El arribo del prisionero por corrupción, Alejandro Toledo, ha generado cierta polémica por izquierda y derecha, pero por cuestiones de forma.
No obstante, lo que fracasa con Toledo no es solo la falta de principios del ex presidente sino, fundamentalmente, la democracia representativa colonial capitalista en sí misma. Y es que, como ya antes hemos visto en otros casos, el poder corporativo empresarial interviene en las campañas electorales financiando los gastos de los candidatos, para luego, una vez estos en el poder, pedir la devolución de favores a través de licitaciones en la obra pública, servicios, etc.
Es así como se comprende que la tan mentada “transición a la democracia”, siguió operando bajo la espuria constitución dictatorial de 1993. Es decir que frente al temor a que la rebelión popular del 2000 (denominada “Marcha de los 4 suyos”), termine desbordando y “rompiendo el “equilibrio de dominación y opresión”, la clase dominante colonizante, prefirió ceder las “cabezas” de Fujimori y Montesinos, y dar pase a un nuevo régimen aparentemente democrático en la forma, pero con el mismo contenido dictatorial opresivo y explotador.
Es así como se comprende que, a pesar del crecimiento económico de 6% anual (producto del boom de los minerales –la onza de oro llegó a los $500- principalmente), y de un saldo favorable de $2,712 millones en la balanza comercial, la pobreza en ese entonces solo disminuyó 2.7% pasando de 54.3% a 51.6% (INEI). Esto se explica, por un lado, por el carácter de acumulación de ganancias por parte de la clase capitalista, y por otro, por la fuga de capitales y el pago de la ilegítima deuda externa que durante el toledismo alcanzó los $31,000 millones (en el 2000 la deuda era de $24,300 millones), representando el 39% del PBI ($75,000 millones). Esta situación, a la vez, iba desenvolviendo un déficit real (diferencia entre lo recaudado y lo gastado), de $ 6,000 millones (MEF-2006).
Para el destacado analista Héctor Béjar, “los gastos sociales no siguieron el crecimiento de los gastos del sector público…lo mismo pasó con los programas de alivio de la pobreza, que apenas llegaron a $361 millones en un presupuesto de $15,000 millones…”. Y en efecto, el 45% del presupuesto se dirigió a gastos corrientes, el 14% a las AFPs y el 26% al pago de la ilegal deuda externa (¿Cómo fue el crecimiento macroeconómico en el gobierno de Toledo?; Infomercado; 26/04/23)
De esta forma, la deuda externa (pública y privada), opera como una herramienta colonial de saqueo de las arcas fiscales peruanas. Cuestión que nadie ni en la derecha o la izquierda, discute (menos abordan en sus planes de gobierno). Esa misma “deuda” actualmente ha aumentado en $5,000 millones con los prestamos realizados por Vizcarra y luego Sagasti y que luego fueron refrendados por el ex Ministro del MEF, Pedro Francke, durante la administración castillista.
Es decir que con el “retorno de la democracia” hubo, contradictoriamente, más dictadura del capital ya que a la vez que se multiplicaba el presupuesto público, la clase dominante colonizante, aplicaba planes de ajuste contra la clase trabajadora (trabajo precario, salarios de hambre, reformas jubilatorias, sin utilidades ni negociación colectiva por rama de actividad, etc.), para aumentar su tasa de lucro y ganancia, y el imperialista FMI, confiscaba públicamente el salario de las familias trabajadoras a través de una deuda externa usurera.
Esta situación aunada a la pandemia, la crisis mundial, la guerra en Europa y la inflación, es lo que explica que, según el IEP, en los últimos 3 meses, el 66% de los peruanos, tuvieron que reducir su consumo de alimento aumentado la pobreza.
Y es que como ya lo señalaba Marx, “…el gobierno del Estado no es más que la junta que administra los negocios comunes de la clase burguesa…”.
Así las cosas, con el retorno del prisionero Toledo, estaríamos frente no solo al fracaso de una forma corrupta de gobierno sino de la democracia colonizante, saqueadora y explotadora capitalista, que tiene a los ex presidentes de los últimos 30 años presos o con procesos por corrupción.
César Zelada es dirigente de la Agrupación Vilcapaza.
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