
Desde el término de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ha sido una superpotencia económica y militar, sin embargo en las últimas décadas, ha experimentado una desaceleración económica y una disminución de su influencia global. Esto se debe en parte a la creciente competencia de otras potencias, como China y Rusia y a la configuración de poderosos bloques alternos de poder como el BRICS, y a problemas internos como la desigualdad y crisis económicas y la polarización política. En este contexto, la guerra en Ucrania y la lucha por la liberación nacional en África son señales de la decadencia económica estadounidense y las fisuras en el sistema capitalista global.