de la crisis en 2009 y la llegada al gobierno del socialista Yorgos Papandreu, quien fue el responsable de la firma del primer memorando de préstamo a Grecia.
Para el cronista político Yanis Jrisoverghis la crisis en su país afectó en los planos económico, social y político, y la victoria de Papandreu se vivió como «la última esperanza de regeneración, y supervivencia, no solo del Pasok sino de todo el sistema político instaurado tras la dictadura en 1973».
Sin embargo, la pésima gestión del dirigente durante el inicio de su mandato introdujo en Grecia unas draconianas medidas de austeridad, «que erosionaron el apoyo del Pasok, al ser visto como un traidor por parte de la mayoría de la población», aseguró el analista a Prensa Latina.
Pero, además, el partido estaba carcomido por la corrupción, extendida y arraigada tras tres décadas de alternancia política, lo que dio comienzo a un pronunciado declive electoral que llega al día de hoy.
La pérdida de votos y de peso político en las instituciones ha llevado también al partido a los números rojos y a acumular una deuda con los bancos, que en 2013 se situaba entre los 120 y 125 millones de euros.
En la actualidad dos son los partidos que disputan al Pasok su espacio político, ambos de nueva creación, aunque con perfiles ligeramente diferenciados.
To Potami (El Río), creado poco antes de las elecciones europeas de mayo de 2014, en las cuales obtuvo el 6,6 por ciento de los votos, se presenta como una formación nueva, progresista y limpia de corrupción, y se dirige a una clase media-alta, como son los actuales votantes del Pasok.
A su vez, el Movimiento de Socialistas Democráticos (MSD), fundado por Papandreu al inicio de la presente campaña electoral, ha tratado de unir a los antiguos militantes desencantados del Pasok de las clases populares más golpeadas por la crisis, pero que aún tienen miedo a la izquierda tradicional.
To Potami confía en ser la tercera fuerza política y no ha mostrado ninguna reticencia hacia las políticas de austeridad; el MSD, por su parte, no cuenta con medios ni tiempo para conseguir la proeza de superar la barrera legal del tres por ciento de los votos que le darían acceso al parlamento.
Pero peor es el panorama para el Pasok, pues de no conseguir el respaldo necesario para integrar un eventual gobierno de coalición se abrirá la puerta a su disolución, pues como ilustra Jrisoverghis «fuera del poder no es nada, carece de todo apoyo popular y su único objetivo es servir a las elites».
Antonio Cuesta. Corresponsal de Prensa Latina en Grecia.
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