Ahora más que nunca es obligado un replanteamiento de las políticas militares de España, cara al exterior, acabando con la subordinación de las FAS a intereses políticos, económicos y geoestratégicos, que nada tienen que ver con el interés general de los españoles.
Etiqueta: Rebelión en los cuarteles
Dice Felipe VI que la monarquía española es puente, lo que no es cierto, pues es obvio que no es tal, sino freno, obstáculo, amenaza e imposición militar.
Han pasado 85 años y la sociedad española se divide en dos grupos: el de varias decenas de millones de españoles, que lo ignoran todo sobre aquella fecha de 1936 y el de los de aquellos para los que sí tiene un significado determinante, para comprender porqué ahora estamos como estamos.
La Revolución cubana no es el paraíso en la Tierra, ya lo sabemos, pese a la belleza de la isla y la enorme cordialidad de su gente. Tampoco es una modélica democracia cómo la del Reino de España, en donde su Rey emérito, Juan Carlos I, está huido desde hace un año en una de las dictaduras teocráticas del Golfo Pérsico por presuntos delitos de blanqueo de capitales y tráfico de armas, aún por aclarar.

Franquistas de toda la vida se pavonean impunemente haciéndose pasar por demócratas. Algunos, como el Sr. Mayor Oreja, ex ministro del interior, llegó a describir la dictadura como una situación de «extraordinaria placidez».
Estimados compañeros. Cualquier análisis sobre el presente y el futuro de las FAS españolas, obliga no solo a repasar su papel en la geoestrategia del mundo actual dividido en bloques, con escaso y casi nulo espacio para la independencia nacional, si no también a estudiar temas complejos relacionados con el personal, los planes de empleo de unidades, armamento y sistemas logísticos, informáticos y estratégicos.
La imposición de la ideología franquista en el seno de las Fuerzas Armadas no concluyó con el final de la dictadura, manteniéndose a lo largo de estas últimas cuatro décadas una lucha soterrada contra los valores democráticos, que trasciende los muros de los cuarteles, contaminando la vida política y social de nuestro país.
La creciente disyuntiva, democracia o barbarie, tiene su origen en una constitución que confirmó en el trono al último jefe de la dictadura, Don Juan Carlos I de Borbón, y a su línea sucesoria, dotándolos de una impunidad y de unas prerrogativas ajenas a cualquier atisbo del más elemental sentido de justicia.
Los problemas derivados del desencuentro entre el Estado y las naciones históricas que actualmente forman parte del Reino de España siguen indefinidamente pendientes.